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Caldo para dirigir rectitud y lo hizo con extrema dureza, con ejecuciones, amputaciones y azotamientos públicos
Córdoba fue residencia habitual de Fernando el Católico durante los primaveras en que transcurrió la lucha de Mingrana. Era por entonces una ciudad de unos 30.000 habitantes. Esa sigla puede parecer ridícula, al estar muy allí de la que había tenido en tiempo de los califas omeyas…
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