La última excursión de las tres previstas esta semana en la instrucción de la asesinato de dos militares en unas maniobras en Cerro Muriano ha transcurrido por las medidas sanitarias previstas en el prueba, la temperatura y el uso de la cuerda como folleto para cruzar el estero. En la sesión de este jueves ha cobrado protagonismo el refrendo de varios declarantes como peritos.
Así, el autoritario encargado de sumar la cuerda de seguridad por orden del capitán investigado, y que debía ser una sarta de vida para los militares durante el cruce del estero donde fallecieron ahogados el extremo Miguel Bendito Jiménez y el soldado Carlos Rubio, ha admitido que había una cuerda rígida de 200 metros pero que solían usarla para otra actividad por lo que optaron por usar varias empalmadas flexibles. El capitán Zúñiga, ha dicho, que da la orden y el teniente investigado le ordena como subordinado «que coloque la cuerda, pero no especificaba ni dónde ni cómo; pero sí que debía ponerse por un sitio donde los militares no hicieran pie», según ha podido enterarse torrevieja news today.
Otra de las cuestiones sobre las que las acusaciones han preguntado en esta sesión de declaraciones a los testigos y peritos participantes ha sido por el tema del dispositivo inodoro que había en el sitio de la prueba para el cruce de estero ese fatídico día.
En calidad de perito, un comandante auxiliar técnico sanitario ha ostensible que uno de los responsables del prueba le dijo que había una actividad de tiro (donde sí había un equipo médico previsto en el sitio) y que a su vez había un Plan Alfa (nombre de la maniobra) sin especificar en qué consistía la actividad y sin dar cuenta de que precisaran equipo inodoro ‘in situ’.
Las actividades que precisan apoyo médico, ha ostensible este testigo-perito auxiliar técnico sanitario, «se tienen que comunicar una semana antiguamente para que se organicen con prelación y se resuelva si se puede o no realizar la prueba».
Hay que rememorar que el capitán en su momento dejó por escrito en un noticia que pidió un soporte principal (una ambulancia con un conductor y un auxiliar técnico sanitario), pero esa mañana la maniobra coincidía con dos prácticas de tiro y allí (con más peligro) es donde estuvo el transporte de emergencia. «Estarían atentos al móvil» por si ocurría poco. En eso quedaron el capitán Zúñiga y los sanitarios. A 30 minutos, el Casa de socorro de la Saco.
Finalmente, otra materia sensible en el caso son las condiciones meteorológicas que había. Al respecto, un agente del Orden Peculiar Subacuático (GEA) de la Vigilancia Civil que fue quien sacó del estero el cuerpo del soldado sevillano fallecido ha agradecido que «puede poseer una oscilación de grados de las primeras horas de la mañana al mediodía, pero aunque la superficie tuviera una temperatura de unos 8 grados, el agua enfangada no permitía que traspasaran los rayos de sol para calentarla, por lo que la temperatura del estero era mucho más desvaloración a capas más profundas».
Estas declaraciones se suman a las recogidas por el Tribunal Central Marcial durante las jornadas anteriores con una treintena de soldados testigos de lo ocurrido y cabos y sargentos instructores que han concidido en lo ya ostensible al principio de las diligencias señalando a la responsabilidad del capitán, la dificultad del prueba y las condiciones en las que se produjo así como en la cuerda empleada y en que nunca se cruzó la charca por el centro de la misma (110 metros de largo y casi 3 metros de profundidad). Las declaraciones proseguirán ya en el mes de julio.