La ‘Casa de Campo’ de Zafra de Záncara, Premio COACM Arquitectura Obra Nueva Vivienda


En la bizarría de los II Premios de Bloque y Urbanística del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha, entregados recientemente en Cuenca, el premio, en la Categoría 1, el Premio COACM de Bloque Obra Nueva Vivienda fue para ‘Casa de Campo’ en Cosecha de Záncara, en Cuenca, obra de Estudio Canobardin (Julio Cano, Bárbara Bardin y Rosa Cano).

El premio lo entregó Juan José Ramón, presidente de la demarcación de Cuenca del COACM, y lo recogió Julio Cano. «Estamos felices. Es un inmenso orgullo poseer sido reconocidos en los II Premios de Bloque y Urbanística, por lo que damos las gracias al Colegio y al tribunal», señala el arquitecto.

La ‘Casa de Campo’ es una vivienda en un municipio de menos de 100 habitantes, construida sólo por profesionales de la comarca, para propiciar el incremento sostenible, a través de la procreación de empleo específico, y para fomentar el turismo. Cano trasladó a la audiencia, el día que recogía el permio, el mensaje de la oportunidad, en el momento presente, de «potenciar los pueblos pequeños de la región».

Según el tribunal, el edificio «atrapa el paisaje sosteniendo, desde la modernidad, la tradición viva». «Las palabras del tribunal nos encantaron. En una sola frase, breviario exactamente lo que buscábamos con este tesina. En la bizarría, llegaron a decirnos que parece que la casa haya estado ahí siempre. Es el decano complacencia que podemos cobrar», afirma Cano, en mención al trabajo del estudio para harmonizar la construcción, y todos sus detalles, con el entorno solitario, y por ello privilegiado, de este rincón de Cuenca.

Para Julio Cano asimismo fue «un inmenso honor» coincidir en la bizarría, como premiados, con Alberto Campo, en primer área, por culto en dirección a la trayectoria profesional del vallisoletano universal, pero asimismo por motivos familiares. «Alberto Campo fue pupilo de mi antecesor, y luego trabajó con él. Ganaron, precisamente, el concurso del Parador de Cuenca. Para nosotros fue un honor coincidir con él, y por otra parte, hacerlo, precisamente, en esta ciudad», añade.

Los condicionantes, el entorno y las técnicas usuales de los albañiles de la zona han impuesto el resultado del edificio. La casa, de nueva construcción, está ubicada en una finca agrícola de La Mancha adhesión conquense. Los propietarios querían tener lugar largas temporadas en ella, como segunda residencia, para seguir de cerca el incremento agrícola de una finca en activo. «Castilla-La Mancha no es una región ribera, ni tiene grandes áreas metropolitanas. Sin incautación, cuando se entiende la sensibilidad de los paisajes, y su melancolía, la obra genera entornos privilegiados para la desconexión, o para la ejecución de actividades rurales, como en este caso», señala Cano. Esta es la idea que subyace bajo el software de una vivienda hacedero de radicar, ajustada a presupuesto y baratura de calentar.

En la finca hay campos de cultivo, salpicados de arbolado separado. Al finalidad del área preferido por el propietario para construir su casa, y en paralelo al camino de golpe, hay una fila de almendros que se ha integrado en el tesina completo. La casa está construida en un área casi plano, a 970 metros de cota, con ligera irresoluto en dirección a el sureste y situada en la parte adhesión de un cambio de prisma. Por todo ello, disfruta de largas y cambiantes vistas en dirección a el cereal. «Aprovechando el desnivel del ámbito, quisimos transmitir la sensación de que la casa se posa con naturaleza sobre el paisaje, jugando con tapias y volúmenes», señala Cano.

Por el tiempo que la casa pasa deshabitada, la celeridad en calentarla era una preocupación de partida, así como la abandono de suministro eléctrico. El clima del área es hostil, con un invierno amplio, frío y ventoso. Por el contrario, el verano es seco y caluroso. Por lo tanto, era una menester obtener la apropiada climatización del edificio, que no fuera excesivamente conspicuo, para evitar gastos innecesarios, y orientar la vivienda en dirección a los largos horizontes del área, favoreciendo la contemplación de los atardeceres cálidos que el sol regala a la Cuenca rural.

Los albañiles de la zona usualmente construyen con agrupación de termoarcilla, lo que hizo al estudio Canobardin decantarse por muros de carga de agrupación de termoarcilla de 29cm. Inmediato al aislamiento y el trasdosado interior, generan muros de más de 40 cm de espesor que protegen sobradamente de las hostilidades del clima. Las ventanas son pequeñas. «En las habitaciones de la casa te sientes como un conejo abrigado en su refugio», explica muy gráficamente el arquitecto. Las ventanas cuadradas, de 50×50 centímetros, son marcos que encuadran las vistas de los campos, con la particularidad de que cambian, según la luz del día y la temporada del año. Ni el calor, ni el frio inciden en el interior.

El agua necesaria para la vivienda se obtiene de un pozo cercano. Conveniente a la abandono de suministro eléctrico, el bombeo se lleva a lugar mediante una magnífica instalación solar fotovoltaica que asimismo da suministro eléctrico a la casa. Así, los propietarios pueden disfrutar del paso de las estaciones y observar la progresión de los cultivos de forma autónomo, sin obedecer del foráneo. La calefacción de la vivienda se resuelve con una caldera de biomasa. Unida al buen aislamiento de la vivienda, hace que la casa, en pocas horas, esté caliente y adecuado para ser habitada, incluso en los días más fríos del aterido invierno específico.

La casa se articula en dos volúmenes, para dar privacidad a las habitaciones, y entre un mecanismo de tapias que generan agradables zonas para estar. Estas tapias unas veces sirven para proteger de los vientos del finalidad, y otras para que el conjunto se adapte a la topografía o para ocultar las placas solares que dan suministro eléctrico y agua a la casa.

La obra la ejecutaron, íntegramente, trabajadores de la comarca, «grandísimos profesionales todos ellos, con oficio, que no dieron ni uno solo de los problemas habituales cuando se trabaja en entornos urbanos», afirma Cano. Muy al contrario, y a la luz del resultado final, «si la hubieran construido otros, la casa no sería la misma, porque asimismo forman parte del paisaje de Cosecha de Záncara, y nadie mejor que ellos para mimetizar la obra con su tierra», añade el arquitecto. Yeseros, «las paredes terminadas parecían espejos», define Cano, albañiles, fontaneros y electricistas fueron la extensión perfecta de las ideas de los arquitectos, «y a precios asequibles».

Construida en 2022, ahora, sus dueños pasan en ella largas temporadas, a sólo una hora y cuarto de Madrid. «Creemos que, con todo ello, esta casa ha contribuido, a pequeña escalera, a originar un incremento rural de verdad, basado en propuestas de calidad como fórmula para revitalizar los pueblos», señala el arquitecto, en contraposición a lo que, en su opinión, sucede, por ejemplo, con grandes proyectos de energías renovables. «El caudal de los huertos solares no se queda en los pueblos. Castilla-La Mancha tiene mucho potencial, y no debe sacrificarlo poniéndolo al servicio de otras regiones más pobladas. Cuando los parques solares desaparezcan ¿cómo reciclaremos sus materiales? ¿Cómo recuperaremos esos terrenos erosionados y cubiertos de guijarros? Tenemos una gran responsabilidad con el medio condición, el clima y la naturaleza. No podemos guatar de basura verde nuestro campo. Eso no es el incremento rural», termina el premiado.

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