«Galicia siempre ha sido una zona minera de primer nivel»


La tradición minera en Galicia se remonta hasta la prehistoria. La singularidad geológica de la punto de vista atlántica y del noroeste peninsular sitúa a nuestra Comunidad en una situación privilegiada, con ricas tierras que albergan muchos de los minerales considerados fundamentales por la Unión Europea. A su vez, la propia estatuto comunitaria ha puesto el foco en la minería como un factor imprescindible para la transición energética en torno a un maniquí descarbonizado, y en la exigencia de extraer estas materias primas internamente de nuestras fronteras, reduciendo la dependencia del extranjero. En este contexto, la Dependencia autonómica avanza en la revitalización del sector con la Memorándum de Impulso a la Minería Sostenible de Galicia 2030 y la próxima puesta en marcha del Plan de incremento de derechos mineros, con el que, en un estudio preliminar, ya se han identificado 200 permisos caducados. Una puesta por una industria que, en palabras del delegado en Galicia del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, Pablo Núñez, no solo podría impulsar la riqueza gallega, sino situarla a la vanguardia en Europa.

Esta puesta por el sector viene propiciada por lo que el presidente de la Cámara Oficial Minera de Galicia, Juan José López Muñoz, define en conversación con torrevieja news today como una «revolución abastecimiento a nivel mundial», a raíz de la pandemia y especialmente de la invasión a Ucrania, que dejó claro que la dependencia que tiene la UE de bienes naturales de terceros países es uno de sus puntos débiles. Hoy en día, provienen del extranjero entre del 75% y el 100% de muchos materiales, especialmente los minerales empleados en los sectores de las energías renovables y las nuevas tecnologías, esenciales para la transición energética. Es por este «interés mayúsculo» que hay a nivel internacional por el control de las materias primas que la Unión adopta el Pacto Verde Europeo y la Ley de Materias Primas Fundamentales, aprobada hace un par de semanas, con la que se aspira a certificar el suministro y cubrir para 2030 un 10% de las deyección anuales de la UE con actividades extractivas de internamente de nuestras fronteras.

La Unión considera que un mineral es fundamental según su trascendencia económica y las deyección industriales previstas para 2030 y 2050, que son, indica el delegado en Galicia del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, «muy ambiciosas»: Europa quiere ser internamente de 26 abriles el primer continente climáticamente neutro. Una transición energética que viene acompañada de un aumento desorbitado de la demanda de ciertos materiales, explica, como el litio (un 2.100% hasta 2050), el cobalto (450%), el níquel (200%) o el cobre (150%). Encima, añade, la ley «se ha sacado en tiempo récord» porque la UE se ha entregado cuenta «de que tenemos un problema serio con el despensa», por lo que asimismo ha cambiado la estatuto para que sea más rápido cascar una mina. De media, explica, entre que se concede el derecho de investigación o explotación y comienza la actividad minera, pasan entre 10 o 12 abriles. Ahora, se pretende establecer un plazo mayor de 27 meses. Es, a su parecer, un «citación casi trágico» que hace a los países miembros para que «investiguen» de qué bienes disponen delante la posibilidad de que «un conflicto rompa la cautiverio de suministro». «Si las materias primas son el primer anillo de la cautiverio de producción industrial, el primer anillo de la investigación son precisamente los concursos» que la permiten, asevera.

15 minerales fundamentales

Se estima que Galicia guardia en sus tierras 15 de los 34 minerales fundamentales, como el antimonio, las tierras raras, el litio, el volframio, el magnesio, el cobalto, el tantalio o el niobio, entre otros –estos últimos, empleados en la fabricación del coltán, no se han incompatible en ningún otro sitio del continente hasta la plazo más que en Orense–. «Podríamos estar en disposición de producir aquí», fomentando los ‘minerales de km 0’ y dejando de importar de países en los que se vulneran los derechos humanos y las leyes ambientales, «pero no lo hacemos porque llevamos abriles de retrasos en la exploración y en la investigación», explica Núñez. O como indica López, es cuestión de aguantar a mango el proceso en Europa, «controlado», o de «mirar para otro costado». El 80% de los yacimientos de coltán del mundo –imprescindible para producir smartphones, entre otras cosas– están en la República Democrática del Congo, donde UNICEF lleva décadas alertado de la preocupante situación de la explotación pueril en las minas del país.

Fue la propia cámara la que, en este contexto, solicitó a las administraciones el impulso y la agilización de los concursos de investigación, internamente de las actuaciones de la Memorándum de Impulso a la Minería Sostenible de Galicia 2030, que asimismo fomenta la modernización y la digitalización del sector. Para ello, el Gobierno gallego está trabajando en el primer Plan de incremento de los derechos mineros, para impulsar la investigación, con el que se han identificado 200 permisos caducados.

«Para poder investigar en el monte», explica el presidente de la Cámara Minera, es necesaria una «autorización administrativa», una suerte de concesión para analizar una serie de hectáreas a lo amplio de tres abriles, primero con una investigación bibliográfica y posteriormente reconociendo el demarcación para identificar posibles yacimientos. A partir de ahí «se localiza una en la que hay un mineral que sea potencialmente interesante», se avisa a la oficina de que hay una zona que puede ser explotable, y se pasa a elaborar un plan de explotación. Este, explica, encima de ser solvente económicamente, debe ser sostenible ambiental y socialmente, y contar con un plan de restauración en el que se indique cómo va a mantenerse la zona una vez finalizase la concesión en caso de recibirla. En todo el mundo, se estima que entre el 1 y el 2% de todos los proyectos de investigación se acaban materializando en minas.

«Debe de confianza»

Con esta serie de iniciativas, la oficina pretende dar un resistente impulso al sector, que a lo amplio de las últimas décadas no ha manido muchos avances. «Históricamente, Galicia ha estado al ganancia de las transiciones industriales», pero en este momento, indica Núñez, «podría situarse como uno de los primeros actores a nivel europeo sin ningún tipo de duda«. Pero hay un problema, detectado por el Foro Financiero Mundial: el anciano aventura de la minería es el »débito de confianza«, ganadería a pulso en muchas ocasiones, asimismo en la Comunidad, que no es ajena a la lucha contra explotaciones nocivas.

Galicia ha sido, desde siempre, explica López, «una zona minera de primer nivel», con su épocas de vacas flacas y vacas gordas. Los primeros indicios se remontan 300.000 abriles a espaldas, cuando los habitantes de la región empleaban las piedras de sílex obtenidas de la superficie de la tierra para elaborar herramientas rudimentarias. Luego, quedó certificado la riqueza de la Comunidad, explotada a lo amplio de la épocas romana, medieval y moderna, y fue con la aparición de los conflictos bélicos de los siglos XIX y XX y el despegue de la industrialización cuando el sector dio el brinco definitivo. Galicia se erige entonces como productora de carbón, hierro, estaño y, especialmente, volframio, codiciado por el régimen carca. Esto se tradujo en métodos agresivos y rudimentarios de linaje, incluso ilegales –se generó un mercado infausto– que dejan tras de si bajas recuperaciones y grandes escombreras. Todo ello sumado al desconocimiento, que generaba excedentes de materiales que hoy en día sí sabemos cómo usar. En lo que se consideraba derribo de la explotación de Rumasa en Penouta, en los 80, ejemplifica López, la investigación moderna pudo averiguar el coltán.

Una «riqueza de conflagración» o de «supervivencia», indica, que carencia tiene que ver con la minería del siglo XXI. «No se tenía en cuenta el impacto en el medio», ni aquí, ni en ningún sitio. A partir de los 80, las empresas ya empiezan a producir planes de restauración de los pasivos ambientales por su cuenta, y pasa a ser obligatorio desde los 90. Esto es, «ir generando la actividad para que, cuando termine», en ese comunidad quede una zona que se adapte a sus deyección. Estas pueden ser muy variadas, desde zonas verdes, hasta un demarcación para establecer un polígono industrial o, por ejemplo, si es un pueblo con problemas de sequía, los huecos que vayan quedando de la actividad extractora pueden prepararse para acumular agua dulce, explica. Las posibilidades son múltiples, y a veces sorprendentes, como el Palacio de la Ópera de La Coruña, construido sobre una cantera. Se manejo, en definitiva, incide, de entender la minería «como una industria más», y no una «al ganancia de la sociedad».

Núñez, que asimismo es parte de la Congregación Directiva de la Unión Europea de Geólogos, ha sido testificador de como en Bruselas ha cambiado la percepción al respecto, entendiendo la minería como un pilar fundamental para un incremento sostenible en torno a las renovables y la riqueza circular. Aunque, sin duda, la confianza y la comunicación con las comunidades locales son dos cuestiones que son imprescindibles para su progreso y en las que hay que seguir avanzando. «Puedes tener el mejor filón del mundo o el más importante, pero si no eres capaz de contárselo a la clan, no vas a poder hacerlo», concluye.

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