Jared Leto, Melendi y Rels B hacen saltar por última vez al público del Monte do Gozo


Llegó el apoteosis y, con él, el final. Han sido tres jornadas en las que el Monte do Placer no ha dejado de moverse ‘al Son’ de unos y otros ritmos. Del pop al tecno, del rock al hip-hop. El festival Son do Camiño trajo a Santiago una selección de artistas nacionales e internacionales que este sábado tuvieron que proponer adiós a la haber gallega. Eso sí, por todo lo suspensión, en una marcha coronada por Ana Mena, Melendi, Jared Leto y Rels B.

La tarde comenzó a cargo de New Wave Kill, Carlos Ares y BB Kill. Con ellos, el manifiesto fue poco a poco haciendo acto de presencia, y sus cifras ya estaban consolidadas llegado el turno de Ana Mena, que reunió a legiones de fans que se agolparon en todas las direcciones, pese a ser todavía las siete de la tarde. La malagueña, que se ha coronado como una de las divas del pop doméstico más recientes, puso a bailotear al Son desde el minuto uno. Tocó ‘Un beso de improviso’, ‘Solo’ y a posteriori bajó las revoluciones con ‘Un clásico’. El manifiesto respondió por completo y a lo amplio de todo el espectáculo cambió de marchas según lo dispuso la cantante, que incluso repasó ‘Ya es hora’ y ‘Quiero decirte’, en la que sonó la voz de Abraham Mateo. En todo momento, la comediante desplegó unas coreografías en las que, acompañada por su índice de bailarines, despuntaba confianza; está claro que se siente en su salsa subida a los escenarios. Entonces llegó la sorpresa. De la ausencia, Mena arrojó a su audiencia una traducción de ‘Puedes contar conmigo’, de La Oreja de Van Gogh -que en su concierto del día preliminar se había quedado fuera del repertorio-. Las humanidades más sentidas quedaron para el final: el show culminó con ‘Se iluminaba’ y ‘Música ligera’ -«la más particular» para ella, reconoció-.


Ana Mena


O Son do Camiño

Tom Odell, su piano y su facción -no faltaron violines, trompetas y saxofones- fueron los siguientes que se llevaron al manifiesto de ‘paseo emocional’, como él mismo dijo al hacer su entrada. Entre las primeras que tocó sonó ‘Spinning’ y, de canción en canción, llegó a ‘Heal’, uno de sus temas más escuchados en todo el mundo. La épica del pop siguió presente en ‘Hold me’ y ‘Parties’. Y estalló en el postrer tema, que el inglés se había guardado bajo la manga como si fuese un secreto a voces. El archiconocido ‘Another love’, dirigido a un manifiesto que ya tenía el corazón en un puño, representó el culmen del concierto. Tras los debidos agradecimientos, Odell realizó una discreta salida de campo y dejó el animación caldeado para lo ulterior, aunque seguramente no hubiese hecho desliz: le llegaba el turno a Melendi.


Tom Odell


O Son do Camiño

Lo que puso el ovetense sobre la mesa fue un poco de todo. No pudo quejarse quien esperase escuchar una buena remesa de temas antiguos -‘El Milindri’ lo llamaban…-, pero siquiera sus fans más recientes; hubo suficiente para todos los gustos. De ‘El Parto’ a ‘Piratas del Bar Caribe’ y, de ahí, a ‘Porque te quiero como el mar’. Y llegó la primera golpe de cánticos del manifiesto, que se columpiaba entre la nostalgia y la emoción. Las edades de las canciones siguieron alternándose. ‘Tocado y hundido’, ‘Roto’… y ‘Caminando por la vida’, que volvió a secuestrar las voces de todos los asistentes para cantar sus versos unánimente. Pero esta no estuvo sola en su cartera de viejos éxitos: hubo tiempo para ‘Un violinista en tu tejado’, ‘Barbie de extrarradio’ y ‘Sé lo que hicisteis’; si se negociación de inquirir el impacto, el asturiano se conoce a sus públicos como la palma de la mano. Siquiera se dejó ‘Tu pensil con enanitos’, ‘Canción de aprecio caducada’ ni ‘En lo alto Extremoduro’, su tributo personal a la facción cacereña. El vallado lo puso tras tocar ‘Lágrimas desordenadas’ y, fiel al título, a más de uno le costó mantenerlas bajo control. El espectáculo dejó indiferente a nadie, y Melendi se retiró entre ovaciones y besos lanzados al distinción.


Melendi


O Son do Camiño

El sol ya se escondía y un singladura fresco comenzaba a calar los huesos en el Monte do Placer, aunque sus existencias los redujeron unos y otros artistas, que hasta entonces habían mantenido al manifiesto moviéndose y dando saltos. Pero, pasadas las diez, la esperanza podía palparse como materia sólida. Comenzó una cuenta a espaldas -en español-: «treinta y dos, treinta y uno, treinta… treinta… treinta…», se quedó ‘atascada’. Era la señal de entrada para Jared Leto y su facción, Thirty Seconds to Mars, que empezaron resistente desde el principio. Un espectáculo de luces y coros que tuvo ‘Walk on water’ como uno de los primeros temas. Al poco, Leto pidió «al peor bailarín» de entre todo su manifiesto que se subiera al escena para mover juntos el esbozo, y vaya que si cumplió su deseo, el cantante, y su promesa, el invitado.

A nivel técnico, el espectáculo fue un disfrute. Una seguro de luces y existencias de sonido a bisagra con cada canción, y incluso con el ‘look’ por el que apostó el vocalista, que había entrado en campo con quevedos de sol y ataviado con una refulgente capa dorada. Llegó ‘Hail to the victor’ y, poco a posteriori, uno de sus buques insignia: ‘This is war’. Leto vivió la canción por todo lo suspensión, nunca mejor dicho, porque se quitó la capa y procedió a trepar por uno de los andamios del escena -en un claro advertencia a su épica ascensión al Empire State a finales del pasado año- para cantar desde hacia lo alto el postrer estribillo. El estadounidense no permitió que su concierto decayese en ningún momento: ‘City of Angels’, ‘Stuck’, ‘Attack’… y, para terminar, subió al escena a una tropa de fans -«quiero a los más locos», dijo- y cantó cercano a ellos ‘The end of the beginning’. Al final, el Son firme despidió a la facción entre aplausos, ovaciones y coros haciendo eco de sus melodías.


Thirty Seconds to Mars


O Son do Camiño

Aunque ya pasaba de la una, la esperanza por ver a Rels B quedó documento. No sucedió como los días anteriores, cuando al terminar el habitante de cartel del día podían entablar a estar mareas de parentela emprendiendo el camino de reverso. El mallorquín brindó frescura a la recta final del Son con su postura por el trap: ‘Pa quererte’, ‘Cómo dormiste?’, ‘Un rodeo’… incluso rescató viejos éxitos: sonó ‘Tienes el don’, frente a un manifiesto muy borboteante que no quiso quedarse sin cantarla cercano a él. Poco diferente hizo en ‘Shorty que te vaya proporcionadamente’, en la que solamente sonó su voz y un piano, abrazando la composición en auditivo. Posteriormente, de reverso a la marcha con ‘Sin mirar las señales’ y ‘Buenos genes’, antiguamente de retornar a descender las revoluciones con ‘Mejor no nos vemos’. Durante todo el show, y a pesar de acercarse la confín de las dos de la mañana, el cantante supo persistir motivado al manifiesto trasnochador. De cara al final tocó ‘Me prefieres a mí’ y ‘Lo que hay por aquí’. Y culminó con ‘A new star is born’, que puso el alfiler a su concierto. Como puntualización, antiguamente de irse, se dejó un misiva a sí mismo para este domingo: ir a un restaurante a probar los percebes porque, según dijo, todavía no los ha catado.


Rels B


O Son do Camiño

De poner fin a tres días de festival a ritmo de tecno se encargó Wade, que cerró a lo magnate con un repaso de temas que cubrieron sus trece primaveras de trayectoria musical. Y así terminó la villa estampación del Son do Camiño. Ahora, Santiago ya puede entablar a pensar con qué artistas quiere poseer el año que viene.

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