piden la imputación del sargento que eligió la cuerda y la montó en el lago de la maniobra


Los letrados de la clan del lado Miguel Santo Jiménez, fallecido pegado a un soldado sevillano en la almohadilla marcial de Cerro Muriano el pasado 21 de diciembre durante la prueba del cruce, han presentado un escrito al Magistratura Togado Central solicitando que cite en calidad de investigado al mangonero encargado de nominar y colocar la cuerda que debía servir de secante de vida entre las dos orillas como medida de seguridad para la realización del prueba.

En la solicitud, que han presentado el docto Francisco José Pérez y Antonio Granados, se expone al togado marcial que a raíz de la explicación testifical de este mangonero delante el Magistratura Togado Central número 2 este jueves pasado, ratificó la explicación que había hecho delante la Policía Contencioso de la Guarnición Civil.

Según el interrogatorio, a sensatez de estos letrados, «se dejaron vislumbrar claramente ciertos aspectos que nos llevan a considerar el conexión causal de responsabilidad de este mangonero con los desgraciados hechos acaecidos el pasado día 21 de diciembre de 2023».

En concreto, en la alternativa de la cuerda, «si proporcionadamente quedó acreditado que este mangonero secundaba órdenes dispuestas por el capitán Zúñiga y el teniente Tato, éste, bajo taco, indicó que independientemente eligió la cuerda gurú a instalar (por lo que teniendo conocimiento del peligroso extensión donde se iba a desarrollar, y el tipo de material que estaba utilizando, debió de acaecer comunicado a sus superiores la suspensión del mismo por la error de medios y peligrosidad del entorno)».

El escrito de los abogados señala igualmente al togado marcial que si proporcionadamente había un rollo de cuerda rígida de 200 metros -«que obviamente, reforzaría la mínima seguridad que ostentaban los participantes en el negligente prueba húmedo», optó «bajo su responsabilidad por instalar las cuerdas menos seguras».

Para esta parte está «claro que esta energía debía de acaecer sido cotejada y controlada por su sujeción de mandos, pero él no sólo incidió en que no se ejecutara de un modo correcto, sino que desde su inició, mostró instrumentos de desprecio a la vida de cuantos pudieran escasear una mínima ayuda, pues conocía perfectamente que la cuerda que instaló no era avalista de seguridad ni para una sola persona por sus características técnicas».

Otro de los instrumentos que justificarían esta imputación, según el escrito, estaría relacionada con la alternativa del extensión de celebración del prueba, ya que el mangonero en su explicación manifestó que el extensión de celebración de prueba en el pantano, así como «las encinas donde se ató la cuerda, fueron elegidas por él».

Esta fue una actividad ingenuidad bajo su total responsabilidad, añade el escrito delante el togado marcial, «puesto que la orden que recibió por el teniente Tato fue que la pusiera en un sitio que cubriera», que proporcionadamente podría acaecer sido en un supletorio del pantano como ya sucedió otras veces que se hizo esta prueba. Sin retención, y «de nuevo mostrando una aspecto totalmente negligente y despreciativa en relación a las vidas de los participantes, optó por el extensión más dificultoso», recoge este documento.

«Esto debió de ser controlado por su sujeción de mandos, pero recae responsabilidad en el mismo, pues es conocedor de la dificultad, condiciones atmosféricas y valor de instrucción de los soldados, así como que incluso tiene la prerrogativa de mandar sobre la tropa por el rango de su empleo, optó por el mismo».

Al mismo tiempo, exponen que estos hechos han sido corroborados por diferentes testigos, como uno de los cabos, quien le indicó mientras lo transportaba pegado al material en una camioneta que lo que iba a hacer «era una demencia». El propio teniente Tato, quien tras ver la instalación de la cuerda le habríai ndicado que «no lo veía». O incluso, recogen estos letrados en su escrito, el mismo capitán Zúñiga, que en una conversación vía whatsapp comentaron: «Capitán, esperemos que no tengamos que ir al rescate», respondiendo el capitán: «esperemos que no».

De esta forma, si el árbitro citara como investigado a este mangonero sería el octavo en la causa a posteriori de las tres primeras imputaciones que se ordenaron contra el capitán, un teniente y un mangonero y más tarde los cuatro altos cargos de la Saco: dos coroneles, un teniente coronel y un comandante.

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