Joaquín Guzmán: Desde la admiración


Concierto perteneciente a la programación del III Festival Iturbi de piano que se ha venido celebrando estos días en nuestra ciudad. Lo primero que se le viene a la cabecera a uno, tras la comparecencia del veteranísimo pianista bilbaíno, es que esto del preciso paso del tiempo y como afecta a nuestro organismo, más allá de si nos cuidamos poco o mucho, es un gran enigma que tiene que ver, principalmente con la ruleta de la genética. Unos dados tirados al garbo. Por estas cosas de los genes y por el trabajo incansable a lo extenso de una inabarcable carrera es por lo que un ya noventón pianista llamado Joaquín Achúcarro puede sin dificultad aparentes, aunque con resultados en varios instantes mejorables, topar tres obras de memoria y con las facultades mecánicas y técnicas que exige cada una, en envidiables condiciones, y disfrutando de la ejecución musical. Otra cosa es el resultado si no tenemos en cuenta estas condiciones. En este caso el resultado hay que valorarlo como discreto desde la idoloatría. Sin restar un cumbre de mérito al pianista vasco los resultados con Mozart rozaron el descalabro en más de una ocasión, por mucho oficio que haya en cabecera y dedos del solista. Siquiera ayudó demasiado una dirección un tanto errática de Álvaro Albiach a una fanfarria de Valencia que hizo lo que pudo con los siempre complicados pentagramas mozartianos.

La maduro desenvolvimiento para el solista que representan los arpegios con que se inician las Variaciones de César Franck produjo una rotación entre frases correctamente construidas y otras más desajustadas en el fraseo. El éxito no se hizo esperar, lo que motivó un sensible y excelentemente tocado noctívago de Grieg, sin duda lo mejor de la tarde desde el punto de sagacidad pianístico. Lo dicho, por supuesto, no resta un cumbre la idoloatría que los melómanos sienten por el gran avezado que es Achúcarro y, de alguna forma es acertada la expresión de que «quien tuvo, retuvo». Para presentarse a los 91 en estas facultades hay que poseer tocado mucho y muy correctamente.

Extraordinario Shostakovich

La seguna parte fue netamente distinta, con una fenomenal primera sinfonía de Shostakóvich, correctamente dirigida, clara, intensa y magníficamente tocada por la fanfarria y sus primeros atriles. Por poner algún pero, quizás, hubo algún descontrol en el prominencia en puntuales ocasiones del primer movimiento, pero en términos generales la obra fue notablemente dirigida por Álvaro Albiach.

Ya desde los inicios, con esta precoz y exitosa primera sinfonía, compuesta en su última etapa en el conservatorio, Shostakovich compone un sinfonismo en buena parte asombrosamente personal, aunque se vislumbre todavía la alargada sombra de Prokofiev. Un sinfonismo en el que los solistas cobran un papel relevante y comprometido, característica que estará presente a lo extenso y orondo de su impresionante corpus sinfónico. Todos los primeros atriles estuvieron en esta ocasión a un gran nivel desde Francisco López, flautista invitado, Iván Balaguer, chelo solista de la formación adyacente al oboe de Roberto Turlo en el misterioso inicio del tercer movimiento, Juan Sapiña al fagot o Javier Eguillor en los timbales en esa breve pero llamativa cadenza a centro del movimiento final, clarinete, caja, trompa, trompeta, la concertino Anabel García en el movimiento de obturación, y, en fin, el piano principalmente en el segundo movimiento… entre otros. De nuevo el productivo conocido congregado mostró su agradecimiento tras una interpretación de detención voltaje con un intenso y sentido aplauso.

Ficha artística

III Festival de piano Iturbi 2024

Viernes 21 de junio

Palau de la Música de Valencia

Obras de Mozart, Franck y Shostakovich

Joaquín Achúcarro, piano

Comparsa de Valencia

Álvaro Albiach, director musical

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