Nueva vida a los 41 años, saca matrícula de honor en el instituto y quiere estudiar Ingeniería Eléctrica


Dice el refrán que nunca “es tarde si la dicha es buena” y Raúl Ibáñez es un claro ejemplo de ello. Sevillano de salida y marcial de profesión, su vida cambió cuando se mudó a Ribeira para formar parte de los equipos de desinterés del Prestige. Allí se enamoró de la que ahora es su mujer, formó una tribu y, por cuestiones personales, dejó el ejército.

Esta osadía ha traumatizado todo su devenir y ha sido esencia en su presente apariencia estudiantil. Entre entreambos hechos, una crisis económica, una pandemia, multitud de trabajos diferentes, muy poco capital y dos hijas que sostener. Fue precisamente durante un paseo con las niñas, hace ya unos primaveras, cuando tomó la osadía de rasgar los libros. “Me di cuenta de que no tenía ni para comprarles gusanitos”, afirma.

Un dispendioso camino alrededor de la universidad

En el 2012, Raúl se matriculó en un ciclo medio de electromecánica y, con el título en el faltriquera, consiguió un puesto de mantenimiento una depuradora de agua. Allí de ser un punto final, este suceso fue el simiente de mucho más. En sus propias palabras, “le cogí el satisfacción a estudiar y empecé a hacer curso tras curso”. A esto además ayudó su ansia de conseguir una mejor titulación.

Desde que abandonó el ejército, este sevillano siempre ha tenido muy claro que lo suyo es la electromecánica y que es ahí donde quiere progresar. Por eso, en el 2022 se matriculó en bachillerato en el IES Número Un de Ribeira y, aún que este no ha sido un camino factible, fue la mejor osadía de su vida.

“Me levantaba a las 6 de la mañana para ir a trabajar, salía a las 15 de la tarde y de 16 a 22 iba al instituto”, nos cuenta. Una vez en casa, además aprovechaba “las horas de sueño y los fines de semana para estudiar”. A pesar de los sacrificios y el duro esfuerzo, Raúl nunca pensó en desistir. Ni tan siquiera cuando, en uno de esos madrugones tras pocas horas de alivio, se sentaba al borde de la cama a reflexionar.

Todo su trabajo no ha sido en vano y, tras mucho hincar los codos, ha conseguido terminar el bachiller con matricula de honor y una media de 9’94. Un logro que no sería posible sin el apoyo incondicional que le ha brindado su tribu. “A mi mujer hay que hacerle un monumento, siempre ha estado ahí a pesar de que supusiese una veterano carga para ella”, afirma.

La colofón del pastel a tanto esfuerzo ha sido poder graduarse, encima, yuxtapuesto a una de sus hijas. Entreambos han cursado el bachillerato en los mismos primaveras aunque en diferentes turnos y clases. Raúl por la tarde y su hija por la mañana. Iris ha sido otro pilar fundamental en este proceso y, de vez en cuando, hasta han estudiado juntos. No obstante, el exmilitar nos confiesa que el “dedicaba poco más de tiempo al instituto” que su primogénita.

La carrera de Ingeniería Eléctrica, su próxima aspiración

A sus 41 primaveras Raúl ha tenido que enfrentarse, como cualquier otro señorita, a la temida EVAU antaño de entrar en la universidad. Una experiencia que vivió con “conveniente nerviosismo y como un flan” ya que estaba en descanso toda su vida sindical. A pesar de los suspensos en inglés y matemáticas, la prueba no le ha ido mal. Gracias a las materias de filosofía y física, los dos exámenes que mejor le han surgido, ha conseguido una nota media de 9’35.

Terminado el curso escolar y la prueba de comunicación, toca pensar que carrera estudiar. El sevillano lo tiene claro: se matriculará en Ingeniería Electrónica por la universidad a distancia. Unos estudios que le llaman la atención al “estar muy relacionados con mi experiencia sindical” y al acometer la “configuración de automatismos”, una de sus pasiones.

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