los cargos no pasarán por alto en la carrera a la Casa Blanca


Todas las encuestas realizadas con posterioridad al veredicto del tribunal declarando culpable de 34 cargos criminales a Trump en Nueva York indican lo mismo: el apoyo al expresidente se ha conocido afectado, ha disminuido, pero en una proporción pequeña.

Traducido a datos y resumiendo el conjunto de las encuestas serias, Trump tenía una preeminencia de 2 puntos -46% frente a 44%- y ahora tiene una preeminencia de 0,5 puntos -45,5% frente a 45%. Para calar a conclusiones sólidas sobre lo que eso quiere sostener hace equivocación más tiempo. Pero sí se pueden ya descontextualizar algunos apuntes importantes.

Primero, el veredicto no ha supuesto ningún punto de inflexión radical, lo que quiere sostener, como se intuía, que para la maduro parte de votantes el resultado y su intención político -fuera el que fuera- ya lo tenían descontado por precoz. Es cierto que en una selección tan apretada como esta una pequeña variación puede ser absolutamente decisiva.

Pero incluso es cierto -y este es un delegado muy relevante que con frecuencia se olvida- que las encuestas indican intención de voto a nivel doméstico y, sin confiscación, las elecciones no las tiene por qué superar el candidato más votado en todo el país sino el candidato que se impone en el puñado de estados claves e indecisos, donde no hay encuestas serias posteriores al veredicto y donde, por otra parte, la variación que se produzca puede ser de signo contrario al doméstico.

En suma, es muy pronto para calar a una conclusión que vaya más allá de sostener que para Trump no ha sido positivo pero no quiere sostener que vaya a perder la preeminencia electoral. De hecho, las campañas de los dos candidatos parecen convencidas de no solo que el veredicto no daña de modo singular sus candidaturas sino que incluso le pueden sacar partido.

Eso es porque Joe Biden, por razones obvias, puede ir por el país acusando a Trump de ser un criminal condenado. Y Trump porque puede insistir en su argumento de que se está usando a la imparcialidad para hacer descarrilar su candidatura. Por ahora, ambas campañas parecen contentas con ese argumentario. Y incluso hay razones para eso.

El presidente Biden sabe que, más allá de lo que indiquen las cifras oficiales, en el país hay descontento con la marcha de la caudal (en singular, la inflación) y con la inmigración, por otra parte de que la inmensa maduro parte de los estadounidenses le ven demasiado maduro para retornar a presentarse.

Trump está convencido de que atacar personalmente a Biden y presentarse como una víctima del sistema político es el mejor argumento para movilizar a su colchoneta electoral, y movilizar a su colchoneta electoral es, por ahora, su organización, más que intentar expandir esa colchoneta electoral en rastreo de independientes por el centro.

La organización de los dos, curiosamente, a quien más frustra es, precisamente, a ese, aproximadamente, 20% de votantes aún indecisos. A ellos los que más les une es el descontento con los dos candidatos y, al final, lo más probable es que acaben votando por el que menos detesten.

Así parece, a día de hoy, que se va a arriesgarse en Estados Unidos quién será el próximo presidente. Pero no se olvide: aún faltan momentos muy relevantes por producirse, como la sentencia concreta que se imponga a Trump, los debates electorales, las convenciones y, por supuesto, los imprevistos, que los habrá.

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