En la ahora hay furanchos en tres de las cuatro provincias gallegas. Ourense es la única en la que no existe tradición de este negocio informal que se abre para que los cosecheros particulares, aquellos que tienen viñas propias y bodega pero solo para autoconsumo, puedan entregar el resto en su propia casa, o en un alpendre anexo a la misma. La mayoría de los furanchos se encuentra en la provincia de Pontevedra en torno a las comarcas del Salnés y las Morrazo y alrededores de Vigo, municipio en el que abren los primeros del año, con la romería de San Blas. Al igual que los de Moaña, que lo hacen por San Martiño, son la excepción a una mayoría que prefieren primavera. La última provincia en incorporarse al furancheo fue la de Lugo con los que han retomado una tradición histórica en el entorno de la Ribeira Sacra, en A Pobra de Brollón.
La calidad del caldo en los furanchos es harto irregular. Forma parte de la aventura descubrir cuáles son los que tienen la cocina más cuidada y el caldo mejor manufacturado. Existen algunas guías en internet que nos pueden dar pistas, como la gurú furanchín, que sitúa en un carta la mayoría de los que abren cada temporada, con fotos que ilustran su actividad, nos muestran sus tapas y la adorno, casi siempre muy rústica.