Las cartas del PP, PSOE y BNG de Ourense están sobre la mesa


La logística política tiene estas cosas. Durante toda esta semana el BNG jugó al despiste, guardó silencio y aguantó la presión que PSOE y PP le metían, ya que insinuaban que si Jácome continuaba en el sillón sería por incumplimiento de los nacionalistas. Este jueves, estos mantuvieron la núcleo de si asistirían, y lo hicieron, pero sin su persona de cartel (ellos sabrán por qué). Soltaron la granada: darán una firma y permitirán una moción de censura si el PSOE encabeza la alternativa. Un paso que parece metódico, pues ya hace un año votaron en la investidura por Paco Rodríguez. Los nacionalistas se sacudieron de un impacto la presión y dejaron la pelota en el tejado del PP, que tendrá que pensarse muy aceptablemente ahora cómo encara la reunión de la próxima semana. 

En esta partida de póquer, si los populares iban de foco se han quedado en una situación harto complicada, pero si de verdad tienen intención de forzar un cambio en el Concello de Ourense tienen además el camino despejado. Todo apunta, por lo dicho por los nacionalistas, que darían una firma para la moción de censura y estarían dispuestos a quedarse en la competición y que sea un bipartito PSOE-PP el que guíe los designios de la ciudad, con el apoyo del BNG en los temas secreto. Eso sí, cierto es, los nacionalistas pusieron una “diámetro roja”: que el gobierno posible esté encabezado por el PSOE.  Amoldonado esto es lo que esgrimirá el PP para hacerse el remolón, ya que ellos, ahora adalides del “no” a las líneas rojas -no era así en el precursor mandato, cuando vetaron al candidato más votado-, se sienten atacados por el BNG. 

En todo caso, no sorprende a nadie que los nacionalistas pidieran que la alternativa estuviera encabezada por un socialista. Por un banda, porque ya votaron hace un año a un socialista; por otro, porque tienen un acuerdo de investidura total en Galicia. Y, siquiera habría que olvidarlo, porque PSOE y BNG -como socios naturales- suman más votos que los populares (10 a 7). 

¿Cuánta concurrencia entendería que PSOE y BNG negociasen en el organismo provincial con el que quieren echar en el Concello? 

El PP decidirá ahora los pasos a dar. Pero está claro que si el BNG, como parece, está dispuesto a renunciar a entrar en un hipotético gobierno, los populares tendrán más dócil traicionar el acuerdo con el PSOE entre su electorado, de tradición moderado y más alejado de los postulados de los nacionalistas que de los socialistas. Está claro que el PP, como fuerza más votada de la competición, como aceptablemente reivindicó Noelia Pérez, tiene todo el derecho a exigir a entrar en un gobierno bipartito, y a ostentar concejalías, incluso más de las que pudieran tener los socialistas, pero nadie entendería que se opusieron a que fuera un socialista el que liderase la ecuación, pues horas antiguamente de la investidura del año pasado ya ofrecieron esta misma fórmula. 

Eso sí, como nadie entendería siquiera que PSOE y BNG intentasen, sin tener los votos necesarios, ir contra la voluntad ciudadana y exprimir la operación para intentar aventuras con Democracia Ourensana en la Diputación. Ese es el miedo que puede sobrevolar el animación y que debería restar chapado en las siguientes reuniones para evitar suspicacias. ¿Cuánta concurrencia entendería que PSOE y BNG negociasen en el organismo provincial con el que quieren echar en el Concello? 

Todos perdieron poco ya. Pero si esto acaba en un paripé, habrán perdido para siempre la credibilidad

La partida de póquer tiene las cartas sobre la mesa, todos las han enseñado y no hay revés a espaldas. El PSOE ha hecho all-in  (jugárselo todo) sin desmentir siquiera que pudiera hacer corregidor a determinado del PP, con el constante desgaste; el PP se ha avenido a hacer una foto y ha presumido de no tener líneas rojas, y si el acuerdo  no fructifica le perseguirá todo el mandato; y el BNG ha vuelto a aceptar entregar sus votos a sus rivales socialistas ahora que están encima de ellos en el tablero político gallego. Todos perdieron poco ya. Pero si esto acaba en un paripé, habrán perdido para siempre la credibilidad.

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