Uno, dos, tres… ¡cuatro nuevos corderos en Valdeorras!



Lo corriente es uno, lo habitual son dos, y extraordinario son tres, pero de vez en cuando nos encontramos con sorpresas de la naturaleza, insólitas, no habituales”. Así describe Pedro Rodríguez, responsable de Agromacen, la sucedido sucedida a comienzos de semana en Fervenza, una pueblo perteneciente al concello de O Barco. María, una oveja de 13 meses, parió cuatro corderos en su primer y único parto, cuatro hembras que hoy solo son tres porque la hermana más pequeña no lograba sobrevivir a la primera indeterminación. 

La señora Pilar vive al flanco de la pequeña plaza de Fervenza. Es la persona que tutela al despistado, la que nos acompaña al establo de Aurora Saavedra, “La Cubana”, dueña de María y de sus cuatro, ahora tres, corderos. Por el camino, por otra parte de conversar sobre el tiempo, relata que “non é a primeira vez que veñen moitas, porque xa a nai da María – la oveja que acaba de ser mamá -, pariu ás trillizas, e sobreviviron todas”. 

 Al conservarse, en un asiento anejo al establo, internamente de una caja de plástico y arropado con una pequeña cobertor, nos recibe el tercer cordero recién nacido. “Está al sol, cogiendo calorcito”, explica “La Cubana”. Cuenta que tuvo “que alimentarle con biberón, como hice con su principio, y eso implica rechazo; si a este le resultaba difícil mamar, el que se murió, ni llegaba a alcanzar la teta”. 

Los tres forman parte de un boyada de 22 ovejas, que cuidan entre los dos hermanos mancuernas, Enrique y Lázaro, hijos de Aurora. Lázaro, nos abre las puertas del establo, y además la de María, que sale obediente al escuchar su nombre. “Cuando llegamos había un reguero de corderitos, de hecho pensamos que había más de cuatro, y nos pusimos a contarlos, ¡uno!, ¡dos!, ¡tres!, son ¡cuatro!”.

El apego por los animales de Aurora hace que a veces su dedicación la lleve un poco cuesta en lo alto. Relata que cuando “se muere un cordero, yo plañido. Me van a matar uno y yo plañido. Paren las gatas y yo plañido… Quiero tenerlos todos y que nadie se los lleve”. Así, pone todo su empeño en que el tercer cordero de esta camada, el más flaquito de los tres, sobreviva.

 “La Cubana”, que se enamoró de un gallego natural de Correxais, Vilamartín de Valdeorras, y que dejaba su país de origen hace 31 primaveras por apego, hoy saco delante a sus animales “con mucha dedicación”, la que le permiten las dos veces por día que va y vuelve de Fervenza, para atender al manada, porque a pesar de tener casa en la pueblo, viven en O Barco; “aquí no nos quedamos, hace mucho frío”.

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