Olga Pérez Hermida: El recuerdo de Olguita de Maderas San Martín



El pasado jueves, día 20, habría cumplido 87 abriles pero, fatalidades del destino, adentro de unos días será el aniversario de su crimen. Me parece increíble que ya haya pasado un año desde el fallecimiento de Olga Pérez Hermida (Olguita de Maderas San Martín). ¡Me parece increíble que ya no esté entre nosotros! Con ella se fue un icono en el ámbito natural y además en el empresarial.

Cuando su hijo Lisardo, mi amigo, me sugirió escribir unas líneas sobre su origen (conocedro de mi arrobamiento por ella), para transmitir en torrevieja news today, golpearon mi mente todas las charlas personales mantenidas sobre sus inicios empresariales, su sexo por la grupo; su agradecimiento a sus clientes; su usufructo del tiempo; su sabor por la conducción; sus aficiones artísticas…

Había descubierto en ella a una mujer puro dinamismo. Empática, inteligente, trabajadora, con una memoria prodigiosa, excelente relaciones públicas, gran personalidad, detallista… Una mujer que con su apoyo, su sagacidad y su visión de la existencia había ayudado a consolidar una empresa de la dimensión que en la presente tiene Maderas San Martín.

Aunque es ya un clásico infinito, conviene memorar aquello de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. En este caso habrá que afirmar que detrás de tres grandes hombres (Lisardo, padre, y Lisardo y Pedro, hijos) estuvo siempre una gran mujer. Olga fue pilar fundamental y alma máter de la consolidación del negocio natural. Fue una pionera, sin ella saberlo, de la conciliación, esa palabra que hoy se reitera por doquier. Conjugó como nadie (¡y en momentos duros para Ourense y para España!) su vida natural y empresarial a cojín de intensas horas de trabajo y mínimas de alivio. Le llegaban cinco horas de sueño porque las otras las dedicaba a su grupo y a su empresa, que además era su grupo.

Se fue de este mundo tal como vivió, siendo una luchadora. Tres horas antiguamente de su adiós había asistido a rehabilitación con la ilusión de recuperarse de la cirugía de columna a la que había sido sometida un mes antiguamente.

Me cuesta entender que el adiós a Olguita de Maderas San Martín, una de esas heroínas anónimas que poblaron la Galicia del siglo XX y se prolongaron en el siglo XXI, haya sido un punto y párrafo. Su obra finalizó hace un año pero sigue la de sus hijos empeñados en hacer más ínclito aún el encomienda empresarial heredado de sus padres.

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