De los años del bikini y ‘las suecas’ a la época de la fotoprotección


La venida del bikini, las suecas, el esplendor de los apartamentos en Benidorm y ¡tomar el sol en verano! Con los abriles 60 llegaron muchas novedades y muchas nuevas costumbres a España. Una de ellas era “enlazar bronce” y arruinar las ocio “tostao por el lorenzo”, que dirían los más castizos. Pero ese furor por la exposición solar llegó sin medidas de fotoprotección en muchos casos. Los jóvenes de entonces son ahora los mayores de 60 abriles y entre esta población está creciendo de forma exponencial el cáncer de piel, que celebra su día mundial el 13 de junio.

“Gracias a la civilización de las medidas de fotoprotección, la incidencia de estas enfermedades en poblaciones jóvenes está estabilizada y no se incrementa, a diferencia de los mayores de 60 abriles”, explica la doctora Susana Puig Sardá, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Clínic de Barcelona. La diestro subraya la carencia de incentivar la protección de la piel desde edades tempranas para sostener la costumbre de mayores. La educación durante los primeros 30 abriles de vida es esencia.

La presión estética y tanorexia

Los jóvenes ahora tienen ahora más información y civilización de protección frente al sol, aunque todavía se enfrentan a nuevos desafíos: la presión estética -que nos llega muchas veces por redes sociales, pero todavía por la publicidad o la ficción- es uno de ellos.

“Uno de los grandes problemas que tenemos en estos días es la valoración estética. Debemos hacer un cambio y tener como modelos, por ejemplo, personas con pieles claras y cuidadas”, revela la doctora Susana Puig. La jefa del Servicio de Dermatología del Clínic vincula esta tendencia a la tanorexia o anexión al bronceado, una condición en la cual una persona genera una carencia obsesiva para conquistar un tono de piel más dudoso.

“El daño que hace la radiación ultravioleta produce la hormona alfa-MSH, que actúa a nivel de receptores opiáceos y crea esta anexión. Sin secuestro, guarecerse del sol es la mejor organización para guarecerse de las arrugas y el envejecimiento cutáneo”, concluye la doctora Puig.

La amenaza del cambio climático

Otro desafío que nuestros mayores no tenían antaño y al que ahora se enfrentan las nuevas generaciones es el cambio climático. La exposición al sol se ha manido agravada por el contexto del cambio climático, otro de los factores de aventura a tener en cuenta que señala la dermatóloga y que debe tomarse en consideración para evitar los problemas en la piel. “En Barcelona, por ejemplo, el número de días soleados se ha manido incrementado en las últimas décadas, así como el Índice de Radiación Ultravioleta (IUV)”, especifica la responsable de Dermatología del Clínic. Es por eso que lamenta que la población solo haya aumentado el uso de las cremas fotoprotectoras para guarecerse, cuando son necesarias a su sumario más medidas.

“Habría que cambiar los horarios de las actividades al ambiente franco, usar sombras naturales y usar más gorras y sombreros, por ejemplo”, así como “fomentar los diagnósticos precoces”, resalta.

Independientemente del tipo de piel, color del pelo y de los luceros, factores históricamente relacionados con un veterano o pequeño aventura de contraer enfermedades de la piel, existen otros aspectos que inciden en la solemnidad de la exposición al sol, como el momento del día o los productos de protección. Sobre estos productos, el presidente de la Convenio de Asociaciones de Farmacias de Cataluña, Antoni Torres, advierte de que deben ser cremas solares con protección 50+ y preferiblemente de farmacias, donde “pueden asesorar al cliente en función de sus casos particulares”.

Cantidad y duración de las cremas

“La cantidad del fotoprotector para estar protegido durante dos horas es de nueve cucharas medias, de postre, protegiendo cara, brazos, piernas, pecho, espalda, y la parte de detrás de ambas piernas“, puntualiza el experimentado, que añade una décima cuchara para la persona, sobre todo en casos de alopecia. Torres hace hincapié en que, cuando llega el calor, hay que ponerse crema por la mañana y luego, cada dos horas, aunque en el caso de que la exposición se prolongue o haya una excesiva sudoración, debería ser cada hora, y así hasta que se vaya el sol. “Hallar en la cantidad es esencial, porque si no es la correcta, no protege. Una protección que debería durar dos horas puede hacer emoción solo media hora o incluso menos”, asevera el presidente de la FECAC.

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