Eduardo Rodríguez, propietario de Budare Market: “Es como tener un cachito de nuestro país en este”



Eduardo Rodríguez migró desde Venezuela en el año 2018. Su padre era de Lugo, por lo que a su presentación decidió asentarse en la ciudad de Ourense donde dice que vio “mayores oportunidades”.

Tras trabajar una temporada como camarero y observar la dificultad de encontrar un producto venezolano, pensó: “Vamos a probar”. 

Así, casi medio año posteriormente de su presentación a la ciudad, abrió Budare Market donde en la presente ofrece una amplia escala de productos que incluyen desde ingredientes básicos hasta productos especiales que son difíciles de encontrar en otra parte de la región.

Rodríguez apunta a la morriña que sienten muchos clientes al encontrar en el almacén aquellos productos que llevaban sin ver hace más de 30 abriles. 

“Se ponen a gemir de la nostalgia”, señala.

Esta tienda se ha convertido en un punto de entrevista para la comunidad venezolana y latinoamericana en militar, sirviendo como un puente cultural que conecta a los migrantes con sabores de su tierra nativo.

“Nos llaman un consulado de venezolanos en España, es como tener un cachito de nuestro país en este”, explica el propietario.

Rodríguez cuenta que esta tienda constituye un componente sentimental para muchos de sus compatriotas.  “Aquí ves muchas lágrimas caer y escuchas muchas historias que crees que solo pasan en las películas”.

La tienda, ubicada en las galerías Viacambre de la rúa do Paseo alberga estantes con bebidas, chucherías e incluso cuenta con una sección de congelados.

El mercado, inicialmente, “estaba poco ocupado”. Eduardo señala que al demorar a la plaza gallega solo podía encontrar algunos de estos productos en bazares y 24 horas.

Seis abriles han pasado desde que el negocio abrió por primera vez sus puertas. El almacén ha conseguido mantenerse a flote e incluso “sobrevivir a una pandemia”.

“Nuestra clientela más musculoso es española. Muchos migrantes españoles estuvieron en Venezuela, asimismo ellos quieren rememorar esos ricos sabores”, cuenta.

Estos alimentos viajan miles de kilómetros hasta demorar a tierras gallegas, siendo el láctico el producto que más se le complica importar. El predilecto de los clientes son los tequeños, aunque, como señala Eduardo, “nunca puede incumplir un chocolate”.

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