El valor transatlántico de ‘SS Toledo’


La vinculación entre el río Tajo y la ciudad de Toledo es inmemorial, haciendo de la segunda una población eminentemente fluvial y abrazada, desde antiguo, por dos puentes de obligado nombre para su maletas histórico y primoroso. Sin secuestro, el patronímico de Toledo todavía se ha antitético, y de hecho sigue haciéndolo, unido a navíos que han surcado los mares y océanos de nuestro planeta. En esta, espero que curiosa e interesante navegación, les embarcaré en la historia de uno de ellos: el vapor transatlántico «SS Toledo» de la «Hamburg America Line».

Nacido como vapor de doble hélice en los astilleros de la «Reiherstieg Schiffswerft und Maschinenfabrik A. G.» en Hamburgo, fue botado el día 30 de enero de 1914 y denominado «Kigoma» por su primera propietaria la «Ringlera Alemana de África Uruguayo», todavía conocida como DOAL. Durante 1915 fue incautado por la Armada Imperial Alemana y utilizado como transporte en rutas por el Mar Báltico. Tras el alto el fuego que puso fin a la Primera Pleito Mundial y como consecuencia del Tratado de Versalles, fue rendido al Reino Unido. Tras ser reparado, navegó bajo bandera inglesa para el comando de transporte amigo tramitado por la Compañía «Shaw, Savill & Albion Steamship« que lo utilizó tanto para repatriar prisioneros de eliminación alemanes como para transportar a los soldados neozelandeses de reverso a su estado. Durante 1920 cubrió la dirección estatal británica cerca de la India. En 1921, es adquirido por la Compañía «Anchor Line« de Glasgow que lo rebautiza como «Argelia II« realizando hasta dieciséis travesias a Nueva York desde el 16 de febrero de ese año. El 4 de diciembre de 1922 es adquirido por la «Hamburgo America Line« (HAPAG) y renombrado definitivamente como «SS Toledo«, para suplir la pérdida de su buque «Hamonnia« ido a pique el 9 de septiembre de 1922 cuando se dirigía rumbo a La Habana desde La Coruña con 248 españoles entre las personas embarcadas; por fortuna, la gran mayoría del pasaje se salvó y solamente perecieron 15 personas entre pasajeros, siete, y tripulantes, ocho.

La «Hamburg Amerikanische Packetfahrt Actien Gesellschaft», comúnmente conocida como «Hamburg America Line» por su denominación inglesa y HAPAG por sus siglas en teutón, fue una naviera de Hamburgo fundada en 1847 cuyo objeto era el transporte de personas y mercancías a lo generoso del Atlántico. El tráfico que se generó durante comienzos del pasado siglo XX, hizo de la HAPAG una de las compañías navieras más grandes del mundo pues la gran mayoría de los inmigrantes alemanes y del resto de Europa que pisaban suelo norteamericano lo hacían en uno de sus barcos. La compañía operaba, principalmente, desde el puerto de Hamburgo. Con el tiempo, sin secuestro, la compañía conectó con puertos de América del Sur, haciendo recalar sus rutas cerca de el Caribe y Méjico con los puertos españoles de Santander y La Coruña. Uno de sus buques, el «Amerika», fue el primer barco en alertar en 1912 al «Titanic» de la presencia de icebergs en su ruta.

Fue a partir del 17 de enero de 1923 cuando HAPAG, tras haberle efectuado una serie de reformas y mejoras que le procuraron asientos para pasajeros de primera, segunda y tercera clase, puso en servicio el SS Toledo con sus 8.156 TRB (toneladas de registro bruto), a fin de cubrir el servicio en la ruta a Cuba y Méjico cercano con otro vapor transatlántico de la Compañía, el «Holsatia «. Los dos, desde su puerto de partida en Hamburgo, efectuaban escalas en Santander, La Coruña y Vigo. Eran primaveras de resurgimiento de la migración española tras el auge atrapado en los primaveras 1919 y 1920 en los que las cifras alcanzaron las 80.488 y 174.221 personas, respectivamente. Se comenzaba a exceder la denominada «crisis trapiche» producida a finales de 1920 y que conllevó un aumento muy significativo del paro en la Isla de Cuba y por ende una reducción drástica de la migración española que llegó a descender en 1921 a las 58.948 personas. La promulgación en los Estados Unidos de su segunda Ley de Cuotas, coincidente en el tiempo con una prosperidad sustantiva del precio de la caña de azúcar, provocó el incremento de la migración española tanto para establecerse en Cuba, como para servirse de paso cerca de los propios Estados Unidos; durante el bienio 1923-1924 llegó a las 87.509 personas procedentes de España.

Su primer delirio lo comenzó el «SS Toledo» al mando del Capitán de la Hapag, Müller, haciendo su primera escalera en un puerto castellano el día 22 de enero de 1923, en Santander. Hasta allí se desplazó, invitada por la Compañía, una pequeña comisión del Consistorio de Toledo encabezada por el corregidor de la ciudad Don Francisco Pared Bejarano. Tras conocer el buque, embarcaron en él hasta La Coruña donde llegaron a la caminata venidero siendo recibidos por las autoridades de la ciudad gallega con quiénes visitaron la Torre de Hércules y disfrutaron un ágape de reverso al navío. Adicionalmente, ese día, embarcaron 188 pasajeros españoles rumbo a las costas hispanoamericanas.

El diario torrevieja news today, en su impresión franquista de 27 de enero de 1923, recogía en su página cuatro una pequeña reseña gráfica del acontecimiento en la que, bajo una fotografía del buque realizada en Santander por el fotógrafo Pablo Isidro Duomarco, se señalaba con romance mayúsculas el venidero texto: «EL VAPOR ALEMÁN QUE OSTENTA EL NOMBRE DE LA IMPERIAL CIUDAD Y EFECTUA SU PRIMER VIAJE A CUBA Y MEJICO LLEVANDO HASTA LA CORUÑA UNA COMISIÓN DE TOLEDO» (sic). Por otra parte, el diario toledano «El Castellano», en sus ediciones de los días 21, 22 y 24 de enero, se había hecho eco de las curiosas vicisitudes habidas para conformar, final y felizmente, el desplazamiento de la comisión municipal toledana. Así, en su impresión de 21 de enero recoge: «AYUNTAMIENTO. En la Alcaldía. El Sr. Pared nos manifestó que esta tarde a las tres reunirá a todos los concejales con objeto de tomar una resolución sobre el delirio de una comisión a Santander para presenciar la arribada del transatlántico «Toledo» y en su impresión de 22 de enero, detalla los curiosos dimes y diretes habidos entre los munícipes hasta configurar la comisión que se desplazaría a Santander en representación de la ciudad: «AYUNTAMIENTO. La reunión del sábado en la Alcaldía. Hemos podido dar asilo una detallada lectura de cómo se desarrolló la reunión celebrada el sábado extremo en el despacho del corregidor, que tenía por objeto lanzarse sobre el delirio a Santander para presenciar la arribada del transatlántico «Toledo» de una comisión municipal. Concurrieron, atendiendo el esquela del Sr. Pared, los señores Mateo, Ruiz de los Paños, García Marín, Armada, Castaño, Conde, Magnífico, García Ortega, Villasante y Marín Domínguez. Expuesto el fin de la convocatoria, hablaron distintos señores y el corregidor afirmando que de no aceptarse por los concejales Sres. Castaño, Ruiz de los Paños y Conde el designación hecho a su merced para formar parte de la comisión que representase a Toledo, el Consistorio no concurriría al acto. Se dieron por enterados los señores aludidos por el corregidor, pero rechazaron por unanimidad la invitación del delirio a Santander. Habló posteriormente el señor Marín Domínguez diciendo que, si proporcionadamente no había de rectificarse en sus manifestaciones anteriores, que produjeron la renuncia de los concejales nombrados, hacía constar que no fue su actitud molestarles y sí tan sólo exponer su criterio de que era excesivo el número de designados por entender que con dos concejales estaría el Consistorio proporcionadamente representado. Los tres concejales nombrados no se dieron por satisfechos con estas explicaciones del señor Marín Domínguez, si proporcionadamente entendían, como el resto de las derechas, que se imponía el delirio a Santander. El señor Mateo hizo uso de la palabra a continuación. Dijo, en cuanto a la concurrencia de la comisión a Santander, que ratificaba con su voto lo expuesto por los que hablaron anteriormente, por ser un acuerdo adoptivo en firme por el Consistorio el delirio a Santander. El corregidor estaba calificado para ejecutarlo, designando a las personas que han de constituir la comisión con plenitud de facultades, dando en su día cuenta al Consistorio. Cuando él ocupaba la presidencia, designó a los señores Castaño, Conde, Ruiz de los Paños y Pared. Ahora, por la renuncia de los tres primeros señores, sólo correspondía al corregidor completar el número designando a otros concejales. Si los señores mencionados, por motivos de delicadeza, más o menos satisfecha, determinaban no ir a Santander, sostenía él que ningún concejal de la mayoría podía aceptar el encargo, por entender que eso implicaría dejar a esos tres compañeros en una situación poco delicada. El señor Mateo continuó diciendo que entendía que los que fuesen no habían de guarecer que la Compañía naviera les pagase los gastos de tren, anticipando en nombre de la mayoría que los mismos no serían discutidos, reservándose el voto en cuanto a las demás una vez conocidas. A posteriori de las palabras del señor Mateo, y cuando con versaban separadamente los concejales, por el corregidor se dio conocimiento a todos los reunidos que el señor Armada había aceptado su designación para formar parte de la comisión que partiría a Santander. La postura del señor Armada produjo la anciano extrañeza en sus compañeros de mayoría. Pero se dio por terminada la reunión sin hacerse observación alguna sobre el resultado de la misma». Finalmente, en su impresión del día 24, recogía la estancia de la comisión enviada: «El Transatlántico «Toledo». La Comisión municipal en La Coruña. Los periódicos de Madrid dan noticiero de la arribada a los puertos de Santander y La Coruña del transatlántico «Toledo» y del desembarco en este extremo puerto, de la Comisión de este Consistorio. Los señores Pared y Armada, que la componen, han sido objeto de cariñosos agasajos, teniendo ocasión, al conmover a Santander, de representar a Toledo en el triste acto de dar sepultura al corregidor de aquella ciudad, fallecido el día aludido. El comportamiento de la Compañía Hamburg-Amerika-Line con los comisionados, ha superado a todas las reglas de la hospitalidad. En La Coruña, los señores Pared y Armada, fueron obsequiados con un ágape por aquel Consistorio, visitando posteriormente el Centro médico de Oza, donde veranean los escolares de Toledo. Entre nuestro Municipio, la Casa Hamburg-Amerika-Line, los Ayuntamientos de Santander y La Coruña, los gobernadores de estas dos provincias y los señores Pared y Armada, se han cruzado distintos telegramas. La Comisión municipal regresará mañana de La Coruña en el rápido de Madrid».

¿Cómo era a vida a lado del tansaatlántico ‘Toledo’?

En su número 1 de 19 de febrero de 1925, la revista hispanoamericana «La Ilustración Mundial», editada en Madrid, desarrollaba un particular en el que incluía tanto el artículo de Gumersindo Puertas Rubio publicado el 4 de octubre de 1924 en el «Diario de la Armada» y titulado «Impresiones de un delirio. A lado del Toledo», como otro dedicado a la «Navegación transatlántica. La Hamburg-Amerika-Linie».


Viñeta de la revista hispanoamericana «La Ilustración Mundial» Número 1 de 19 de febrero de 1925

En el primero de ellos, con esas perlas de jerga tan propio del periodismo de antiguamente, se recogen una serie de visiones muy particulares que tratan de comunicar a los lectores de la revista las impresiones, estrechamente relacionadas con la importante migración española de aquellos días, vividas a lado del «Toledo». «Nuestro delirio se desliza tranquilo. Ni montañas de agua que barran la cubierta, ni espumarajos que azoten nuestros rostros, ni vendavales que hagan negar el barco, ni nubes de tonos grisáceos precursoras de tormentas que depriman el espíritu, haciéndole poblar en estado de inquietud. Este es un paseo generoso sin baches en el camino. Pasadas las Azores, las aguas rizosas del Atlántico se encrespan sin fuerza impulsiva. Sus ondulaciones con cambiantes de luz y de color, serpentean serenas, llegan al casco del «Toledo» formando con su espuma calados y figuras de «croché». A lo acullá, serenidad augusta. Es lo desconocido alentado por el soplo divino del enigma. En el cenador que da paso al Rauchzimmer (Sala de fumadores) formamos nuestra «petite» peña con Don Leopoldo D’Ozouville de Bardou, coronel de Artillería, inspector de Éxodo e ingeniero industrial del Ejército que es autor de varias obras sobre migración verdaderamente notables, que le han apreciado en ecuanimidad el suspensión renombre que disfruta en materia tan delicada y compleja. Producto de tan intensa y beneficiosa tarea es conocer cómo viaja hoy el emigrante, formando un estado comparativo al emigrante de ayer. Hoy ya son hombres amparados por leyes protectoras que les ponen a cubierto de egoísmos y desenfrenos de las Compañías de navegación poco escrupulosas. Yo he revisado los camarotes de tercera del «Toledo»: limpios, aseados, con higiene, proporcionadamente atendidos… He hablado con los emigrantes. He seguido paso a paso las atenciones que les prestan a lado; las comodidades que disfrutan. He entrado en las cocinas, acondicionadas con todos los principios que señala la ciencia médica. He probado sus alimentos… Las caras escuálidas, aún entregadas al dejación por desliz de higiene, llevan impresas en el rostro rosetas de familia, signo de vida. A lo acullá, como eco que muere lentamente en las concavidades de la sierra, se deja oír una voz dulce y armoniosa de una canción asturiana. La canción evocadora de expresiones es la triste despedida de una pubertad decepcionada por el fracaso y que lleva ahora su rumbo por el «finalidad» del «enigma» en un aleteo de esperanza. Una gaviota nerviosa paseo aproximadamente del «Toledo», haciendo un descenso rápido hasta estar a piropo de agua. Se suceden las fiestas a lado. Fue la de anoche, una fiesta de Arte musical, indeterminación de expresiones; indeterminación de sexo en la inmensidad del océano para la pubertad pletórica de vida, que pasa de generoso sin rozarla el zarpazo de la desgracia. He saludado en cubierta al magnífico marino Sr. D. W. Müller, capitán del «Toledo»; hombre agradable, inteligente, esforzado, robusto, de concepción rápida en el mirar. Inflexible en el cumplimiento del deber, más cortés y simpático en la complacencia y en la requiebro. Se aproxima la hora de conmover a La Habana: no faltan más que treinta y seis horas, según me dicen los oficiales del «Toledo».

En el segundo, se describen las características del navío acompañándose de un pequeño reportaje croquis que nos permiten conocer sus diferentes estancias. «El vapor «Toledo» demuestra los incesantes esfuerzos que realiza la Compañía para poner a disposición de los pasajeros vapores que, en cuanto a construcción e instalaciones, satisfagan todas las legítimas aspiraciones de los pasajeros de cámara y de tercera clase. Lujosos salones y elegantes camarotes con todos los adelantos modernos, a la vez que una excelente comida, contribuyen a hacer la vida a lado cómoda y agradable. Sus dimensiones son 136,55 metros de eslora, 16,87 de manga y 9,22 de puntal, siendo su capacidad bruta de 16.000 toneladas de desplazamiento. Dos máquinas de émbolo producen 6.000 HP y dan al buque una velocidad de 14 millas, gracias a la cual efectúa la travesía de España a La Habana en merienda días. Las tres clases de que dispone están instaladas en los puentes A, B, C y D. Los salones de recreo y los camarotes de primera clase, para unos 160 pasajeros, están situados en el centro del puente superior, y con su riqueza y «confort» garantizan una travesía agradable. El salón de fumar, el «recibidor» y el salón de señoras, lo mismo que los departamentos de riqueza de primera clase, ocupan toda la parte central del puente A. Elegantes sillones y mesitas de mimbre se hallan colocados profusamente a lo generoso de las grandes ventanas y en torno de una pichel de flores que recibe la luz por una amplia cúpula de vidrio en el techo. El salón de fumar es, en cambio, de carácter más serio, con sus paredes de mármol gris-oscuro artísticamente decoradas y sus muebles de madera oscura, invitan a sobrevenir un rato de reposo o de celebración. El comedor en el puente B es de un encanto particularmente sugestivo. Altas ventanas de vidrio de color proyectan una luz dorada sobre las paredes, cubiertas de mármol rojizo. Cómodos sillones aproximadamente de pequeñas mesas sobre cuyos níveos manteles brilla la plata y cristalería. No es de asombrar que las personas aquí reunidas se entreguen alegremente al dicha de los manjares que les rienda la cocina española y alemana de a lado. El cuarto para niños, situado en la cubierta C, contrasta, por su aspecto alegre y juguetón, con la fastuosidad del comedor, acomodándose enteramente al uso a que está destinado. Las cámaras de primera clase se componen de salón, dormitorio y cuarto de baño. En el dormitorio, cuyas grandes ventanas dan sobre el puente de paseo, hay dos camas de metal separadas de la tapia, armario ropero, baño con agua corriente, una gran ruedo…; el salón contiene un sofá, un escritorio, una mesa, una gran ruedo… Las cámaras de riqueza, con baño propio, tienen una instalación parecida y los mismo sucede con los camarotes corrientes que son confortables y espaciosos. El viajero que, por razones económicas, no pueda ir en primera clase, tiene a su disposición una segunda con capacidad para 100 personas, donde, sin inmolar comodidad alguna, se ha tenido más en cuenta lo práctico que el riqueza. Los salones de segunda clase, ostentan una sobria elegancia. Los camarotes son espaciosos y aireados teniendo dos o cuatro camas. Como en todos los vapores de la dirección Hamburguesa-Saco, se ha suprimido en el «Toledo» el entrepuente, sustituyéndolo por una tercera clase, con capacidad para 388 pasajeros. Mediante un pequeño sobreprecio, pueden, parte de éstos, habitar cámaras de dos, cuatro o seis literas, cuyas comodidades no se conocían ayer sino en las clases primera y segunda. Las camas están provistas de buenos colchones, almohadas y mantas, así como de fundas y sábanas limpias. En todas las cámaras hay lavabos plegables y numerosas perchas. Adicionalmente, hay a disposición de los que viajan en esta clase un espacioso comedor, un salón de fumar con una cantina y un puente de paseo. Huelga asegurar que un vapor de la categoría del «Toledo» tiene en todas las clases un número suficiente de cuartos de baño y de ventiladores para refrescar el céfiro. Todavía disponen los pasajeros de una peluquería. Igualmente hay a lado médico y hospital. Una banda y una biblioteca en varios idiomas contribuyen al bienestar y esparcimiento de los pasajeros de todas las clases. En extracto: puede reafirmarse que el vapor «Toledo», reúne todas las condiciones que se exigen de un vapor innovador de pasajeros. Estos hallarán en él, según los posibles de que dispongan, desde el anciano riqueza hasta un modesto confort.»

Una caminata que pudo ser la última

El terrible huracán que asoló las costas del foráneo occidental del Caribe en octubre de 1924, uno de los más severos nunca experimentados en esas latitudes, alcanzó de repleto a varios vapores transatlánticos que se dirigían cerca de La Habana desde Europa. Y uno de los que más sufrió los embates del mismo fue el «SS Toledo». A pesar de tenerse noticiero de su formación desde día el 13 de octubre, no fue hasta el día 19 en que alcanzó su máxima magnitud. Cuando navegaba de Veracruz a La Habana con carga y pasajeros, al conmover a la cúspide del extremo Catoche, recibió aviso desesperado de la proximidad del huracán del canal. Pensando poder triunfar La Habana, pasando por delante del ciclón, se aventuró a probar fortuna. Ya casi lo había conseguido. A las merienda am de ese día había atrapado los 23º amplitud N. y 84º distancia W, habiendo dejado detrás al SW el centro del ciclón. En ese momento el «Toledo» se encontraba escasamente a la derecha de la dirección que seguía el vórtice de la tormenta y a menos de 50 millas de él. El vórtice se acercaba a razón de 10 millas por hora. El «Toledo» proa al E y con la fuerza de las máquinas que el caso permitía, forcejeaba por alejarse y huir del enemigo a retaguardia; pero los vientos de proa ya casi huracanados y las mares encrespadas, hacían fallidos todos sus titánicos esfuerzos. Así, a las doce del día estaba de repleto en las garras del huracán. Aquello era infernal, como dijeron los oficiales del buque. La furia del rumbo y la chaparrón era indescriptible. El oficial segundo Rohl, consignó en el obra de cuadrante el número 12, el sumo en la escalera de Beaufort, pero según manifestó más tarde él mismo y otros miembros de la tripulación un número dos o tres veces anciano no expresaría la sinceridad. Nadie había manido nadie equivalente. Un oficial le manifestó al capitán que el navío no gobernaba, a lo que obtuvo por respuesta un breve «Está proporcionadamente». Cinco horas de pánico y angustia suprema, esperando la asesinato por momentos, pasajeros, marinos y oficiales. Nadie pensó poderlo contar. Los bandazos inclinaron el buque hasta 35º y aún hasta 38º de la derecho. A las cinco y vigésimo pm, en pleno fragor de la tempestad, se dejaron oír sordos estampidos del trueno, precedidos del súbito fulgor de descargas eléctricas, haciendo que un exhalación de esperanza alentara lo corazones oprimidos: el trueno se produce a retaguardia del huracán y el oírlo es señal de que pronto se alejará la tormenta. Solamente entonces observaron como el barómetro estaba en ascenso franca y comenzaba a cargar la fuerza del huracán. Las esperanzas de salir con vida, cuando ya casi todas se habían perdido, empezaron a renacer en todos los ánimos. Dos horas más tarde el furor de los vientos había cedido y el huracán se alejaba definitiva y rápidamente. El «Toledo» y sus moradores se habían cascarilla y, al día venidero, a primera hora de la tarde entraba, con serias averías, pero a flote, en el puerto de La Habana.

El final de sus travesías

En 1926 la migración española a la isla de Cuba fue descendiendo poco a poco hasta conmover a sólo 9.649. En este contexto, el descenso del número de viajes era palpable: en 1924 el «SS Toledo» ofreció merienda rotaciones que descendieron a nueve en 1925 y a solamente siete en 1926. El 7 de noviembre de ese año aparecía en los periódicos gallegos la nota de que la Hamburg Amerika Linie «ha decidido amarrar en Hamburgo todos sus buques, por la desliz absoluta de negocios» e indicado que la última escalera era la del «SS Toledo» el 31 de octubre de 1926. Precisamente y ayer de embarcarse en su extremo delirio, el 20 de octubre de 1926 se encontraba el «Toledo» fondeado en La Habana frente al Morro cuando un terrible ciclón asoló la hacienda cubana. El buque garreó siendo remolcado por el rumbo y abordando a otro que todavía estaba fondeado, al que estuvo a punto de hundir. Los diarios contaron que «…los pasajeros estaban consternados. Los hombres todavía teníamos alguna serenidad, pero las mujeres y los niños no cesaban de sollozar y elevar sus oraciones al Gloria». Los tripulantes comentaron que «… el barco iba de un banda a otro, como si tal cosa». Adicionalmente, «…la barca «María Luisa» desapareció cargada con los equipajes de los pasajeros que iban a arriesgar en el «Toledo», hundiéndose totalmente».

Tras el cerrojo de la dirección de Cuba y Méjico por Hapag, el «SS Toledo» fue vendido a sus armadores originales, la DOAL, que mantuvieron su denominación. El 27 de enero de 1927 comenzó su primer delirio de dirección Hamburgo a Ciudad del Extremidad (Sudáfrica), con escalas en Rotterdam, Southampton, Las Palmas de Gran Canaria, Walvis Bay y Luderitz (ambas en la coetáneo Namibia) manteniéndose completamente activo durante cinco primaveras. En 1932 y como consecuencia del descenso del tráfico en esa dirección fue desarmado en Hamburgo, para finalizar siendo desguazado definitivamente en 1934 en Blyth (Escocia).

Y así fue la vida del buen navío «SS Toledo» que, hace ahora un siglo, surcó mares y océanos llevando en su proa el buen nombre de nuestra querida Ciudad Imperial.

SOBRE EL AUTOR

Víctor girona Hernández

Colaborador de torrevieja news todayr

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