«Me hice la muerta y tuve suerte; si no, yo también estaba bajo tierra»


Emilia no le vio la cara. Durante su manifiesto en la segunda viaje del entendimiento con comité por el crimen de Jesús Bejerano Sánchez en Gálvez, un biombo blanco le sirvió de parapeto en la sala sublime de la Audiencia de Toledo. No quería cruzar la inspección con el hombre marcado de matar a su pareja la incertidumbre del 19 de diciembre de 2021, cinco días ayer de que el anciano cumpliera 78.

Ella, rumana como Vasile, se sentó en una butaca porque le temblaba las piernas, y lo primero que soltó fue que estuvo «obligada» a estar con él. Porque este homicidio es el punto final a un triángulo tormentoso, y Jesús, 42 primaveras decano que Emilia, se llevó la peor parte.

Al anciano lo conoció en 2015 y «me junté con él ayer de entrar en la gayola de Alcalá Meco», donde Emilia estuvo presa siete meses y siete días por un delito que no aclaró. Salió de la prisión y volvió con Jesús, con quien tuvo una hija dos primaveras luego.

En 2018 conoció a Vasile, cuando la pupila tenía cuatro meses, y más tarde mantuvo una relación con él en la finca donde su compatriota compartía en Menasalbas, a 7 kilómetros de Gálvez. «Me pegaba y me amenazaba. Estuve dos meses con él, hasta que llamé a la Vigilancia Civil, cogí a escondidas a la pupila y volví al calle de Jesús», relató Emilia al comité. Corría el invierno de 2020, aunque añadió que «nunca rompí» con el padre de su hija.

Con la dificultad del idioma, contó que tuvo encuentros sexuales con el supuesto homicida ayer del día de autos, aunque dijo que no había una relación sentimental. «Me tenía que ver con él por miedo (…) Me llamaba para que fuera a verlo y hacer sus placeres en su casa en Menasalbas o en un bosque de Gálvez. Pero le decía que me dejara en paz», narró.

Ella accedía porque «amenazaba con matar a Jesús, y así ha hecho», contó a preguntas del fiscal, quien insistió en aprender el zaguero día que Emilia vio a Vasile, a pesar de que había una orden de alejamiento. La mujer no especificó la vencimiento, aunque se pudo vislumbrar que dos noches ayer. Luego relató que, como ella se negó a nutrir un acercamiento sexual, el marcado se presentó en la casa con un cuchillo cuando Jesús y Emilia hablaban de los regalos de su hija para el día de los Reyes Magos.

La puerta de entrada al calle estaba rota y Vasile pudo lograr al romper un cuarterón. Se dirigió a Jesús, que se encontraba en el pasillo, y Emilia intentó impedir que lo apuñalara. «Cariño, déjale, nos vamos de España… Déjale en paz, no lo mates, vámonos de aquí…», suplicó a Vasile, quien acabó con la vida de Jesús e hirió a la mujer en varias partes del cuerpo mientras ella se defendía con una edredón. «Me hice la muerta y tuve suerte; si no, yo asimismo estaba bajo tierra. Me dio tres veces para comprobar de que estaba muerta».

La dramática espectáculo sucedió delante una amiga, Giorgina, que no resultó lesionada. La pupila, dormida en una habitación, siquiera se despertó. «Todo sucedió en un minuto o así», afirmó la compañera de Jesús, quien aclaró: «Vasile olía a vino, tenía los luceros muy rojos, pero no estaba borracho». Luego el reo huyó con el cuchillo por el mismo hueco de la puerta por donde había entrado y fue detenido en su casa de Menasalbas.

Vasile ya entró a las bravas en otra ocasión, según recordó Emilia. Agredió a Jesús y a ella, lo que le costó su ingresó en prisión a mediados de 2020. «Me había prometido que iba a matar a Jesús (…) y lo mató», sentenció la mujer en una sala donde el calor castigó de nuevo y los abanicos volvieron a tener trabajo.

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