Gutmaro Gómez Bravo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, alerta de los retos que plantea la inteligencia artificial a la docencia
Gutmaro Gómez BravoProfesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, lleva 17 años enseñando. Este curso ha tenido que cambiar la forma de evaluar a sus alumnos porque se ha dado cuenta de que la mayoría, incluso los que se sientan en la primera fila del aula, Usan ChatGPT para hacer los trabajos.. He vuelto al examen tradicional y es un retroceso, lamenta.
- ¿Qué pasó con sus alumnos el año pasado?
- Siempre les había hecho leer libros de ensayo y de época, porque la clase no puede consistir sólo en lo que dice el profesor. En mis sujetos no había examen; Tuvieron que leer cuatro libros y hacer un trabajo comentándolos con bibliografía. Pero he visto que los trabajos los hace ChatGPT. Algunos ni siquiera los escriben, sino que directamente ponen capturas de pantalla. Entonces este curso no voy a hacer tareas. He vuelto al examen tradicional, lo que creo que es un paso atrás.
- ¿Por qué es un revés?
- Por qué los estudiantes no deberían tener que memorizar Trafalgar de Galdés cómo se memorizan hechos históricos de la Historia de España. Ahora te envío una prueba sobre los libros.
- ¿Tus alumnos hacen trampa ahora más que antes?
- La copia siempre ha sido copiada. Yo tenía unos cinco años. plagio por evaluación. Ahora alrededor del 10% de la clase, incluso los estudiantes de la primera fila, usan inteligencia artificial. Hay de 10 a 20 estudiantes de un total de 120.
- ¿Qué herramientas tienen en la universidad para detectar copias?
- En la universidad contamos con Turnitin, un programa antiplagio dentro del campus virtual que no detecta estas prácticas. Se sabe cuántas veces el alumno entra a Internet y si hay corte y pega, pero no se detecta qué se hace con inteligencia artificial.
- Entonces, ¿cómo saber qué estudiantes están haciendo trampa?
- La inteligencia artificial sigue la misma historia y se nota de inmediato porque normalmente aborda un tema desde un solo ángulo, no desde varios. Todo es muy neutral, incluso en el lenguaje, que supuestamente es científico pero al final es artificial. Los estudiantes que escriben ellos mismos los artículos también acuden a la inteligencia artificial para ver si lo que han escrito es correcto, pero su modelo no es un manual ni un ensayo, sino los resultados de la inteligencia artificial. Inmediatamente ves que todos cuentan la misma historia, siguen las mismas secuencias y tienen las mismas fuentes. Cuando ves 10 o 15 contando lo mismo con variaciones, te das cuenta que están usando el programa. Esto no vale nada. Y el problema es que no ven que lo que están haciendo está mal.
- ¿Volverán los controles orales?
- En el UNED Ellos los hacen y yo hago la recuperación así, pero hay demasiados alumnos para hacerle una prueba oral a cada uno. Además, tienen que aprender a escribir, porque entonces se enfrentan a un proyecto final de carrera y no saben cómo hacerlo.
- ¿Cómo enseñar ahora?
- De una manera más clásica. Voy a ser un viejo total. Les contaré los hechos fundamentales y ya no tendrán que leer los libros: se los contaré en clase y tendrán que traerlos preparados para la examenque dura dos horas.
- ¿Cómo enseñabas antes?
- Di una parte teórica inevitable para entender la Historia de España y luego respondí preguntas. En casa debían leer cuatro libros por semestre; es decir, uno al mes. ordenó Fortunata y Jacinta, Cañas y barro, el regente, Colmena, La ciudad de los prodigios cualquiera Anatomía de un momento.. Para evaluar lo aprendido en clase no hubo examen, sino una tarea con diferentes niveles de dificultad. Ahora haré lo mismo, pero con el examen. Si la alumna aspira a un 10 deberá responder a una serie de preguntas de mayor complejidad y extensión; Si quiere llegar al 8, tiene otros y, si se conforma con un 5, hace algo más sencillo.
- ¿Cuantos aspiran a un 10?
- La mayoría se conforma con 5. Van a pasar y salir adelante. Tienen muchos temas y quieren sacárselos de encima. La motivación se encuentra más adelante, en el maestro y en el doctorado.
- ¿Qué cambios has notado en tus alumnos en los últimos años? ¿Vienen a usted ahora menos preparados que antes?
- Sí, desde la pandemia, donde tenían muchos clases en línea, vienen menos preparados. Si pones una imagen o un PowerPoint te siguen, pero si les dices que lean, hay un hueco: se desconectan. Veo que no solucionan los problemas y no reconocen los bulos. El tecnología Les da todo de una forma más fácil, rápida y orientada.
- ¿Utilizas tecnología en tus clases?
- Sí, como apoyo a la docencia. Hay que incorporar tecnología, pero hay que ver hasta qué límite. El problema es ese está reemplazando la capacidad crítica de los estudiantes. El lenguaje visual nos está comiendo. Varias generaciones miran el mundo a través de la imagen, algo que no necesariamente es malo, pero tienen que aprender a separar la realidad de la ficción. Algunos alumnos hacen el trabajo en una noche, cuando la asignatura dura cuatro meses.
- Hay universidades que ofrecen ‘cursos cero’ para enseñar a los estudiantes a leer y escribir.
- El lectura y el escribiendo Han quedado muy desplazados. Los estudiantes vienen a mis clases de 3 y 4 con faltas de ortografíae incluso están comprometidos en tesis doctorales. Utilizan un lenguaje coloquial y hay un uso constante de la primera persona en las obras. Hay que hacer algo porque no puede ser que la universidad sea una extensión de la Bachillerato.
- ¿De quién es la culpa?
- La culpa es nuestra. Si detectamos que esto está pasando hay que hablarlo y abrir un debate, porque no puede ser que todo salga bien. La tecnología no es mala en sí misma, pero hay que utilizarla bien y saber incorporarla al aula. También deberíamos habilitar algún mecanismo para que nos llegue la voz del alumnado e incorporar su lengua a la enseñanza, sin infantilizarla, porque cada vez hay más distancia entre generaciones. Pero no todo puede ser YouTube o cómics.