La presencia de caballos salvajes en la sierra del Leboreiro forma parte del paisaje y de los memorias, desde siempre, de los vecinos de uno y otro lados de la “raia”. Manadas de ejemplares que, en los últimos días del invierno, siempre se dejan caer por las aldeas en rastreo de alimento. En estos momentos, en Vilar, son dos las manadas que visitan a los vecinos, una de ocho ejemplares y que incluye un potro recién nacido y otra de tres, en la que se encuentra Tina. “El problema, en este caso, es que el animal está herido, debió meter la pata en una trampa en el monte, y no hay guisa de cogerlo para curarsela”, confirmaba Manuel Pérez Pereira, corregidor de este municipio de Terra de Celanova, en la frontera con Portugal, que se ve “con competencias en una materia para la que ni el Concello, ni nadie hasta la momento, ha opuesto una opción”, dice tras tener visitado ya la lugar en un par de ocasiones para controlar su proceso.
El problema radica en la exigencia de atrapar al animal. “Se necesita a un profesional que le turno un mordacidad, con la dosis competición para sedarlo, y poder curarle la pata. He hablado con un veterinario de Portugal, pero dice que cierto tiene que atraparlo y adormecerlo ayer”, explica Pérez Pereira, quien asegura tener contactado “con la Consellería de Medio Bullicio, con veterinarios de Medio Rural, con la Agente Civil… y nadie tiene un rifle”. En su deseo de encontrar una opción y curar pronto al animal, Pérez Pereira subraya que el Concello asumirá todos los gastos, “pero necesitamos a la persona que dispare ese mordacidad con la dosis competición”, concluía.