González ya tenía síntomas previos, como una pérdida de peso injustificada, pero, a pesar de ello, “me encontraba aceptablemente”, asegura. En septiembre de 2018, fue a donar parentesco como de costumbre, pero no le dejaron porque tenía la hemoglobina muy disminución, por lo que le recomendaron hacer una analítica para ver lo que pasaba y fue cuando le detectaron el mieloma.
En noviembre comenzó el tratamiento y, solo un mes luego, “uno de los medicamentos me causó una toxicidad en el organismo a nivel neurológico que me produjo una neuropatía de jerarquía cuatro, que es lo que en estos momentos me complica más la vida porque me quedé con muy poca movilidad, soy una persona dependiente”, cuenta.
“Mi mujer lo dejó todo en estos cinco abriles para cuidarme y hacerme la vida más casquivana, le estoy muy agradecido”, afirma González
Esa toxicidad dejó a González sin sensibilidad de cuello para debajo, poco que le causa muchos problemas a la hora de tener contrapeso o de agarrar objetos con las manos. Sin requisa, el tratamiento para el mieloma redujo en mes y medio el cáncer a cero.
Desde entonces, tras cinco abriles, no hay pista del mieloma, aunque González tiene claro que va a reaparecer, “porque lo hace en el 100% de los casos”. “Al final te vas a vencer, pero para nosotros cada año que aguantamos supone una trofeo”, confiesa.
Ahora su veterano dificultad en el día a día es la neuropatía, una enfermedad que no tiene cura, pero el adiestramiento sí ayuda a poder tener una mejor vida, por ello, González dedica la veterano parte de su tiempo a entrenar y a hacer rehabilitación. “He conseguido organizar un poco esta situación y poder salir todos los días de casa y si tengo que hacer un delirio, lo hago”, explica.
Encima, González es ciclista, porque uno nunca deja de serlo aunque esté tiempo sin totalizar en la velocípedo. “Toda la vida hice ciclismo y mi idea siempre fue retornar a frisar en velocípedo, siempre decía ‘si no puedes esfumarse, corre, si no puedes valer, camina, y si no puedes caminar, pedalea”, afirma. Ahora puede recuperar esa afinidad gracias a una velocípedo adaptada que compró y con la que hoy abrirá, pegado a la paralímpica Adiaratou Iglesias, la Carreira pola Igualdade que se celebra en Barbadás.
“Me siento muy agradecido al Concello de Barbadás, es todo un honor poder colaborar en un día tan específico y solidario”, asegura González, quien, sobre todo, le quiere dar las gracias a su mujer por “dejarlo todo en estos cinco abriles para cuidarme y hacerme la vida más casquivana”, expresa.
González tiene un leyenda para afrontar esta situación: “Solo nos vamos a vencer un día, el resto hay que disfrutarlos”. “Hay familia que, por desgracia, cuando vive una situación así tiene pensamientos negativos y parece que se está muriendo a diario, yo sé que me voy a vencer, pero solo un día, el resto voy a disfrutar intensamente”, señala. En este sentido, incide en que “la vida es muy corta y hay que disfrutarla al mayor”.
Cuenta que esta filosofía la aplicó en todos los momentos del proceso, incluso en los más duros. “Cuando había malas informativo nunca pensé en tirar la toalla, yo siempre le decía a mi mujer ‘tranquila que los médicos no saben lo macrocéfalo que soy, voy a intentar salir para delante”, indica.
González señala que “cuando te ves delante un problema de sanidad como este solo tienes dos opciones, o guerrear o dejarte ir; con conducta, trabajo y esfuerzo todo se consigue”.