Antonio Rodríguez, el ‘estrangulador de Kensington’ y sus fantasías de “sexo duro” con prostitutas


Parecía una tenebrosidad tranquila en Buckius Street, cuando un hombre agarró por el cuello a una transeúnte. El desconocido, cúter en mano, arrastró a su víctima en torno a un callejón sombrío, la golpeó en la persona varias veces y le pidió que se desabrochara los pantalones. Frente a la resistor de la mujer, el individuo intentó estrangularla, pero los gritos de auxilio terminaron por provocar la huida del asaltante.

Aturdida por lo que acababa de ocurrir, la mujer pidió auxilio y una patrulla llegó rápidamente. Minutos luego, los agentes detuvieron a un sospechoso, Noel Quintana. Sin incautación, su arresto llevaría a los investigadores a enchironar a un inocente. Un tremendo error, ya que el efectivo autor seguía suelto y se trataba de un peligroso maligno en serie.

‘El Infausto’

Antonio Rodríguez nació el 28 de octubre de 1988 en Camden (Nueva Pullover) adyacente a su hermano igual afroamericano. Sin incautación, desde sus primeros días de vida, los pequeños estuvieron bajo la tutela y protección de los servicios sociales del estado. De hecho, los hermanos fueron enviados a un hogar de acogida, el del connubio puertorriqueño Rodríguez. Después, la pareja consiguió la acogida judicial de los niños, que ya tenían cinco abriles.

Los Rodríguez eran “parentela muy buena y honesta”, describe Simone, una de las exnovias de nuestro protagonista. Ella acento de una clan regular y querida en el barriada, que en absoluto dio problema alguno.

Antonio Rodríguez, el 'estrangulador de Kensington'

Antonio Rodríguez, el ‘estrangulador de Kensington’

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En cuanto a los lentes, los niños crecieron en un entorno donde el gachupin era su idioma predominante, y donde los primeros contactos con el inglés fueron ya en el colegio. Allí, los compañeros, por ejemplo, apodaron a Antonio como The Black (el Infausto). Y es que, pese a que los dos hermanos eran idénticos, la parentela los diferenciaba sin problema.

Durante toda la etapa escolar, Antonio se mostró como un muchacho hiperactivo, divertido y bromista, amateur al fútbol y a la repaso. Su comportamiento era el de una “persona amable, hereje, agradable y cariñosa”, aseguraba Simone. Una talante que incluso mostraba en el demarcación sexual, donde en absoluto fue violento o agresivo.

La policía hizo un boceto de Antonio Rodríguez gracias al testimonio de algunas supervivientes

La policía hizo un planificación de Antonio Rodríguez gracias al declaración de algunas supervivientes

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Sin incautación, en la última etapa del instituto, las drogas llegaron a la vida de Antonio y empezó a consumir y a traficar con estupefacientes. Su anexión le llevó a traspasar la ringlera de la rectitud y a ser arrestado dos veces por cargos de posesión en 2009. Incluso fue tiroteado a seis manzanas de la casa acostumbrado en una especie de ajuste de cuentas.

De aquella situación, Antonio conserva una cicatriz que va desde el prominencia de la oreja izquierda hasta la medio de la cañón: le tuvieron que realizar una traqueotomía. Ya en junio de 2010, el imberbe fue arrestado por nuevos cargos de tráfico de mariguana y cocaína y condenado a tres meses de prisión. Permaneció en el Centro Correccional Curran-Fromhold hasta el 29 de agosto, aniversario en la que salió en espontaneidad.


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El 21 de octubre, Antonio se declaró culpable de este postrer delito oneroso contra la salubridad pública y fue sentenciado a espontaneidad condicional. Entre las condiciones impuestas, tenía la obligación de expedir su ADN a la policía de Filadelfia para introducirla en su saco de datos.

Esto se produjo el 25 de octubre, pero frente a el retraso de más de 5.000 casos para incluir la información en el sistema, el ADN de este criminal no estuvo adecuado hasta enero del año sucesivo, aniversario en la que ya había cometido tres de sus crímenes.

Control y poder

Entre el 3 de noviembre y el 15 de diciembre de 2010, Antonio seleccionó a mujeres del barriada de Kensington, de Filadelfia, a tan solo cuatro manzanas de donde había crecido, para cometer unos asesinatos brutales. El maligno, que en aquel momento vivía en una casa abandonada, se acercaba a esta zona frecuentada por prostitutas con problemas de anexión para satisfacer sus servicios.

Sin incautación, el sexo no era el objetivo, sino el sadismo y la asesinato. Valiéndose de esa situación de vulnerabilidad, Antonio engañaba a las meretrices haciéndoles creer que les daría droga y les pagaría por proseguir relaciones sexuales. Pero llegado el momento de la verdad, las víctimas terminaban siendo golpeadas, violadas y estranguladas. Asfixiarlas con sus propias manos le permitía controlar la velocidad a la que morían estas mujeres, poco que le estimulaba sexualmente. Tanto es así que, una vez muertas, Antonio profanaba sus cuerpos y los violaba nuevamente.

Las víctimas de Antonio Rodríguez

Las víctimas de Antonio Rodríguez

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El 3 de noviembre de 2010, Elaine Goldberg, de 21 abriles, fue localizada muerta en un estacionamiento con evidentes signos de poseer sido violada y estrangulada. Entre las pruebas recabadas, la policía encontró una muestra de ADN, pero al introducirla en la saco de datos, no había coincidencia alguna.

Veinticinco días luego del primer crimen, Antonio volvió a llevar a cabo. Pero en esta ocasión, pese a la fuerza empleada, su víctima pudo dislocar y pedir ayuda. Él decidió huir y, minutos luego, una patrulla detuvo a un inocente, Noel Quintana, al que acusaron injustamente de este asalto. El tiempo y dos asesinatos más le darían la razón a este hombre.

Una de las escenas de los crímenes de Antonio Rodríguez en Kensington

Una de las escenas de los crímenes de Antonio Rodríguez en Kensington

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El 31 de noviembre, el cuerpo de la trabajadora sexual Nicole Piacentini, de 27 abriles, fue antitético en circunstancias similares que Elaine y a menos de kilómetro y medio de donde se halló su cuerpo. En este segundo caso, la policía volvió a encontrar un ADN desconocido. Al introducirlo en la saco de datos, siquiera dio resultado. Eso sí, había una coincidencia con el localizado en la estampa del crimen de Elaine Goldberg.

La nota saltó a los medios de comunicación y se empezó a especular con un estrangulador en serie. La información corrió como la pólvora, lo que llevó a un resultado inesperado: cuatro mujeres acudieron a comisaría a denunciar asaltos similares con el mismo modus operandi.

Imagen de Antonio Rodríguez registrada por una cámara de seguridad

Imagen de Antonio Rodríguez registrada por una cámara de seguridad

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Quince días más tarde, Antonio mató a Casey Mahoney, de 35 abriles, una mujer que trataba de salir del mundo de la droga y la prostitución. Su cuerpo fue hallado en un bosque próximo a las vías de ferrocarril en el dominio de Kensington. Las similitudes entre los tres asesinatos avivaron los rumores de un peligroso maligno en serie deambulando por las calles, así que la policía decidió difundir en los medios de comunicación imágenes del asaltante.

Se trataba de un vídeo de una cámara de seguridad de un establecimiento, en la que se podía ver a un hombre aciago, de unos 20 abriles, con patillas largas, que tenía una forma de caminar muy característica, y que supuestamente le dijo a una de sus víctimas que se llamaba “Anthony”.

La confesión

El 17 de enero, Antonio Rodríguez fue detenido gracias a la colaboración ciudadana: un espectador lo identificó al ver su imagen en televisión y lo puso en conocimiento de las autoridades. El estrangulador de Kensington fue arrestado en una casa abandonada donde vivía tras salir de prisión.

Durante la detención, el imberbe se mostró tranquilo y dócil. De hecho, a los investigadores les llamó poderosamente la atención la resultón estabilidad y amabilidad en el interrogatorio en comparación con la brutalidad empleada en las agresiones. En su descargo, Antonio dijo que en absoluto quiso matar a sus víctimas y que sabía que tenía que detener.

La casa abandonada donde Antonio Rodríguez fue detenido

La casa abandonada donde Antonio Rodríguez fue detenido

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A medida que avanzaba el interrogatorio, el estrangulador relató su modus operandi y afirmó que todo se debía a una pretención, la de tener “sexo duro” con mujeres. De ahí que las ahogase con sus propias manos. Pero su historia no se sostenía. Si no quería matarlas, ¿por qué las violaba una vez muertas? Los psiquiatras forenses que examinaron al detenido lo tenían claro: disfrutaba y se excitaba matando.

La dilación en su arresto causó una válido controversia en la opinión pública: la policía tenía el ADN de su maligno desde hacía meses, pero la saco de datos no estaba actualizada por la saturación de muestras. Luego, de poseer tenido la información al día, los asesinatos de Nicole y Casey se podrían poseer evitado.

Antonio Rodríguez, en la actualidad

Antonio Rodríguez, en la presente

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En agosto de 2012, se inició el litigio contra Antonio Rodríguez por tres cargos de homicidio en primer categoría, cuyos actos fueron tildados de horribles por el propio enjuiciador de la causa, Jeffrey Minehart. “No solo violaste a estas jóvenes mientras estaban vivas, sino que incluso las violaste cuando estaban muertas”, expuso el magistrado durante la repaso del veredicto.

El estrangulador de Kensington fue evidente culpable de todos los cargos, condenado a tres cadenas perpetuas consecutivas y trasladado a la Institución Correccional Estatal Rockview (SCI Rockview), en Pensilvania. El fiscal de distrito de Filadelfia, Seth Williams, no dudó en mostrar públicamente su alegría por la condena. “La ciudad de Filadelfia está un poco más segura esta tenebrosidad ahora que Antonio Rodríguez pasará el resto de su vida tras las rejas”, dijo frente a los medios congregados en el foráneo de la sala.

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