La tragedia del Gigante sigue dando que cuchichear. El pasado 18 de junio de 2023, cinco personas murieron cuando el sumergible de la empresa privada OceanGate implosionó en el fondo del océano Atlántico oportuno a la suscripción presión del agua. Las cinco personas que iban en su interior trataban de acercarse a los restos del Titaniccomo parte de una expedición turística.
Siguen sin conocerse los motivos de los hechos. Lo que sí se conoció es un estudio de ingenieros de la Universidad de Houston, publicado en la revista científica ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, que trataba de arrojar luz sobre lo que pasó de modo concreta para que la presión del agua acabase provocando la implosión del Titan. Las hipótesis de estos investigadores señalaban que el colapso podría estar relacionado con el uso de un material poco apropiado para un sumergible que iba a realizar misiones tan exigentes, y oportuno el desgaste que acumuló de las expediciones anteriores.
Nuevo libramiento en el caso
Ahora, hay un nuevo libramiento en el caso. Una investigación ha revelado que la transcripción que se difundió de las comunicaciones del sumergible y su nave nodriza era falsa. Se comercio de una investigación que ha llevado a final un funcionario federal de Estados Unidos. Su equipo ha revelado que las transcripciones entre el sumergible Titan y su nave nodriza eran “falsas”, según cuentan en el ‘New York Times’.
Un año a posteriori de los hechos, el equipo de investigadores del gobierno federal estadounidense señaló que la transcripción era totalmente ficticia. El congregación no descubrió ningún signo despectivo, lo que quiere proponer que los tripulantes no fueron advertidos de ningún suceso catastrófico que pudiera amenazar sus vidas. “Algún lo hizo lo suficientemente admisiblemente como para que pareciera verosímil. La transcripción hacía que pareciera que estaban entrando en pánico”, ha revelado Jason D. Neubauer.
El piloto del Gigante despedido
Tras conocerse la novedad del Gigante, medios estadounidenses apuntan que un piloto, David Lochridge, fue despedido en 2018 tras advertir del peligro potencial para los pasajeros si se alcanzan profundidades extremas. El exempleado fue informado de que la ventana solo soportaría 1.000 metros de profundidad y no los 4.000 hasta los que habría descendido.
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