Mama África, retrato de una angoleña que quiere trabajar


Reza una canción del compositor brasilero Pequeño César ‘Mama África, a minha mãe, é mãe solteira, e tem que fazer mamadeira todo o dia’. Y no está allí de la sinceridad de Alice Domingas Daniel Prieto (Luanda, 1984), que en casa corrida ella sola con seis criaturas, la pequeño de dos primaveras, la decano de diecisiete.

Alice Domingas Daniel Prieto

Alice llega a Ourense en 2016 aconsejada por una amiga casada en su día con un ourensano. “Vine aquí grávida de gemelitos, y aquí nació otro más”. Cuenta esta matriarca con un total de ocho, tres mayores de una preparatorio relación, y los cinco pequeños de su coetáneo marido, un sevillano que por allá anda ganándose la vida mientras ella atiende a la familia. El mundo al revés. “Ahora transacción motos para arreglar”, informa sobre los asuntos de su pareja. Confiesa esta angoleña que los negocios no están en un buen momento y que si la cosa no restablecimiento tendrá que marcharse de nuevo.

“La educación, la vigor”, deje de los principales motivos de su traslado. “Tenía una casa holgado, coche, una empresa…”, puntualiza. A cargo de los fogones en su propio restaurante, servía “‘calulú’ de peixe o carne con ‘funge’”, un guiso con puré de maíz o mandioca, “cachupa”, que viene a ser un potaje, o pescado a la brasa con “‘oleo de dendê’” (óleo de palma), “buniato dulce y cambur pão”. Suena diverso y colorido todo lo que describe Alice por poco que sea como “saka saka”, que es hoja de mandioca en kimbundu. Ruge el fondo de la tripa, especialmente cuando se le intuyen las dotes por una cuestión de alcurnia. “Mi hermana es cocinera en un restaurante angoleño en Lisboa”, confiesa.

De su vida aquí

Coloca Alice a todas sus criaturas en sus respectivos centros educativos de buena mañana y se alabarda a las calles a pergeñar un plan gremial de difícil arreglo, pues a ver cómo consigue unas horas remuneradas como Jehová manda, por mucho NIE con derecho a trabajo que tenga. “Trabajé poco tiempo, por cuatrocientos euros, una media caminata que era casi completa”, ironiza esta mujer sobre el sinsentido, pues solo por el calle ya paga seiscientos diez. “Hago cursos de la cruz roja”, aprovecha el tiempo para formarse, mientras se sostiene con los cuartos que envía su marido. “Quiero enfocarme en los mayores”, ambiciona Alice entrar en este creciente mercado ourensano aunque reconoce que “con los horarios de los niños no me da tiempo”. El plan más viable es traer de Angola a su hijo decano, que podría trabajar en una industria por las noches y cuidar durante las tardes a los pequeños. “No me gusta estar parada”, aclara la que en sinceridad no se detiene nunca. 

Tiene ganas de reír Alice, se nota que le desliz vidilla. De sus conocidos cuenta con esa amiga angoleña e intuye que son ‘rara avis’. “La familia veo que es diferente”, dice en relación a otros migrantes subsaharianos. Une un continente a países que, colonizados por diferentes naciones, manifiestan improntas distintas. Se la conoce allí dónde acaba la avenida das Caldas porque trabajadores y paseantes la saludan. “Soy adecuado, acontecen cosas en mi vida, pero siempre de pie”, concluye.

Alice Domingas Daniel Prieto

“No estoy acostumbrada a estar sola así como estoy”, confiesa la que anda todo el día rodeada de infantes. Vida adulta es lo que le desliz. “Maaadre, uf, ¡es un rollo!”, ríe Alice cuando se deje de la crianza. “Me gusta la fiesta”, comenta sobre los festejos de O Couto, quizá una de sus mayores alegrías.

Sobre Angola

Cuenta Alice que son tres hermanos por parte de principio, y ni sabe cuántos por el otro costado. “La mujer angoleña no soporta que el marido se busque a otra, así que ella hace lo mismo”, añade al hilo de la infidelidad, que según ella es una habilidad “tanto de clase adinerada como escaso”. Ahí queda, Triana tiembla. 

Fiel de la iglesia evangélica pentecostal, reconocimiento la catedral de vez en cuando. “Me gusta incluso la relación católica”, aclara. Queda al gracia memorizar cómo se maneja con cinco niños en la casa de Jehová. “En Angola hay de todo, kimbanguistas, musulmanes, católicos…”, informa sobre los credos de su país.

“Los gobernantes son ‘marimbondo’”, equipara Alice los políticos angoleños con avispas. “El pueblo sufre y ellos son cada vez más ricos”, dice sobre el segundo decano productor de crudo de África y decimosexto del mundo.

Mira Alice el móvil tras este delirio a una Angola más portuguesa que de jerga bantú, quedan dos horas para que aparezcan los niños con su tururú.

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