Organizaban el primer autobús con destino a Polonia para acoger a 48 personas del millón y medio que, en ese momento, abandonaban Ucrania por la frontera occidental. No lo dudamos. Ahí teníamos que estar para ver con nuestros fanales e informar para Antena3Noticias de lo que sucedía en una frontera colapsada por miles de seres humanos que huían de la combate sin falta más que lo puesto.
Salimos un martes, 8 de marzo. Por delante nos quedaban más de 3.000 km y 44 horas de delirio. Cargados con 7.500 kg material humanitario -además de micrófono y cámara- emprendimos camino. El jueves, 10 de marzo, de alba, a ocho grados bajo, cero llegábamos a la asiento polaca de Nova Savernyza y no fue hasta la mañana del viernes cuando conocimos a los primeros refugiados que viajarían con nosotros de revés a España.
Poco importó la dificultad del idioma para entendernos. Esa comunicación no verbal hablaba por sí sola. Rostros de tristeza, de cansancio, de temor delante lo desconocido y de esperanza delante lo que está por venir. Y esa observación llena de ternura de los más pequeños, de niños que no saben qué sucede, pero sienten, sufren y igualmente, sonríen al más leve estímulo de cercanía. Algunos, igualmente juegan, ajenos a la sinceridad. Sus padres comienzan a cargar los pocos enseres que se han llevado consigo en el autocar, algunos salieron de casa sin tiempo a ponerse poco más que miedo y expresiones. Caminaron durante horas y días hasta arribar a la frontera bajo temperaturas gélidas. Algunas mochilas se quedaron en el camino.
Emilia, a punto de dar a luz
Entre ellos viajaban igualmente una pareja Damodar y Emilia en estado de buena esperanza de nueve meses. Al mozo el estallido de la combate le coincidió trabajando en Cracovia. De forma inmediata uno y otro acordaron que Emilia saldría a la frontera polaca donde él la esperaría y huirían juntos. Sin tiempo para más advertencia pondrían en marcha el plan. Lo prioritario era que su primera hija naciera en un sitio en paz.
Y allí estaban. Ella con dificultades de movimiento y a punto de salir de cuentas se enfrentaba, próximo con el resto de sus compatriotas, a un delirio espléndido e intenso a lo desconocido. A un país desconocido, con una jerigonza que no entienden, una civilización diferente. Remotamente de los suyos, remotamente de la comunidad, los amigos, las raíces. El regreso a Galicia fue intenso. En ruta del jaloneo, otras 44 horas de asfalto, de incertidumbre, menos emoción y muchas emociones. De sentimientos entrecruzados. En un albergue en Alemania una parada para recargar fuerzas y Emilia se debilita. Lo que iba a ser un alivio rápido se prolonga unas horas más. Las autoridades consideran que por la salubridad de la mujer en estado de buena esperanza y previendo esa próxima maternidad debía quedarse en el país germano. Los jóvenes titubean, se abrazan, y una vez más deciden. Seguirán ruta a España.
Arati nace al arribar a España. Shatki, su hermana, el 24 de febrero del 2024
Arati, nació una semana a posteriori de arribar sus padres a Galicia. Quisieron dar ese nombre a su primera hija como homenaje a la celebración del Arati, una de las ceremonias hinduistas más conocidas que simboliza el paso de la oscuridad a la luz.
Shakti, hermana de Arati, se ha superior un mes a su término prevista de comienzo. Ha llegado a este mundo sana y robusto el 24 de febrero de 2024. El destino se ha empeñado en que naciese exacto en esa término, la que daría inicio al estallido de la combate en Ucrania dos abriles antaño. Su nombre significa energía y en el hinduismo hace relato a la fuerza divina femenina de la creación y la transformación.
Dos abriles a posteriori la combate continúa en Ucrania. Y hoy ascienden a casi siete millones el número de refugiados ucranianos registrados en diferentes países de Europa.
Futuro incierto y tranquilizador para los refugiados: la combate continua, la vida se abre paso
Arati y Shakti son dos niñas gallegas y ucranianas. Dos abriles a posteriori sus padres todavía no han conseguido instalarse definitivamente. Les gustaría firmar un entendimiento gremial para poder conseguir a una vivienda. Para poder aguantar una vida donde sus hijas disfruten de la normalidad, de la paz.
Son hinduistas, profesores de yoga y meditación, pero dedicarse a lo suyo no es obvio remotamente de su país. En Jarkov, donde residían, Emilia y Damodar tenían su clientela, el negocio funcionaba. En España se encuentran con barreras difíciles de cruzar pero no desisten. Ellos se han hecho fuertes en la toma de decisiones difíciles, en su perseverancia y resiliencia.
De los cuarenta y ocho ucranianos que viajaron con nosotros en aquel autobús en Lalín ya sólo quedan Damodar y Emilia. Ahora igualmente sus hijas. El resto han buscado mejor suerte en otros lugares de nuestro país y la mayoría han regresado a Ucrania, pese a la combate, pese al horror.
La ahora no augura tiempos tranquilos. Desde Europa se pide un “despertar urgente” en materia de Defensa de los estados miembros. Se ha puesto sobre la mesa la transacción de más armas utilizando los intereses rusos congelados. Todo parece indicar que esta combate sólo ha tenido una término de inicio, continúa y podría tenderse “no es inminente”, ha afirmado la presidenta de la comisión europea, Ursula Von Der Leyen, pero “no es increíble”, ha añadido.
La luz de Arati y la energía de Shakti, así como el poder transformador de las nuevas generaciones, serán esencia para el futuro de una comunidad -de tantas- que sólo buscan paz delante tanto ruido.
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