El presidente de la Xunta desvela en O Hórreo el primer plan de gobierno 100% Rueda


El sociólogo teutón Hartmut Rosa se ha significado por sus esfuerzos intelectuales en la denominada ‘apresuramiento social’ –a grandísimos rasgos, los cambios se suceden cada vez con anciano ligereza–. Difícilmente dedicará un tomo a la política gallega, pero asimismo es un termómetro de la velocidad a la que se suceden los acontecimientos. Cuando este martes Alfonso Rueda se sitúe delante la tribuna de oradores del Parlamento autonómico para pronunciar el discurso con el que abrirá el debate de investidura del candidato a la Presidencia de la Xunta, cualquier parecido con su primera vez será casi una casualidad. Y sólo han transcurrido dos abriles. La diferencia sustancial es que ahora, con el aval de 40 de 75 escaños del 18F, tiene cuatro abriles por delante para desplegar, desde San Caetano, lo que entiende que ha de ser la «Galicia del futuro». Sin ataduras y aplicando el ‘estilo Rueda’. Comenzando por rediseñar la estructura del gobierno. Su anuncio será el plato robusto de la sesión plenaria.

Rueda, el sucesor

En 2022, la marcha de Alberto Núñez Feijóo para aceptar el liderazgo doméstico del PP dejó a su hasta entonces número 2 al timón. Pero la sombra del vencedor de cuatro mayorías absolutas consecutivas era alargada. En aquella sesión de investidura, hasta se proyectaba físicamente sobre Rueda, sentado a su izquierda, en el córner que ya a posteriori fue de su sucesor. Todos con mascarilla todavía, en plena pandemia. Con Pedro Puy todavía como portavoz del Colección Popular y Luis Álvarez del Socialista; y Valentín González Formoso dejándose caer para memorar al personal que, aun sin presencia en la Cámara, era el secretario caudillo del PSdeG. Ana Pontón, en cambio, ya estaba allí. En el gobierno todavía figuraban Francisco Conde, y Rosa Quintana, y Ethel Vázquez; y no habían entrado Diego Pelado, ni Elena Rivo, ni Alfonso Villares. Feijóo no sabía que se iría para quedarse corto, un año más tarde, en las elecciones generales.

Aquel 10 de mayo del 22, el protagonismo fue asimismo para Rueda, pero la examen le escuchó con displicencia. Presidente fugaz, accidental, puesto a dedo. Antaño de balbucir ya le habían dicho ‘no’. En esto, sin secuestro, cero ha cambiado: Agrupación y PSOE ya han dicho que votarán en contra. Eso sí, dicen que escucharán al candidato. Qué menos y qué remedio. Pontón actúa como quien ha acabado el mejor resultado histórico para su partido –25 actas–, pero sin la humildad que aconseja haberse presentado tres veces a las elecciones y ocurrir perdido las tres. Y el PSdeG es como el luchador que se ha ido a la vela en los primeros asaltos y sigue noqueado. A José Ramón Gómez Besteiro, antaño de su primer debate de investidura, al punto que se le ha conocido por el Pazo do Hórreo, mientras sus ocho compañeros están aún en modo avión, aterrizando. La última novedad es el escaño 75 de Armando Ojea (Democracia Ourensana), solitario representante del Colección Compuesto, al que han dejado solo en el ‘general’.

El principal atractivo de esta primera etapa pasa por el anuncio, innovador el pasado miércoles por el propio Rueda, de la nueva estructura del gobierno gallego. La idea es que sea más eficaz y más apto, lo que apunta a una reconfiguración de áreas. Desde alejar Medio Esfera de Vivienda, a retornar a separar Educación y Civilización. O correctamente hacer los principales ajustes en el segundo escalafón. No va a ser un día de nombres, porque eso no llegará hasta el domingo 14. Sin secuestro, Rueda dará inevitablemente pistas, porque de los pesos que adquieran los diferentes departamentos se podrán extraer conclusiones. Por más que todo sigan siendo cábalas. El BNG malicia que, una vez recolocado el utillaje, lo que seguirá es mucho ‘gatopardismo’ y ballet de sillas. Eso sólo lo sabe Rueda.

El protagonismo para la nueva estructura del ejecutante será extra por la herido cuota de suspense de los anuncios que pueda sufrir en la mochila el presidente en funciones. Se da por descontado que alguno habrá, pero él mismo dejó dicho la semana pasada que, quien tenga curiosidad, que acuda al software electoral del PPdeG para el 18F, con sus casi 900 medidas. Porque esa será la «saco», insistía el pasado viernes la secretaria caudillo y viceportavoz del Colección Popular, Paula Prado. Sólo en los 100 primeros días, Rueda se ha puesto el listel detención. No tiene tanto ganancia.

El líder conservador se comprometió a poner en marcha la primera matrícula universitaria gratuita en todos los grados; iniciar la deducción para parientes colaterales en el Impuesto de Sucesiones; habilitar suelo sabido empresarial a coste cero durante los ocho primeros abriles de actividad; o impulsar los polígonos agroforestales. En algunos de esos compromisos ya lleva trabajo superior. El pasado 21 de marzo, el Consello aprobó destinar más de medio millón de euros a comprar 30.000 dosis de vacuna intranasal, para niños de 2 a 5 abriles, que se dispensarán en la próxima campaña de la catarro. Rueda garantizó que se construirán más de 4.200 viviendas públicas esta reunión, y que las primeras 375 arrancarían en los 100 días iniciales de gobierno: el 29 de febrero anunció 2,2 millones en ayudas para rehabilitaciones que inyectarán 60 inmuebles al parque de arrendamiento social; y el 21 de marzo se aprobó el calendario para «dejar todo dispuesto» y que los trámites de esas casi 400 viviendas –anunciadas a finales de enero– se efectúen a tiempo. Adicionalmente, el postrer jueves, 4 de abril, se dio luz verde a las primeras 650 plazas públicas de las 1.000 prometidas para residencias y centros de día.

¿No hay crispación?

Enfrente, una examen que, por lo conocido estas semanas, va a poner muy cara la posibilidad del más reducido entendimiento. Por más que se celebre que la crispación del Congreso no ha llegado al Parlamento gallego, los albores de la XII reunión no han estado exentos de error de cordialidad. El BNG lleva más de un mes agitando los contratos de la Xunta durante la pandemia, y ahora el PSOE le hace los coros con las sospechas de la izquierda de que se haya favorecido al entorno del PP. Aunque, para muestra de la desaparición de cortesía parlamentaria, los ataques a Rueda por asistir a la boda del corregidor de Madrid, José Luis Martínez Almeida. La izquierda no sólo ha obviado que el calendario que ha desembocado en la investidura lo condicionó la Semana Santa. Han elevado la demagogia a nuevas cotas al vincular este evento con los dos meses transcurridos desde las elecciones. Aquella perplejidad Rueda ya dijo que no esperaba 100 días de cortesía de la examen, seguramente porque se acordaba perfectamente de 2022. Pero no le dieron ni 100 horas. Y ni siquiera ha tomado posesión –lo hará el sábado–.

Tras lo pactado en la última Xunta de Portavoces, el BNG ocupará ocho escaños y dejará tres al PSOEen la segunda fila del banda derecho de la Cámara, tras el gobierno. No se repetirá la imagen chocante de la sesión constitutiva del 18 de marzo, cuando mediaron entre uno y otro grupos dos huecos que empequeñecían aún más a la menguada delegación socialista. A Besteiro lo flanquearán las viceportavoces Elena Espinosa y Lara Méndez. El Agrupación seguirá como hace cuatro abriles. Así escucharán a Rueda y, el jueves, se enzarzarán en el toma y daca, antaño de que la candidatura quede aprobada con los 40 votos favorables del Colección Popular. Y la núcleo de si Ojea se abstendrá, en un alarde de originalidad del diputado más impredecible del Parlamento gallego. El que machacará su alegato por un mejor trato para la provincia de Orense.

Arrancan siete días esencia, que culminarán el lunes 15, cuando tomará posesión el nuevo gobierno, que se desvelará la víspera. La gran núcleo. Quedarán detrás dos meses valle tras las elecciones, y la Xunta volverá a estar a pleno rendimiento por primera vez desde las pasadas Navidades.

Despega, ya sí, la ‘era Rueda’. Ningún otro asunto tiene ocupado al presidente, que este lunes delega en Diego Pelado la representación de Galicia en el Senado, donde se abordará –a partir de las 10.00– la ley de remisión de Pedro Sánchez; y que no hará campaña en el País Vasco. Viene de exprimirse en la suya para conseguir un amplio refrendo de las urnas; y, aunque aplique una deducción continuidad, sin revoluciones, diseñar al 100% su gobierno y sus políticas. “Sin tutelas ni tutías”.

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