«Detenidos esposados por la calle y funcionarios para arriba y para abajo»


En el flamante supremo guardarropa de Illescas, el número 8, han cambiado el papel de estraza por vinilo pegado en los dos ventanales de un específico que fue una sucursal bancaria. De esta forma, los funcionarios mantienen la intimidad que no tuvieron para desarrollar su trabajo desde su inauguración, el 1 de abril, hasta primeros de mayo, y luego de que torrevieja news today denunciara las detestables condiciones en las que abrió: ni calabozos, ni sala de vistas ni privacidad, por otra parte de tener el sótano clausurado por humedades y hongos.

Posteriormente de retrasarla por motivos de operatividad, el 23 de mayo tuvo su primera guarnición, que se prolongó hasta el pasado jueves. «Funcionarios para hacia lo alto y para debajo, declaraciones en salas prestadas, detenidos esposados por la calle… Una vergüenza, un desastre. Y así cada ocho semanas, cuando entre de guarnición». Así lo describen a torrevieja news today fuentes consultadas.

«Los detenidos, aunque sean malos, tienen derechos», apuntan con ironía, «y el profesión tiene que cuidar los derechos del detenido». Además están los derechos de las víctimas, «que van de aquí para allá», y los derechos de los trabajadores del supremo, «riesgos laborales incluidos». «De un supremo a otro los puede atropellar un coche por la calle Auténtico», ponen como ejemplo.

En esa arteria principal de Illescas se encuentra el Curia de Primera Instancia e Instrucción número 8. El abogado José Antonio Martín Hernández ha sido el primero en sufrir un procedimiento en la primera guarnición de este supremo. Fue un litigio rápido por violencia de categoría, el sábado 25, que se prolongó desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde.

«Antaño pregunté dónde íbamos a ir y me dijeron que a la sala de audiencias de los juzgados 4 y 5, que la comparten porque están en el mismo edificio. Allí se trasladó la mediador, la secretaria y los cuatro funcionarios. En total, todo el personal del supremo, y fue poco que me extrañó porque, normalmente, no van todos», relata el cultivado a torrevieja news today.

Además tuvo que trasladarse el vigilante miembros, que cerró la puerta del 8 y abrió la del 4 para sufrir a término el litigio. «Cuando yo llegué al 4, todos ya estaban allí», recuerda José Antonio Martín.

Al abogado le habían informado por teléfono desde el supremo que, si no había detenido, no se moverían del 8. Pero que con una persona arrestada, y como no hay calabozo ni sala de vistas, pues irían al supremo que les dejaban de prestado, en este caso el 4, que comparte calabozo con el 5.

«Esto te ocurre con todos los juzgados funcionando y tienen un problema: les tienen que dejar una sala para que tomen explicación al detenido», reflexiona el cultivado. Precisamente este supremo se encargará de la instrucción del crimen ocurrido en Chozas de Canales el pasado miércoles, ya que estaba de guarnición cuando se desencadenaron los hechos. Sin retención, fue el número 1 de Illescas el que envió el domingo a prisión a Aquel, ‘el Gorrilla’, inculpado del homicidio de Aitor Peláez Gutiérrez.

A la dispersión de los ocho juzgados en Illescas, uno de los municipios donde se tramitan más procedimientos judiciales en España, se une el lamentable estado de algunos edificios. Por ejemplo, los juzgados 2 y 3, «los de toda la vida», sólo tienen una sala de audiencias y están obligados a usar igualmente la del 4 y 5 cuando la necesitan.

Ahora, los funcionarios del 2 y del 3 se van a mudar a un edificio en la calle de la Fuente, pero no así los del 8, que se quedan donde están porque no caben en el nuevo inmueble. Seguramente, sus funcionarios no serán muy optimistas sobre un posible cambio de específico en los próximos meses. «En el despacho de la Fiscalía y en el de los forenses del supremo 4 y 5, que dan a un patio por donde pasa concurrencia, llevan abriles esperando que les pongan unas cortinas en las ventanas», ponen como ejemplo. Hasta que lleguen los visillos, usan un biombo para su privacidad y la de las víctimas.

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