Las monjas clarisas de Belorado desoyen el ultimátum de la Santa Sede


Una segmento de cámaras ancladas a sus trípodes enfocando al convento de Santa Clara en Belorado describe un nuevo capítulo en el culebrón de las monjas cismáticas de la billete burgalesa. Las religiosas que abandonaron la iglesia católica para abrazar la fe del prelado excomulgado, Pablo de Rojas, han vuelto recusar el diálogo con la Santa Sede.

Una delegación integrada por la secretaria de la Agrupación de las Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu, Sor Carmen Ruiz, el representante del Comisario Pontificio, Rodrigo Sáiz, y el protonotario del Tribunal Religioso, Carlos Azcona, acudían al convento acompañados por una notaria para entregarles unos requerimientos. Según informaba el Arzobispado de Burgos en un comunicado, las monjas solo admitieron la presencia de la notaria porque los demás “no eran correctamente recibidos”. Prueba de ello, es que las monjas solicitaron la presencia de una patrulla de la Control Civil para que abandonaran las instalaciones. El portavoz de las hermanas cismáticas, Fran Ceacero, asegura que les pidieron hasta en tres ocasiones que abandonara el convento y “por eso llamamos a la Control Civil”.

48 horas para entregar una copia de las llaves

Ha relatado que en el requerimiento les dieron un plazo de 48 horas para que entreguen una copia de las llaves del convento. Ceacero o Don José, como se hace tocar, añade que han citado a las monjas a presentarse a un Tribunal para que ratifiquen su intención de confiarse la iglesia de Roma. “Adentro de 10 días deberán presentarse para que, una por una, manifiesten voluntariamente su renuncia a la Iglesia y así se inicie el proceso de excomunión”, aclara.

El portavoz de las clarisas de Belorado insiste en que no harán ni una cosa ni la otra. “Esto va a ser una cruzada larga. No se va a resolver en dos días como ellos pretenden. Ya se verá quién apetencia”, añade Ceacero quien denuncia que “han hecho todo sin una orden legal y han bloqueado las cuentas de las monjas porque les interesa disolver las entidades y quedarse con los inmuebles”.

Semblante de hostilidad

El Arzobispado de Burgos lamenta lo sucedido y lo califica como “un expresión de hostilidad que manifiesta la nula intención de la comunidad de establecer cualquier diálogo con la persona designada por la Santa Sede y su equipo”. El comunicado concluye reiterando “la voluntad del Comisario Pontificio de tender puentes y de encontrar vías adecuadas para alcanzar una decisión”.

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