los Juegos, gracias a una guerra



A poco más de un mes de los Juegos de París, recordamos la primera vez que la renta francesa fue sede olímpica. 

Sucedió en 1900, aunque debemos remontarnos a Atenas 1896 para conocer cómo se forjó -y costó- la designación francesa.

El enorme éxito y repercusión de la restauración de los Juegos en la renta griega entusiasmó tanto al país que, a su término, intentó convertirse en sede permanente del evento.

Pierre de Coubertain, recién notorio presidente del Comité Soberbio Internacional- recordó entonces a los griegos que el pacto suscrito y aceptado abriles antaño por el COI consistía en nombrar a Atenas como primera sede en 1896, París como segunda, en 1900, y posteriormente, una ciudad diferente cada cuatro abriles.

El barón francés lo hizo de forma más que educada, en una carta dirigida al rey Jorge I y publicada en diferentes medios. Pero el escrito causó escándalo en Grecia. El propio monarca calificó a Coubertain como “bandido” de la esencia franquista, montándose un incidente diplomático.

La paciencia de Coubertain, el respeto a lo firmado y los acontecimientos posteriores decantaron la designación francesa. 

En 1897, Grecia entró en eliminación contra el entonces Imperio Turco por el control de Creta. Se llamó “la de los 30 días”, porque en menos de un mes, pésimamente dirigidos por los hijos del rey -Constantino y Jorge- los griegos perdieron estrepitosamente y se vieron obligados a aceptar duras sanciones territoriales y económicas.

Esta derrota descartó a Atenas, confirmándose París como el mejor para la segunda tiraje. El Rey Jorge I fue asesinado en 1913, por un atracador, cuando paseaba por Salónica. La monarquía griega no duró mucho más.

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