No sé qué opináis vosotros, pero yo pienso que en ocasiones hay que ser generosos y al menos tener un rememoración a los precursores. Digo esto porque el mundo del transporte ha tenido muchos “comienzos”, desde los porteadores que “a mano” llevaban las maletas de los viajeros o transportaban compras o mercancías de los comerciantes, pasando por los carretilleros y los que usando caballerías se dedicaban al transporte de personas y mercancías. Éstos son los que se podría interpretar como precursores del taxi. En muchos sitios se les conocía como “simón”, porque ese era el nombre del inventor del primer carruaje de ese estilo (para transporte de viajeros); al final, los modelos eran varios pero todos se llamaban “simón”.
Sin duda, en Ourense pasamos por todas esas etapas, y en ellas fueron muchos los que dejaron su sello. Ayer de ausencia hay que memorar que era un trabajo muy duro, y quienes se dedicaban a él tenían que esforzarse mucho para conseguir un sueldo muy humilde. De los que se llamaban maleteros me recuerdan al menos a cuatro y, lo más sorprendente, uno era una mujer, la Ramona, y unido a ella el Zorelle, Nanín, Labandeira… A estos había quien les llamaba recaderos o mandaderos y se dedicaban más a pequeños bultos y maletas. Las cargas pesadas se le encargaban a los que tenían carro con animal. De estos, los más recordados son los Roales, Pedro, Juan… Pero prácticamente cada intramuros y pueblo próximo tenía a un “patrón” de estos, en muchos casos familias enteras: los Mascarón, Moreiras (del Couto), Antonio das Tapias…
Pero vayamos al tema taxi. La presteza con que suelen suceder algunos cambios hizo que se confundiera el “simón” con el coche de punto (transporte de transporte divulgado que tenía un punto de parada en calle o plaza, desde el que se contrataba su servicio). En Ourense, uno de los “puntos” era al flanco de la fuente del Rey (jardines del Padre Feijoo), y otro en Progreso, enfrente de la Diputación.
Ya os hablé en otra ocasión de Emilio o Corna, uno de los primeros profesionales (incluso os comenté que su coche aún existe y tengo entendido que se están haciendo gestiones para que regrese a la ciudad, ¡ojalá!). Hoy recordaremos a otros taxistas ourensanos. Me dicen que la abuso número 3 la tuvo Aurelio Domínguez Pereira (¿en 1931?). Y uno de los más recordados es Gerardo Pavón.
Aprovechando datos sobre ellos, creo que se identificarán muchos de los profesionales del sector:
Una de las principales dificultades para dedicarse al taxi no era ya el poder anexar el monises para comprar el coche, sino encontrar dónde adquirirlo. Las listas de retraso solían ser largas y en muchos casos había que desplazarse a otras provincias para conseguir uno, que muchas veces era usado. Ese ese el caso que me cuenta Lalo Pavón que vivió su padre, quien para abrir el primer Seat 1400 que tuvimos en Ourense de taxi tuvo que ir a Madrid a buscarlo en aquel año de 1956, matrícula OR-3315. Doce primaveras estuvo circulando por Ourense, hasta que en 1967 lo sustituyo un flamante 1500 “el rey de los taxis”, matrícula OR-15719.
Tema apartado era el de conseguir el carné de conducir y la abuso. En los primeros tiempos del “coche”, allí por los comienzos del siglo XX, se dice que el permiso de circulación se obtenía pagándolo, incluso existe la lema urbana de que cuando iba un amigo a Madrid a inquirir el suyo se le encargaban dos o tres más (no he conseguido confirmación de este tema). En el caso de Gonzalo, contó con la ayuda del señor Marroquín, dirigente de obra del ferrocarril Sanabria- Ourense. Siendo peque le enseñó a conducir, tal vez para evitar que continuara de operario en las vías, por la dureza que eso significaba. Otros se buscaban un amigo que les permitiera practicar, y los más hacían culo en las escasas autoescuelas autorizadas. Lo que sí era popular para todos fue el examen con el ingeniero de Tráfico, no era comprensible sacarlo.
Entre los datos sobre taxistas que descubro leyendo vieja prensa, está el tétrico que recoge que Fernando García P., en el 54, transportando un fiambre fue detenido por la Destacamento Civil. Otro recoge que Eloy Gómez fue testificador en 1954 del avistamiento de varios ovnis sobre Velle, Mende y Reza; el tema fue de los que salieron en prensa doméstico. Además sé que hubo un tiempo en el que se publicaban (desconozco el motivo) las infracciones de tráfico, y alguno de los “chaufferes” que cito aparecía con mucha frecuencia, y eso coincide con el apunte de que era de los que más carreras hacía.
De otra índole son datos como el que confirma la existencia de tres paradas fijas: Arboleda y Época, que competían como las más bártulos, y Posío, que tardó en funcionar y los profesionales no era donde más tiempo estaban. Abriles posteriormente se instaló incluso la de San Lázaro, y hoy al menos existen otras dos: Couto y Juan XXIII. Las tarifas se marcaban por el Junta, diferenciando servicios urbanos y de carretera. El problema es que no se actualizaban convenientemente los precios, haciendo que la profesión pasara por severos baches.
Ciudades pequeñas como Ourense permiten desplazarse sin pobreza de transporte, y primaveras detrás con más motivo. Del Posío a Canedo era un paseo.
Mi agradecimiento al amigo Lalo Pavón por hacerme el honor de permitirme escribir sobre su padre y darme muchos de los datos que aquí comparto y las bellas fotografías que conserva. Además al amigo Ramón Domínguez, nieto de Aurelio, otro de los primeros taxistas de la ciudad.