La PAU, el valenciano y la maldición de Sartre


Fernando Llopis

No pude dejar de pensar en la ‘maldición de Sartre’ tras interpretar la primera pregunta del examen de Filosofía, mientras mis luceros recorrían rápidamente el enunciado, buscando la segunda. Esa maldición era una de las bromas que utilizábamos un amigo y yo mientras preparábamos los exámenes de acercamiento de selectividad, ahora conocida como PAU (Pruebas de Paso a la Universidad).

El temario de la asignatura de Filosofía para aquel año estaba formado por diez temas, cada uno de ellos dedicado a un filósofo. Durante el curso solo vimos en clase los ocho primeros. La profesora recomendó a los que nos fuésemos a presentar al examen de selectividad, que estudiáramos por nuestra cuenta los dos últimos, dedicados a Sartre y Wittgenstein.

Por cuestiones de reparto de tiempos, lo cierto es que casi nada leí aquellos temas, pensando que era enormemente improbable que las dos preguntas (debía designar replicar tan solo una), fuesen sobre la misma época. Como pueden imaginar, ‘la maldición de Sartre’ se refería a que las dos preguntas iban a tratar sobre aquellos dos filósofos.

Conveniente a un error del tribunal de aquel año, la primera pregunta era sobre un tema que no estaba contemplado en el temario. Así que, ayer de interpretar la segunda pregunta pensé que iba a estar referida, para mi desgracia, a Sartre o Wittgenstein. A Dios gracias no fue así y pude responderla adecuadamente, pero todo aquel suceso supuso una imborrable enseñanza de que a veces las probabilidades y el azar hay que gestionarlos con cierto cuidado.

Unas cuantas décadas luego, como cada año, los estudiantes que finalizan sus estudios de bachillerato iniciarán los exámenes de la PAU. Los exámenes de la PAU es la única prueba externa que evalúa tanto a estudiantes como a profesores e institutos de cada una de las comunidades autónomas.

No podemos olvidar que el observación total de los resultados de los estudiantes de un instituto puede realzar la calado realizada por el centro o aceptablemente dejarla en evidencia. Además es cierto que el examen de la PAU no impide prácticamente a casi ningún estudiante su acercamiento a la universidad, pero sí que puede impedir notablemente sus posibilidades de acercamiento a grados de suscripción demanda como por ejemplo pueda ser el de Medicina. En estos grados es donde se acentúan las reticencias de unas comunidades sobre la facilidad que tienen los exámenes de otras.

El Partido Popular, con cierto sentido global, ha propuesto que los exámenes de acercamiento a la universidad deberían ser únicos en toda España y ha renovador que planea hacer una prueba global en las comunidades en las que gobierna. Es un maniquí que facilitaría al gobierno castellano certificar una educación de calidad, independientemente del circunscripción en el que vivas.

Y me cuestiono: ¿Tiene sentido un examen único de acercamiento a la universidad? Sin duda. ¿Es viable? No sería mucho más complicado que el maniquí flagrante, pero encima garantizaría una educación uniforme y comparable en cuanto a contenidos y exigencias para todos los jóvenes que estudian en España.

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Y qué hacemos con las lenguas cooficiales como el valenciano o el gallego? Yo entiendo que pueden formar parte del examen de su correspondiente comunidad, pero nunca deberías ser de forma obligatoria como es en la presente. Hoy en día, un estudiante valenciano, que por ejemplo desea estudiar Medicina en la Universidad de Arrogante, puede ver restringido sus posibilidades de éxito por el examen de Valenciano que no han tenido que realizar los otros miles de estudiantes que optan a la misma plaza.

La posibilidad podría ser que ese examen de lenguaje cooficial fuese opcional y que incluso fuese aceptablemente valorado (hasta dos puntos) en los accesos a las universidades de tu comunidad cuando se considere. Además, como parece contemplar la nueva ley de sencillez educativa, que la nota obtenida en dicho examen sea equiparable a los certificados de valenciano. Así los estudiantes de nuestra comunidad realizarían el mismo número de exámenes que los del resto de comunidades autónomas sin lenguaje cooficial.

Ignoro si el Partido Popular avanzará en sus comunidades en la idea de ese examen global. De entrada ya podrían iniciar con un calendario global de realización de las pruebas, lo que facilitaría enormemente la posterior votación y matriculación en la universidad donde el estudiante desea estudiar el límite.

Lo de la optatividad de los exámenes de las lenguas oficiales, me temo que lo dejarán como hice yo con los temas de Sartre y Wittgenstein. Quizá algún día muchos votantes les lancen la ‘maldición de Sartre’.

No quiero apurar el artículo deseando la mejor de las suertes a todos los estudiantes que van a iniciar sus exámenes de la PAU, y un resistente apretón a sus padres y seres queridos que seguro sufrirán con ellos estos días.


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