Su uso como restaurante llegó tras la pandemia. Ofrece una carta no muy extensa pero bien surtida para quienes quieran carne o alguno de sus cuatro tipos de bacalao que borda la cocinera, como buena portuguesa de Melgaço. En esta primera ocasión probé el Bacalao Peregrino, con volandeiras, gambas y patatas panadera. Un trabajo bien hecho con buena materia prima y raciones generosas.
El nombre del plato puede estar relacionado con el Camino del Miñoto que pasa cerca y la vinculación de este restaurante con Portugal también se puede comprobar en su carta de vinos, donde Alvarinhos de Melgaço y otros vinhos verdes comparten bodega con ribeiros de colleiteiro. Una cocina muy decente, un servicio amable y diligente y una terraza tan espléndida frente a Miño me proporcionaron una comida inolvidable y muchas ganas de repetir el viaje.