Arqueología oftalmológica en el libro «Los ojos de Marta», la última amante de Lope de Vega


En el oasis de la Casa Museo de Lope de Vega (1562-1635) en Madrid, se ha presentado el compendio «Los luceros de Marta», obra del oftalmólogo Pablo Díaz Couchoud editada por el Instituto de España. A partir de la curiosidad profesional sobre la enfermedad que aquejó a Marta de Nevares, el final bienquerencia de Lope de Vega a quien llamó en prosa y verso Amarilis y luego Marcia Leonarda, el autor del compendio, oftalmólogo de profesión, comienza una investigación sobre sus síntomas y la proceso de su enfermedad en un deporte de arqueología oftalmológica.

Tras documentarse a partir de las cartas, Díaz Couchoud llega a conocer a fondo la vida cotidiana de Lope próximo a Marta, conocimiento que traslada a un encantador y perfectamente informado compendio en el que trasciende su fin auténtico para legar un hermoso retrato de la pareja. La obra, adicionalmente, ilustra el trabazón entre ciencias y saber y su presentación se ha realizado en la esfera de la exposición temporal «La botica de Lope», donde se aprecia el cuidado de la salubridad en el Siglo de Oro a partir de los diálogos del propio Lope y el farmacéutico y escritor Jerónimo de la Fuente Piérola, con quien tuvo trato.

Falta se sabe sobre el final de Marta, la mujer de 25 abriles, luceros verdes y casada, de la que se enamoró el poeta y dramaturgo gachupin a los 54 abriles siendo capellán. Esos luceros verdes asimismo llamaron la atención al oftalmólogo Pablo Díaz Couchoud. Marta perdió la horizonte y murió a consecuencia de la ceguera. Se llegó a suscitar que la causa fuera sífilis, porque puede dejar ciego, pero las cartas que intercambia el dramaturgo con el Duque de Sessa, su bienhechor y anciano confesor, aportan, según señala el autor, una serie de detalles que sostienen otro diagnosis: adenoma hipofisiario, un tumor de premioso crecimiento que le provocó la asesinato sin que sus luceros verdes perdieran el brillo que conquistó al dramaturgo.

El oftalmólogo asegura que ese tipo de tumores tienen hoy tratamiento, pero en el siglo XVII no, porque a la nuevo le pusieron pócimas, cataplasmas, cáusticos y ungüentos de todo tipo, incluso le recetaron boñigas de ternera o de boyazo, revela el autor. Allá de separarles, la enfermedad une aún más a la pareja y Lope la cuida y se preocupa por ella, más que por cualquiera de las mujeres anteriores con las que compartió su vida. En abril de 1632, Marta de Nevares falleció, para lamento de Lope, que no la olvidó, ni en sus pensamientos ni en sus versos.

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