la obra de Fernando Botero se expone en Córdoba


Antaño de acaecer a la exposición de Fernando Botero que este martes se inauguró en Córdoba hay que abrir por desterrar tópicos, aclarar conceptos y mirar las cosas de otra forma. Es lo que salta de las palabras de la comisaria, Marisa Oropesa, cuando acento del contenido de la muestra que se puede saludar en la sede de la Fundación Cajasol (Ronda de los Tejares, 32) y de cómo los quehaceres del comediante colombiano son tantos que no tendrán más remedio que sorprender a los visitantes.

La exposición se titula ‘Sensualidad y melancolía’ y en ella, explicó Marisa Oropesa, hay 31 obras de Fernando Botero (1932-2023), de las que cinco son esculturas, porque se dedicó con igual pasión a las dos artes, y el resto pinturas, dibujos y acuarelas. De estas últimas las hay muy recientes, como algunas del mismo año 2023, porque «estuvo pintando hasta el día de antiguamente en que lo ingresaron en el hospital» en que murió.

Dice la comisaria que Fernando Botero odiaba la palabra ‘gordos’ para referirse a las figuras humanas que aparecen en su obra. «Su pintura y su escultura eran volumétricas, porque lo que hace es dar comba», contó poco antiguamente de la inauguración de la muestra. «No se utiliza la palabra notable para una casa o para una manzana, cuando se les da comba», explicó sobre su inconfundible estética.

Y en la exposición que se acaba de inaugurar en Córdoba se encontrarán algunos de los temas más queridos, como el del circo y las personas que trabajan en él, y que siempre le fascinó. Incluso la mujer. Marisa Oropesa quiso gustar la atención sobre cómo su visión sirvió «para empoderar a la mujer», porque la mostró dominadora gracias a los volúmenes y a la personalidad de su obra. Hasta Sabina habló en una canción con la palabra prohibida: «Gordas de Botero», pero eso muestra que la figura femenina estuvo en primer plano.

La comisaria destacó, por ejemplo, la obra titulada ‘La carta’, en la que una mujer desnuda está tumbada sobre la cama leyendo una carta. El espectador tendrá a posteriori que deducir que la misiva es de bienquerencia. La obra, dijo, sobresale por la «voluptuosidad» de la figura femenina, por el fondo y por lo que puede imaginar quien está delante de la obra.

El figón, el circo y la mujer, a la que muestra «empoderada», según los estudiosos, se asoman a las obras reunidas

Una escultura insiste en el mismo tema de la sensualidad, ya que muestra a una zagal, con su característica volumetría, tendida y desnuda, con un pájaro en los pies. En la muestra la mujer puede aparecer además vestida de torera, porque el mundo de la fiesta además está muy presente en su obra.

Los que se acerquen a la exposición podrán encontrar sugerencias, detalles escondidos y belleza, porque Fernando Botero fue un autor que decantó su estilo, como todos, a posteriori de búsquedas y viajes. Para abrir, los colores, afirmó Marisa Oropesa, forman parte de la tradición de su país, de Colombia, donde abundan tonos cálidos y muy alegres. De él habló además de la proporción y del desdibujado, como forma de expresión técnica de un autor con mucha destreza.

Personalidad

Cuando empezó a formarse como comediante estuvo en Italia, y allí, especialmente en Florencia, descubrió el ‘quattrocento’, el arte de las primeras décadas del Renacimiento, en el siglo XV. Aquellos artistas, destacó, lo inspiraron, y fue capaz de padecer su influencia a su mundo. «Lo importante es que cuando estás viendo una obra de Botero sabes lo que es, porque no hay otro comediante que se parezca. Y pueden copiar, pero su personalidad es importantísima y por eso se le reconoce», resaltó. Otra influencia fue la del suizo Alberto Giacometti, pero a la inversa: si él hacía figuras alargadas, casi como si fueran egipcias en los perfiles, Fernando Botero les dio comba.

El otro tópico del autor colombiano es el de la observación amable. Es así en una gran parte, porque en Botero «sonríen hasta los dictadores», que aparecen con su referencia marcial atiborrado de condecoraciones, pero además en muchas ocasiones ha plasmado cosas poco agradables.


Un domador de caballos en el circo, uno de los mundos predilectos de Fernando Botero


Hechizo rodríguez

Los hizo con las torturas de los soldados norteamericanos a presos iraquíes en la prisión de Abu Graib, en unas obras que a posteriori donó a la Universidad de Berkeley, pero que queda «para el mundo impávido». «Persigue la dualidad de la belleza en el figón, la mujer y la escultura», pero además hizo denuncia social cuando era necesario.

Aquí la comisaria habló de cómo admiró a Goya, en cuyo museo expuso, y plasmó en un infierno la crueldad de la Pasión en escenas como la de la flagelación o la porífero empapada en vinagre.

Excursionistas, músicos, parejas que bailan con total contento, domadores de caballos y familias, pero además su obra ‘Santa Rosalía’ se asoman a las obras que se pueden tener en un altar en la Fundación Cajasol y donde los espectadores pueden encontrar al Fernando Botero que esperan y al que no y comprender mejor su universo.

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