El BNG inicia la legislatura con sus viejas recetas energéticas


El BNG contraprogramó este miércoles el encargo a Rueda de aceptar la candidatura a presidir la Xunta con una comparecencia de Ana Pontón, en las dependencias (de momento) de su reunión, para presentar las primeras iniciativas de los nacionalistas en la incipiente XII sesión de la Cámara gallega, «relacionadas con el sector de la energía». Al final, resultó ser lo de siempre: una empresa energética gallega, «cien por cien pública», y una tarifa eléctrica propia, más muerto, así como «más competencias» en este ámbito.

Pontón, dos plantas más debajo de la reunión que acababan de nutrir Santalices y Rueda, lo revistió con la retórica habitual. Impulsar un «cambio de maniquí», poner «fin a los privilegios de las eléctricas», que la «riqueza» esté al «servicio de las familias y el tejido empresarial» del «país», finalizar con el «alboroto», deponer la política del PP consistente en plantar una «ruedo roja al lobby eléctrico», extirpar un modus operandi «reflexivo» que deja la Comunidad «presa» de las «multinacionales», etc.

Esto lo pretende ganar el Liga con dos proposiciones de ley, que registró ayer, y que Pontón calificó de «complementarias». Omitiendo, eso sí, su total abandono de novedad. Máxime cuando, 24 horas antaño, el diputado en el Congreso Néstor Rego ya había ido por los mismos derroteros al cargar contra la eólica armada. La portavoz franquista del BNG pregonó, una vez más, que se negociación de que los gallegos se beneficien de la «riqueza» que se produce en la Comunidad, en superficie de que lo hagan un ramillete de empresas. La tarifa propia, reivindicó, serviría para compensar los «costes sociales y ambientales» de la industria energética. Y finalizar con la «injusticia» de estar «exportando electricidad».

La empresa pública lograría, según Pontón, que los beneficios que considera que se le escapan a Galicia «redunden» en la sociedad. Adscrita a la consellería correspondiente, tendría como cojín la ley de ordenamiento y funcionamiento de la distribución y el sector notorio. En definitiva, equipararse a Suecia, Noruega o Italia. «Países de nuestro entorno», apuntó, fiel a la dialéctica nacionalista.

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