«El feminismo oficial tiene la hegemonía cultural, pero se está muriendo por sus deficiencias y contradicciones»


La Cátedra de la Mujer de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha celebrado las Jornadas de Estudio 2024 ‘Nuevo Feminismo’ en la hacienda del Turia, entre cuyos participantes se ha contrario el economista Jorge Soley Climent, fundador y presidente de European Dignity Watch y asimismo fundador del Center for European Renewal. En su intervención, ha analizado a las autoras más representativas de las nuevas corrientes críticas con el feminismo «oficial», que él agrupa con el concepto de «posfeminismo». Para Soley «el feminismo oficial tiene la hegemonía cultural, pero se está muriendo por sus deficiencias y contradicciones».

«Llevamos viviendo ya varias décadas bajo la amparo del feminismo, una omnipresente ideología de Estado que lo permea todo, desde el BOE hasta la educación, pasando por los medios de comunicación. El feminismo oficial tiene la hegemonía cultural y se ha convertido en el gracia que respiramos, en la posición por defecto que se prórroga de cualquier persona prudente. Pero esta ideología es cada vez más autorreferencial y se está agotando. Por mucho que las instituciones lo hayan asumido como doctrina obligatoria, el feminismo está mutando», ha afirmado.

En opinión de Soley, la sociedad occidental se halla en el entrada del posfeminismo; es proponer, las posiciones defendidas por aquellas autoras que están realizando una ojeada crítica con el feminismo, tras acontecer de la teoría a la habilidad o, como él ha señalado, «tras el impacto de la ideología con la verdad». Aunque «lo intente disimular», el feminismo es una «corriente ideológica» y, como tal, «su esquema impacta con la verdad». Este choque no deja «indemne» a ninguna doctrina de pensamiento, «muchas resultan malheridas o, incluso, destruidas».

«Este impacto puede no ser evidente al inicio, pero aparece con el tiempo. En el caso de esta ideología, han surgido voces desde el feminismo de segunda ola, surgido en los abriles sesenta, hasta hoy que se replantean algunos de sus postulados, en decano o beocio medida, con decano o beocio profundidad, que se entendían como ya definidos e indiscutibles. Y lo han hecho frente a la evidencia clara de las previsiones incumplidas, los mercadería no deseados, las inconsistencias o las situaciones que la ideología no consigue explicar y que no deben seguir siendo ignoradas. El feminismo oficial ya no puede esconder por más tiempo esos talones de Aquiles, por muchos premios estatales, subvenciones o apoyo mediático que reciba», ha aseverado.

«El posfeminismo revaloriza la feminidad que asume el casamiento»

«El posfeminismo revaloriza una feminidad que asume la biología e instituciones como el casamiento»

Según el presidente de European Dignity Watch, «el feminismo oficial se limita a repetir una serie de eslóganes cada vez más gastados, vacíos y abstrusos. Sus disertación resultan cada vez más incomprensibles, utilizando una suerte de estilo para iniciados que pretende alejar las preguntas incómodas. Por contraste, las pensadoras que aportan los planteamientos más interesantes, penetrantes e innovadores están apareciendo internamente del campo heterodoxo del posfeminismo».

«En una sociedad que ha pasado por la experiencia del feminismo y ha experimentado sus mercadería negativos, estas intelectuales los están afrontando, analizando y buscan un modo de superarlos. No pretenden un retorno a principios del siglo XIX, antiguamente de la aparición del movimiento sufragista, sino que aportan soluciones que hablan de la revalorización de una feminidad que asume la biología y de instituciones que han vertebrado nuestra sociedad hasta no hace mucho, como el casamiento», ha señalado.

Soley ha repasado las principales «deficiencias y contradicciones» del feminismo detectadas por estas intelectuales, desde «la visión de los sexos como inherente y fatalmente enfrentados» hasta una sexualidad «presentada como liberadora, pero que impone patrones de comportamiento masculinos, con los que se ha disociado maternidad, paternidad y identidad». La principal consecuencia de este proceso que «incorpora necesariamente el expediente al engendro» ha sido «el aumento de las agresiones sexuales».

«Estos errores se hallan, de igual modo, en la ideología de índole, donde todo se construye socialmente y se ignora la dimensión biológica del ser humano, vaciando de sentido el término ‘mujer’. Sus huellas se pueden rastrear hasta Simone de Beauvoir, con su pretensión de que no se nace mujer, sino que se llega a serlo. Las posfeministas atacan asimismo la revolución sexual de los sesenta, que ha llevado a concebir a las mujeres como lógicamente estériles y las ha sometido a una tecnología que separa sexo y reproducción, poco nocivo para su vitalidad. Se ha llegado hasta el extremo de convertir a las mujeres en meras incubadoras, mediante las prácticas de maternidad subrogada», ha lamentado.

«Advertencias del papa Pablo VI sobre la revolución sexual

Sería una «equivocación» creer que el posfeminismo es un «conjunto homogéneo», pues internamente de él existen «posiciones muy diversas divididas en cuatro bloques que no son estancos», según Soley: «Para asomar, tendríamos que balbucir de las críticas de primera hora, aquellas mujeres que alzaron su voz contra el feminismo hace muchas décadas. Algunas incluso lo hicieron en los abriles sesenta, cuando se desplegaba con fuerza el feminismo de segunda ola».

«Las pensadoras más destacadas de ese conjunto son, en mi opinión, Elizabeth Fox-Genovese, Mary Eberstadt, Carrie Gress y Nancy Pearcey. En su mayoría, se negociación de pensadoras católicas que tenían como punto de remisión la encíclica Humanae vitae, de Pablo VI. Sus textos se reivindican ahora, más de medio siglo luego, porque las ciencias sociales están confirmando las advertencias de este papa italiano, que se tomaron a la ligera cuando se publicó la encíclica», ha relatado.

Un ejemplo «ilustrativo» de ese desdén es una observación de Pablo VI cuando hablaba de la anticoncepción: «Para el papa su inmersión en la sociedad, que se ha venido a tocar ‘revolución sexual’, iba a tener como consecuencia para el papa que «el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su inmovilidad físico y psicológico, llegase a considerarla como simple útil de fruición egoísta». Esto fue muy criticado entonces; «exageraciones de curas», decían algunas feministas, pero el tiempo le ha donado la razón. Desde el triunfo de la revolución sexual, el respeto a la mujer no cesa de erosionarse. A pesar de las millonarias campañas de concienciación, las cifras de maltrato siguen empeorando».

Los siguientes dos bloques de posfeministas están compuestos por aquellas que centran su crítica «en la ideología de índole» -con autoras como la ya mencionada Carrie Gress, Kathleen Stock, Abigail Favale, Sylviane Agacinski, Dora Moutot o Marguerite Stern- y las que apuntan a la «revolución sexual», entre las que asimismo se halla Favale, inmediato a otras como Jennifer Roback Morse o Louise Perry. En el cuarto monolito existen dos posturas, según este economista. Por un banda, aquellas críticas «con aspectos relevantes del feminismo», como Christina Hoff Sommers, Nina Power, Bérénice Levet o Rebekah Merkle, y, por otro, aquellas que cuestionan el «mismo fundamento» de esta ideología: Anne Trewby, Iseul Turan, Vania Russo y Mary Harrington.

Alimentado conjunto de expertos

Adjunto a Soley -que ha felicitado a la UCV por «tomar la delantera» creando la Cátedra de la Mujer, «determinado tenía que hacerlo ya en España para tratar estas cuestiones desde este entorno universitario»- han participado en las Jornadas de Estudio 2023/2024 la profesora María Nieves Alberola, de la Universidad Jaume I, que ha disertado en torno a el feminismo, el teatro y el humor en las cuadro cultural estadounidense, y los profesores de la UCV José Vicente Bonet, Sara Martínez Mares, María José Granell y Mercedes Ten. En el acto de transigencia de las jornadas ha participado el rector, José Manuel Pagán, y la directora de la Cátedra, Pilar Ferrer, y han sido clausuradas por el vicerrector de Investigación, José María Tormos.

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