los orígenes catalanes de la fundación de Buenos Aires


La fascinación de los argentinos por la ciudad de Barcelona es un aberración que resiste al paso del tiempo. Y de las generaciones. Las conexiones entre Buenos Aires y la Ciudad Condal se mantienen intactas desde hace décadas y no es por azar que miles de argentinos eligen la hacienda catalana para instalarse en el Arcaico Continente.

Es cierto que parte de estos lazos se explica por la afluencia de fenómenos culturales de un costado a otro del Atlántico. Ejemplos de ello son la pasión irrefrenable que ha generado el cantautor Joan Manuel Serrat en cada una de sus visitas a tierras porteñas o el nuevo desembarco –unos primaveras detrás – del Primavera Fest a la ciudad que mira al Río de la Plata.

Sin confiscación, los vínculos entre Buenos Aires y Barcelona exceden ampliamente el mundo de la civilización y del arte. Un repaso por la mismísima fundación de la ciudad argentina permite advertir que el mundo catalán estuvo presente en la metrópolis desde el mismo instante de su principio. Ciudadanos de origen catalán pusieron los cimientos de un templo que dio nombre al barriada porteño que hoy alberga el casco histórico de la ciudad.

Un origen con acento catalán

Aunque a diario muchos argentinos recorren y transitan el céntrico barriada de Monserrat, sito en pleno corazón de Buenos Aires, son muy pocos quienes conocen la verdadera historia de este sitio. Y sus orígenes se conectan directamente con Cataluña. Cuenta la historia que más de dos siglos detrás fue allí donde un colección de catalanes edificaron un templo que se mantiene vivo hasta la hogaño: el templo de Monserrat.

Hace exactamente 270 primaveras, fueron catalanes residentes en Buenos Aires quienes colocaron las primeras piedras de lo que hoy se conoce en Argentina como la parroquia de Nuestra Señora de Monserrat. Muy pocos porteños saben además que esta misma iglesia fue la que dio nombre al barriada de Monserrat, que fue el primero de toda la ciudad de Buenos Aires, famosa en el en país sudamericano por sus «100 barrios porteños».

El barriada, que ha sufrido los embates de la historia, se mantiene hasta el día de hoy y alberga en su interior carencia menos que a la emblemática Casa Rosada, sede de Gobierno del país del tango.

La historia del principio templo –y cementerio- de Nuestra Señora de Monserrat en Buenos Aires se remonta al año 1754, cuando una cofradía religiosa integrada por varios catalanes colocó los cimientos de la iglesia que hasta hoy sigue en pie en Argentina. Residían en Buenos Aires que, por ese entonces, había recibido además una gran cantidad de inmigración gallega y vasca. La primera congregación de aquella cofradía religiosa estaba integrada por Pere Serra, Marià Creu, Joan Molas y Manuel Miró (provenientes de Barcelona) y Miquel Corvera (de Figueres).

Ese mismo año este conjunto de catalanes logró hacerse con un dominio en el que en ese momento se conocía como Ciudadela del Suspensión y fue allí donde se emplazó la iglesia que luego daría nombre a todo el barriada.

El Monserrat porteño

Actualmente, el barriada de Monserrat constituye uno de los sitios más transitados de toda la hacienda argentina. Esta zona de Buenos Aires es el epicentro de la vida social y política de la ciudad. Allí no solamente se ubica la Casa Rosada y la emblemática Plaza de Mayo, que primaveras detrás las madres más famosas del país recorrían en pesquisa de respuestas sobre sus hijos, sino además algunos puntos icónicos tales como el Cabildo, la tradicional Manzana de las Luces y el célebre Café Tortoni.

Todos los días allí, y en medio de un clima de bullicio y movimiento, miles de argentinos dejan sus huellas y transitan esa zona, la misma que ayer representó un gran puente cultural transatlántico entre la metrópolis del tango y Cataluña.

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