Corpus Christi en Córdoba, honores y alabanzas al Rey de la Gloria por las calles


Cristo mismo, allí presente y existente, en ese momento, en las calles de Córdoba. Es lo que la ciudad creyente celebraba este domingo y por eso acudía en masa a rendirle honores. En la imponente Custodia que labró Enrique de Arfe en el siglo XVI el Señor se mostró el domingo frente a los fieles en una tarde pletórica en la que la afluencia interiormente y fuera del cortejo, pegado con la música y los altares a lo abundante del itinerario fueron canto emocionado al Acto sexual de los Amores.

El alegre toque de campanas de la torre daba ese pellizco al alma de los que aguardaban en el Patio de los Naranjos. El olor a romero por los lugares donde iba a advenir evocaba otras tardes de Corpus vividas, pero ésa era la que tocaba disfrutar.

La piadosa belleza que un platero logró concretar en metales, sobre la peana barroca de Damián de Castro, volvió a ser la bloque de esta catequesis.

En el signo de partir el pan y el caldo, el Señor mostró a los apóstoles el ocultación de la eucaristía, y su entrega, lo que pudieron ver como si de una catequesis para niños, jóvenes y mayores, el ocultación de la Sagrada Cena. Por segundo año consecutivo el Señor de la Fe enseñaba directamente de qué se deje durante la solemnidad del Cuerpo y la Matanza de Cristo.

Lo hizo sobre sus andas propias de su hermandad para el Corpus, en espacio de en su paso dorado de Jueves Santo. La bandada de música Tubamirum, de Cañete de las Torres, acompañaba el avance del Señor de la Cena, con túnica blanca, y cuyo paso iba adornado por flores blancas y espigas de trigo. ‘Fuensanta Coronada’ fue la marcha con la que salió el ocultación.

La renovación de la procesión oficial que organiza el Cabildo Catedral, pegado con la Diócesis y la Agrupación de Cofradías se plasmaba, así, de nuevo en las calles de Córdoba, con los participantes de todos los movimientos eclesiales activos todo el año, incluidas las hermandades con representación y hermanos de cirio, y más cantidad de personas poblando el céntrico itinerario.

Unos instantes ayer el prelado de Córdoba, Demetrio Fernández, subrayó durante la homilía de la ofrenda celebrada en la Catedral que es una «fiesta sobresaliente». Lo que se recordaba era «esa única ofrenda que Cristo ha hecho una vez para siempre. Gocémonos al participar de esta alianza en la que Todopoderoso nos ha entregado a su hijo y nadie podrá romper ese nudo».

Aseguró que la prueba de que amamos a Todopoderoso de verdad es que amamos a los hermanos, a los últimos, a los pobres. «Del sueldo y de lo que recibo tengo la obligación cristiana de compartir con los que no tienen mínimo, y que están entre nosotros. Se nos invita a que ayudemos a todos los pobres del mundo».

Inaugurar el corazón

En esta partidura, insistió en que «uno no es cristiano si no abre su corazón a micción de los demás», por lo que animó a «tender nuestra mano a pobrezas, la Caridad renueva todo, y toca nuestro corazón para que nos abramos al apego fraterno».

El centro de la inmaterial cristiana, la solemnidad del Corpus Christi se vivió con gran fervor. Y lo cierto es que fue claro por toda una serie de instrumentos que hicieron elevar el espíritu. La gran mayoría de las parroquias cerró sus puertas por la tarde para fomentar la afluencia a la procesión más importante del año si se tiene en cuenta la ceremonia.

Los altares, preparados con mimo unas horas ayer por decenas de personas de las hermandades, fueron otro ejemplo. Su tiempo, dedicación y buen inclinación edificaron composiciones efímeras, sí, como el mundo, pero perfectas para honrar al Santísimo Sacramento.

La hermandad de Ánimas alzó uno de impresionado carácter arquitectónico, con un Chaval Jesús y sobre Él, la metáfora de las virtudes teologales: la Fe, (con el hechizo del paso del Cristo de Ánimas que lleva los luceros vendados), la Caridad (el Santísimo) y la Esperanza (hechizo con un áncora).


Sacerdotes en el cortejo del Corpus Christi


Rafael Carmona

La Misericordia incluyó su estandarte sacramental con las imágenes de San Acisclo y Santa Trofeo de la mausoleo de San Pedro. El Carmen de Puerta Nueva dispuso a la Doncella de Nazaret y un repostero con el pelícano alimentando a sus hijos, símbolo eucarístico.

El Carmen de San Cayetano en el convento de Santa Ana mostró con muchas flores y banderas un altar sacramental. La Sentencia dispuso a Nuestra Señora de la Alegría en el centro de su montaje frente a un primero de altar bordado de mucha belleza.

Otro capítulo que honró al Señor fue el de los cantos. Voces de todas las edades, las de los seminaristas, y asimismo blancas, entre ellas, las de la escolanía San Francisco de Asís, de la hermandad de la Soledad.

Las cornetas y tambores de Caído y Fuensanta abrieron por primera vez el camino del cortejo esta tarde que brilló como el sol. Fue un cuarto de hora a posteriori de lo previsto inicialmente con la marcha ‘Cristo del Acto sexual’ y durante 45 minutos no cesaron de advenir representaciones hasta que la Custodia brilló en el Patio de los Naranjos.

La bandada de música María Santísima de la Esperanza volvió a regalar un selecto repertorio de marchas a la prestigio del Corpus de Córdoba. ‘Cantemos al Señor’, de Álvarez Beigbeder no faltó entre lo interpretado ni ‘Rey de Reyes’, de Mariano San Miguel.

Todas las hermandades de Córdoba, las de celebridad y las de penitencia, las no sacramentales y las sacramentales, formaron parte de la procesión. Entre ellas, la de la O, desde que fue reconocida como tal. Manos Unidas, Pastoral Gitana Católica y Cooperadores Salesianos acudieron asimismo.

Las Madres Mónica, que durante todo el año presentan frente a al Santísimo una oración por sus hijos, acompañaron al Corpus vestidas de blanco y le mostraron su agradecimiento por la protección que les presta a sus familias. Todavía Adoración Nocturna y Cáritas y no pocas religiosas.

Los sacerdotes, ministros que imparten la eucaristía cada día en los templos, y los diáconos que pronto se ordenarán, pegado a los niños de primera Comunión. El capataz David Pinto Sáez cumplió treinta primaveras guiando el paso del Corpus.

Todo armonizó para que este Corpus fuese como los mejores que la memoria alcanza a rememorar, interiormente de la larga condena de una tradición de siglos. El Corpus afianza y recobra el esplendor.

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