El incendio del edificio de Campanar, en Valencia, se inició en un electrodoméstico de la cocina



El pasado 22 de febrero se convirtió en una etapa negra en el ensanche de Campanar de Valencia, a posteriori de que el incendio de un edificio de 14 plantas provocara la asesinato de 10 personas. Desde entonces, los esfuerzos se han centrado en proporcionar atención a los afectados de la tragedia y en vigilar las causas del fuego, que se originó en una de las viviendas de los primeros pisos. La delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé, ha superior este lunes que se trataría de un “siniestro fortuito” que habría comenzado en un electrodoméstico de la cocina de dicha casa, apuntan las investigaciones de la Policía Doméstico.

El pasado viernes se levantó el secreto de sumario que se había notorio. La delegada ha descartado en sus declaraciones que exista un “indicio penal”, de guisa que las aseguradoras ya pueden ceder al interior del edificio calcinado para trabajar y que los afectados por este siniestro “puedan asomar de nuevo su esquema dinámico”. El mensaje preliminar tras la inspección de la Policía Científica detalló tan solo cuatro días a posteriori del incendio que el siniestro pudo producirse por un cortocircuito en el mecanismo de un toldo, poco que ahora parece descartarse.

Trágico incendio en Campanar

La tarde del 22 de febrero se convirtió en una auténtica tragedia. Las llamas se extendieron por la frente del edificio a gran velocidad, poco que unido a las fuertes rachas de singladura se convirtió en un mortífero cóctel.

Se vivieron momentos de auténtica tensión, como el rescate a una pareja que se quedó atrapada mientras el fuego avanzaba descontroladamente. Esperaron durante más de una hora en la terraza de uno de los apartamentos hasta que los bomberos pudieron ceder a ellos. “No queríamos expirar quemados“, detallaron poco a posteriori.

Otro instante complicado que se conoció poco a posteriori del incendio es la despedida de los dos bomberos que accedieron en primer división al edificio. Llegaron a despedirse por radiodifusión del resto del equipo, puesto que se vieron atrapados por las llamas en un edificio que se convirtió en un follón sin salida. “Compañeros, hasta aquí llegamos. No entréis a por nosotros”, les dijeron. Aún así, el resto del equipo consiguió ceder y rescataron a los dos bomberos, a los que encontraron tumbados en el suelo. Igualmente se vio como otros dos efectivos tuvieron que descolgarse mirador a mirador por la frente porque era su única excusa.

En otro de los balcones, la imagen de un bombero dándole su casco a un vecino para que pudiera abjurar el edificio sobrecoge. Fue otro de los rescates ‘in extremis’ de aquel 22 de febrero, el peor incendio de la historia en la haber del Turia. Tras poseer enfriado el agrupación de viviendas y colocarle el arnés a este hombre para que pudiera salir de la ratonera en la que se convirtió el edificio, uno de los bomberos no duda ni un segundo y le coloca su casco, quedándose él al descubierto mientras que el fuego no deja de avanzar cerca de ellos y el humo complica la situación.

El incendio se saldó con 10 víctimas mortales y la destrucción total de 138 pisos.

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