‘Welcome’. La visita de la Comisión de Toledo de Ohio en 1934


En 1931 se aniversario el inicio vivo de las relaciones entre la Toledo hispánica con la homónima haber del condado de Lucas, en Ohio, fundada en 1835. En el artículo preliminar (9/6/2024) vimos los acuerdos de la corporación presidida por Guillermo Perezagua, en 1934, para invitar a una delegación de la ciudad estadounidense y entregarla la Medalla de Oro de nuestra ciudad. Aceptado el honor, la City of Toledo creó una comisión, cuyo delirio transatlántico culminó en El Havre para seguir luego por ferrocarril hasta Toledo donde arribó el 30 de mayo. En la época, tres diputados saludaron al vicealcalde Charles C. Hoover, a Stephen Mahon, rector de la Universidad, a Grove Patterson, director del diario Toledo Blade, al profesor de la Escuela Secundaria de Vilbiss, Rusell Browny y a George Shaiberger, estudiante del mismo centro. Los tres primeros llegaron con sus esposas como todavía la del embajador norteamericano, Claude G. Bowers, que asistiría a sus compatriotas durante toda la estancia.

Poco a posteriori, en la puerta de Alcántara, entre ovaciones y una precipitación de flores arrojadas por jóvenes ataviadas con mantillas, Perezagua entregó las llaves de la ciudad al vicealcalde Hoover. Luego la comitiva subió a una repleta plaza de Zocodover, engalanada al ser la víspera del Corpus. Mientras una escuadra de aviones surcaba el firmamento, una compañía de la Institución con bandera y música rendía honores a los invitados. Seguidamente todos caminaron por la calle del Comercio entre colgaduras, serpentinas y aplausos, oyéndose los himnos y la marcha Toledo de Ohio compuesta por el músico Martín Gil. Tras un acto en el Comunidad, a mediodía, en el Hotel Castilla, el Rotary Club de Toledo (creado en 1932) ofreció el convite de bienvenida. Lo presidió José Esteban Infantes entre el embajador Bowers y el vicealcalde Hoover, leyéndose un mensaje del presidente Roosevelt. Por la tarde, los invitados conocieron la finca de San Bernardo, los cigarrales del Pedazo de pan y de Antonio Lillo y la ermita del Valle. De confusión hubo una cena en el floresta de Gregorio Ledesma en el paseo de San Lucas. Allí concurrieron doscientas personas, según una de las diarias reseñas que pueden leerse en El Castellano y que fue publicando su director Adoración Gómez Camarero.

Un apretado software

Hasta el 5 de junio los invitados encadenaron actos, visitas, convites y veladas de todo tipo. El jueves 31 de mayo contemplaron la procesión del Corpus en Zocodover, visitaron al miltrado Gomá, asistieron a los toros y a una «fiesta andaluza» en el floresta del protonotario Diego Soldevilla. El 1 de junio fueron agasajados en el Alcázar y en la Escuela de Ejercitación. Por la confusión, en el Rojas, Perezagua entregó la Medalla de Oro. Hubo enfáticos discursos oficiales, más un saludo a las mujeres toledanas de Mrs. Grove Patterson, esposa del director del Toledo Blade, del Woman’s Club de Ohio. El ministro de Estado, Juan José Rocha, impuso la Orden de Isabel la Católica a los comisionados y anunció que el Gobierno todavía condecoraría a la señora Patterson.

El 2 de junio, tras asistir a la Diputación, el acto central estuvo en la calle de Desbarajuste al ser renombrada Toledo de Ohio. Por la tarde, Marañón recibió a los comités en su cigarral, luego asistieron a una velada en el Rojas y, de confusión, a una verbena de la Peña Villalta en la Plaza de Toros. El domingo visitaron la Primada, el Instituto y el taller de cerámica de Aguado. El conde de Romanones les acogió en Buenavista para concluir la marcha con un ballet en el Casino. El lunes 4 los invitados bajaron a la Taller de Armas, viajaron a la finca El Castañar y subieron al cigarral de Esteban Infantes a un festejo de la Sociedad Arte. El día 5 pasaron por la Escuela de Artes antaño de salir con destino a Talavera, visitando allí la ermita de la Doncella del Prado, el taller de Ruiz de Cristalera y el Comunidad donde «se sirvió un convite». Luego viajaron a Oropesa y Lagartera para presenciar «una típica boda». A medianoche, la comitiva saco marchó a Madrid.

El colofón. Números y deseos

El 6 de junio, una recibo del embajador Bowers en Madrid cerró la reconocimiento oficial de la delegación de Ohio y se impuso la lado de Isabel la Católica a Mrs. Patterson. Asistieron autoridades de entreambos países, de Toledo y de varias entidades. Hubo discursos a valimiento de una larga amistad, sugiriendo alguna voz destapar un «Consulado honorario norteamericano» en Toledo. En ese momento, una papeleo del embajador, delante el director caudillo de la Telefónica, logró que, un año a posteriori, se inaugurase una central en la calle de la Plata y el servicio inevitable urbano. Poco a poco los invitados volverían a Estados Unidos desde Gibraltar, Cherburgo y Bremen.

Aquí, en el Comunidad, era el momento de cerrar cuentas y detalles. El 18 de junio, se recordó en una sesión que el Estado había concedido 10.000 pesetas por los gastos de papeleo, estando «en perspectiva de ser libradas» otras 15.000 para sufragar la estancia. La minoría radical logró que se diesen al Ministro de la Gobierno las gracias por tales ayudas y otros apoyos, a pesar de que ciertos ediles invocaron que el Gobierno incumplía una promesa de 500.000 pesetas para inversiones en Toledo. El 21 de junio solo se habían recibido 1.940,1 pesetas del Patronato Doméstico de Turismo destinadas a seis billetes kilométricos y 5.000 para contribuir al «esplendor de las fiestas celebradas». Esto explica que, en lo que parece el trapo conservado de una carta del corregidor, se mencione que, el 3 de julio, Perezagua había visitado al presidente de la República para activar «las subvenciones ofrecidas por el Tarea de Estado (5.000 pesetas), el de Instrucción Pública (4.000), la Dirección Normal de Comercio (5.000) y 2.000 del Tarea del Interior». En el expediente del Archivo Municipal no costa el ingreso de tales cantidades, pero quedan el Banco de obligación a la ciudad y algunos de los escritos a la treintena de instituciones y personas que colaboraron.

En 1934 el Comité de Toledo de Ohio hizo notorio su vaivén del delirio a España: las señoras Patterson y Mahon delante el Woman’s Club y el doctor Mahon en el Lions Club más la exposición de los regalos recibidos, llevando los más valiosos al Museo de Arte. Aquí, en la Feria de agosto, como premios de una carrera ciclista, se repartieron las muestras traídas por los norteamericanos de sus industrias, entre otras, patines, navajas de afeitar, tirachinas de mascar, bujías, batas de mujer, objetos de cristal y material de plantación. En el plano institucional se recibió un diploma de la City of Toledo por las atenciones recibidas, el acuerdo nombrando a una avenida Boulevard of Toledo, Spain, y, en enero de 1936, la invitación para que una delegación de la Ciudad Imperial viajase allí en 1937. La Lucha Civil paralizó este deseo. La reconocimiento pudo devolverse en 1962.

SOBRE EL AUTOR

RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

Avezado, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo

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