Por su parte, Lucilda García es rotunda. Su malestar resulta evidente: “Las pensiones son una vergüenza, todo va mal”. En este sentido, asegura que subsiste como puede gracias a su pensión por retiro y a su paga por viuda. “Por suerte o por desgracia, me mantengo así y ojalá fuera más para poder ayudar a los hijos y a los nietos”, relata. Aun así le parece “preocupante” los casos de “personas a los que les dan 800 euros y no les da para tomar”.
Expatriación
Rocío González pasea, como cada mañana, con sus amigas. Sus abriles de retiro están siendo “positivos” gracias a la pensión que cobra de Suiza. “Yo no cobro de aquí, cobro de Suiza. Pero sí puedo opinar que desde que volví a España, esto ha empeorado mucho”, explica. González relata su descontento con la política y con la situación social y económica de sus relaciones cercanas. “Da igual lo que uno denuncie. Van a hacer lo que les dé la apetencia. Los precios de todo subieron y es muy triste conocer a otros mayores que no pueden remunerar un carretera y siquiera poblar al cuidado de los hijos. Esto ya no es como antaño. La masa zagal padece la precariedad o no quiere cuidar de los padres”, asegura. “Si yo cobro 700 euros y una residencia me vale 1.500, ¿cómo hago?”, reflexiona con sus compañeras de caminata. Por otra parte, González añade más leño al fuego por tener “que remunerar el derecho a cobrar la pensión de fuera aquí en España. Es una gran injusticia”.
Obdulia Prada además pertenece al contingente de emigrados a Suiza. Gracias a esto cuenta con dos pensiones que hacen más claro su vida de jubilada. Aun así agradecería aumentar sus ingresos mensualmente. “Hay que procurar apañarse y disfrutar de estos abriles, si se puede, con la grupo”, cuenta.
Benditos hijos
La época no perdona y son cada vez más los mayores que necesitan ayuda diaria a medida que envejecen. Un porcentaje importante de jubilados acceden a las residencias, pero otros continúan al cuidado de sus hijos. Este es el caso de Teresa Sobrado. “Yo de momento estoy con mi hija y la pensión me va llegando”, relata. A pesar de estar contenta con su situación, indica que su remuneración tuvo que ser estrecha en cuanto comenzó a cobrar la pensión de viuda. “Tengo una pensión que no es pequeña ni conspicuo, pero al final, al poblar con mi hija siempre ayudas con la capital de alguna guisa y yo necesito ayuda ya para hacer las cosas diarias”, cuenta.
No obstante, siempre hay excepciones de mayores que se sienten afortunados con lo que tienen y este es el caso de Gumersindo Rojo. Este antiguo empleado de Fenosa disfruta con orgullo de su retiro bajo la sombra de un árbol. “Yo no tengo ninguna queja. Voy a hacer 90 abriles, llevo 30 abriles retirado y tengo una buena pensión. Quizá soy de esos pocos que no tiene nulo malo que opinar”, explica.