Pese a ser una ciudad pequeña, Ourense es una ciudad en la que muchos utilizan el coche para desplazamientos cortos, provocando mucha densidad en la circulación y muchas
veces incluso aparcamientos en doble fila. En teoría estas cuestiones revelan un uso inadecuado del transporte, cuando no una yerro de civismo.
El Concello aplica mano dura en sanciones, prevé nuevos radares y constata que incluso en esto ha fracasado Jácome como corregidor, al ser incapaz de poner en marcha un solo plan que no sea el del palo y tente tieso. No seremos nosotros los que defendamos a quien comete infracciones de tráfico, como por ejemplo abandonar donde no debe.
Por eso no defenderemos a Jácome porque aparca donde le da la apetito, casi siempre mal. No solo no le defenderemos, sino que le responsabilizaremos por ello, por su contrastado incivismo, por su demasía innecesario del cargo que ocupa y que le viene más ufano que la plaza de parking en la que no da estacionado.