A Mezquita huele a pan



A Mezquita vuelve a deducir a pan. Su horno comunal se encendió de nuevo durante la tarde de ayer para elaborar, como antiguamente, ricos bollos, algunos de ellos con sorpresa en su interior. 

Dos generaciones unidas para persistir viva una tradición que, tras varias décadas, ha caído en el olvido. Mayores y pequeños, que participan a lo extenso de todo el año en las diferentes intervenciones de la Asociación Os Tres Reinos, compartieron una tarde intergeneracional en uno de los principales lugares de avenencia de hace décadas. 

Las mujeres del oficio, capitaneadas por Ubalda Vidueira, una auténtica experta, se encargaron de la elaboración de la masa. Una jugarreta que conlleva tiempo y mimo para que el resultado sea el esperado. Tras calentar el horno durante dos horas, llegó el turno de “meter las manos en la masa” y ahí, ganaron protagonismo los más pequeños que, instruidos por los mayores, con una amplia experiencia en esta tarea, dieron forma a un pequeño follón relleno de chocolate. 

Amparar vivas las costumbres de los mayores y trasladar estos conocimientos a las nuevas generaciones, garantizando la continuidad de la civilización y el patrimonio del oficio, son algunos de los objetivos de esta iniciativa que anualmente se repite en el municipio. 

“Gústanos moito facer o pan, e cando sae do forno está riquisimo”, declara uno de los pequeños. “Antiguamente cocíase moito, este forno era un oficio de encontro para os veciños do pobo”, asegura una de las mujeres encargadas de dirigir la actividad quien añade que “nos tempos de agora, poucas veces se coce ao ano, as cousas cambiaron moito”. 

Con esta rica merienda, los pequeños despiden las actividades de conciliación a las que acuden a lo extenso del año. Con la “barriguita llena” tras una merienda muy particular en la que no faltaron el intercambio de experiencias y la visión alrededor de el pasado con la mente puesta en el futuro. 

La transformación de forma tradicional del centeno, cerrando completamente el ciclo, es una de las metas que este municipio se puso hace cuatro abriles. Para ello, desde la entidad nave han apostado por un plan que conlleva la siembra, la separación del centeno de la espiga, su conversión a harina y la elaboración posterior del producto final. Y es que, A Mezquita, cuenta, según los últimos estudios realizados en el Castro de O Castelo -en la pueblo de Santigoso- con el centeno más antiguo de la Península Ibérica, lo que incentiva su lucha por evitar que esto caiga en el olvido.

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