“Escuchábamos el sonido de los móviles entre los restos, pero no podíamos cogerlos. Teníamos que seguir rescatando cuerpos”
Regresamos al ambiente que nos sacudió como nunca había pasado ayer. Quien escribe llegó a la Rotonda de Carlos V (Atocha) al punto que 20 minutos luego de las explosiones. Decenas de viajeros, desorientados y muchos ensangrentados deambulaban por las aceras con la intención de comunicarse con sus familiares. Juan Rotundo era entonces dirigente de bomberos del Junta de Madrid. Describía aquel día con horror, la ambiente que habían opuesto en las vías. Hoy aún recuerda el silencio con el que trabajaban y cómo iban depositando en bolsas negras los cuerpos desmembrados. “Escuchábamos entre los restos los móviles sonando. Pero no podíamos cogerlos. Veíamos carteras abiertas con las fotos de sus dueños y los restos de comida de los trabajadores que iban a sus lugares”. Nunca asistió a poco parecido en sus 35 primaveras de profesión.
Javier Ayuso trabajaba entonces para las emergencias del Junta. Hoy realiza la misma calado en el 112 de la Comunidad de Madrid. No olvida a aquella mujer viejo que llevó a la morgue de Ifema un termo con café. “Era su forma de ayudar. Presente de aquel día cómo se volcaron los madrileños”.
“Dos de mis compañeros nunca llegaron a clase”
“Dos compañeros de clase murieron en aquel tren”. El azar y el curso de la vida trae cada día a Natalia hasta la misma plazoleta de Atocha, donde hoy regenta un aislado. Hace 20 primaveras viajaba en uno de aquellos trenes. Bajó una época ayer de que estallara, porque “estudiaba Artes y mi escuela estaba ajustado ayer de Atocha”. Sus compañeros de clase, los que viajaban desde El Pozo o Santa Eugenia no tuvieron la misma suerte.