“Un salario no cubre un arriendo, no cubre una víveres. Y dos salarios siquiera”, nos cuenta Meriem. Su tribu va allí a pedir ayuda porque no llega a final de mes y necesitan comida para salir delante. Aseguran que no tienen otra opción. Sin bloqueo, su caso no es diferente del de muchos, en Cáritas lo ven continuamente.
La mayoría son personas que no están acostumbradas a pedir este tipo de ayuda, son recién llegadas. Es el caso de Gustavo, “me cuesta mucho, nunca he tenido que acudir a esto”, nos dice. O el de Sonia, que con tres hijos y trabajando como limpiadora siquiera le ha quedado otra, “esta situación es muy dura”. Muy emocionada María nos cuenta que su salario se va entre el arriendo, la luz, el agua y algún otro pago fundamental, pero que no puede más. Está al orilla: “con muchas ganas de fluir, muy mal”.
En Madrid el número de personas que se encuentra en una situación de carencia material severa ha aumentado, según un estudio de Cáritas. El 19,4 % no puede permitirse proseguir la vivienda con una temperatura adecuada y el 34 % no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos. “En este aumento de la brecha de la desigualdad en Madrid influyen la inflación, la subida de los precios de la vivienda y las dificultades para obtener a un empleo digno”, explica el director de Cáritas Madrid, Luis Hernández Vozmediano.
Esta no es la única estructura que ha notado el cambio en el perfil de las personas que acuden a pedir ayuda. En la Asociación Veí a Veí igualmente atienden cada vez a más trabajadores que no pueden estirar más el sueldo. “La víveres ha subido un 30% y por mucho que trabajes los sueldos no suben ese porcentaje”, nos cuentan. Es la efectividad de muchos trabajadores en situación precaria que ya no pueden más.
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