La siguiente historia tiene lugar en la ciudad italiana de Galluraen Cerdeña, concretamente en uno de los restaurantes más reconocidos del Area. La tarde del jueves transcurrió con normalidad hasta el momento en que un turista suizo pidió una de las langostas expuestas en el acuario, pero no para degustar sino para volver al mar.
Al principio el dueño del negocio pensó que estaba siendo objeto de una broma, “luego me di cuenta de que la señora hablaba en serio y quería hacer un buen gesto”, dijo Antonio Fasolino a la agencia ANSA.
Siguiendo el procedimiento habitual, Pesaron la langosta y la tasaron en unos 200 euros. Con el ‘ok’ de los novios, en lugar de en plato, se sirvió el bogavante en un cubo con agua.
La pareja se acercó al mar y después de darle una cariñosa caricia a la langosta, la dejaron deslizarse por el agua. Los dueños del restaurante reconocen que compartieron la emoción del momento con la pareja. “Ver su alegría y emoción también me emocionó, ella estaba muy feliz y emocionada de haber podido hacer realidad este deseo y estábamos con ella”.