«Sufro de ‘asnomanía’, de militancia borriquera»


Cero en la vida pasa por causalidad. Pascual Rovira (Iznájar, 1959) nació con intolerancia a la lactosa materna y lo criaron con la de burra. En concreto con la de una que se llamaba Picaza. Así que no es expulsar su querencia por los asnos. Del fundador de la Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo) de Rute a finales de los años noventa del siglo pasado se han escrito ríos de tinta, y no de la que sale de cualquier pluma. Cela le llamaba «el vicario del Todopoderoso de los burros», Alberti «el defensor novedoso» de la misma especie, Tico Medina «el señor de los asnillos», y hasta la Reina Sofía, con quien ha mantenido una amistad fructífera, se ha referido a él como un «asno-influencer».

-Jaime Campany mencionó a Adebo en varias ocasiones en sus artículos. En uno de ellos escribía: «El asunto de Estado reside en la sombra de un imbécil». Vale para hoy.

-Sí, sí. Ese artículo es magnífico. La verdad es que al imbécil le debemos muchísimo, ¿no? Se le debería acaecer considerado especie protegida. Nosotros fuimos los primeros que movimos en España esta corriente de simpatía, primero a través de la elite de la civilización, porque en el pueblo eran al principio muy reacios a que Rute, que había sido muy conocido por la destilación del ojén, saltara a primera trayecto informativa por estos animales. Al principio fue Luis del Olmo, y se produjo un tromba… El imbécil es el animal que más ha ayudado al hombre, y tiene en intención sus connotaciones políticas: es el símbolo por ejemplo del Partido Demócrata de los Estados Unidos. Yo he utilizado una especie de travesura diplomática para romper tópicos en torno al imbécil: le regalé uno a Rafael Alberti y una burra a Cela, para patrocinar la copulación literaria entre las dos Españas irreconciliables. Luego le regalamos otro, que se llamaba Revolución, a Fidel Castro.

-¿Rute le debe más a los burros que al ojén?

-Muchísimo más. Lo más conocido que ha tenido Rute del Anisado ha sido Machaquito, que a comienzos del siglo [XX] lo consiguieron admitir a la Residencia de Estudiantes, y en las tertulias más importantes estaba el ojén. Federico García Lorca, Unamuno, Valle Inclán… A nivel cultural fue la caña. Cuando nosotros empezamos en el año noventa escasamente había turismo en Rute: Cela, Saramago, Bizarría y los medios de comunicación pusieron el foco informativo en el pueblo. Nosotros nunca le hemos hecho una hostilidades al ojén, de hecho nosotros bautizamos a los burros con ojén de Rute. Hemos surgido en la BBC, en la RAI, y el único documental que hizo Olivia Newton-Johnsobre España se tituló ‘Donkey man’, y hablaba de Rute.

-La palabra imbécil, usada sobre todo como secundario, tiene muy malas connotaciones.

-Sí, yo intenté cambiarlo. ‘Persona ruda y de poco entendimiento’ es lo que dice el diccionario, y yo quería que pusiera ‘estimable animal milenario amigo de la Humanidad’. Esa fue una de mis primeras preocupaciones cuando empecé en 1989, y en 1990 ya era amigo de Cela, él me llamaba mucho… Él me decía que gallego todavía significaba siete y tal. Él me aconsejaba que dejase lo de la Efectivo Entidad: ‘Borriquero a tus borricos’, bromeaba. Al principio, la clase política no quería acercarse a los burros… quizás para evitar comparaciones. De hecho, usaban mucho la palabra para insultarse los unos a los otros. Cela decía que teníamos que guardar al imbécil del hombre; escribió unos artículos maravillosos y Alberti se entusiasmó.

-En torrevieja news today, Cela escribió lo que sigue: «El asno ha sido siempre más sincero, más tenaz, más vivo y más valiente que su amo». ¿Está de acuerdo?

-Sí, sí, sí. Es que la militancia borriquera de Cela era magnífico. Y tuvo con Alberti en popular eso de que amarás al imbécil sobre todas las cosas.


El presidente de Adebo le muestra a Califa una foto con la Reina Sofía de 2020


mariana dorado

-El término borrico sí que tiene un significado positivo en el acento popular. «Soy más amigo tuyo que un borrico», por ejemplo.

-Exactamente. El imbécil lo ha hexaedro todo por el hombre. Hace seis mil primaveras vivían en manada, eran salvajes y nosotros los domesticamos y los pusimos a nuestro servicio para que fueran medio de transporte, fuerza de remolque, motor de norias, desbrozador natural, progenitor de mulas… Sin el imbécil no se entendería la civilización, ni la Mezquita ni las pirámides. Sin burros, sin su ayuda silenciosa, no seríamos nosotros. Ha sido nuestro amigo más fiel.

-Cervantes supo verlo: a Sancho Panza, hombre sensato, le puso de cabalgadura un imbécil, no un heroína.

-Cervantes nombra al asno ciento cincuenta y cinco veces. Nosotros hicimos con la Fura del Baus una especie obra que se llamaba ‘Navega Don Altruista’, y en el que recuperaba la cordura gracias a los conocimientos filosóficos de un imbécil. Hasta hay un adagio islámico que dice: ‘Sigue a un imbécil y encontrarás a tu pueblo, sigue a una chiva y caerás por un precipicio’. En el portal de Confusión todavía había una mula, porque este animal no es una especie ganadera más: forma parte del incremento de los pueblos. Nuestra intención ha sido desde el principio que los burros no se extingan: el principal depredador del imbécil son los tratantes, y los chinos.

-¿Los chinos?

-Sí. Porque hay un producto que se candela ejiao, que es una gelatina que se costal de la piel de los burros, y que es una especie de potenciador sexual para las mujeres, una cosa rarísima, y está haciendo que la cese del imbécil pueda ser mundial. Los chinos están sacrificando a casi cinco millones de burros, los compran de saldo en América, en África, en todos lados. Y en España el principal problema son los tratantes, el matadero…

-María Admisión Mateo, la viuda de Alberti, escribió de usted que tenía «una tierna imprudencia por los burros».

-Bueno, la verdad es que fui amigo de Rafael desde un primer momento y ahora María Admisión es una de mis mejores amigas. De hecho hablo con ella casi todas las semanas. A Rafael le pasó con los burros como a Bizarría, que era otro orfebre maravilloso de la palabra.

-Si hablamos de humanidades y burros no podemos olvidarnos de Juan Ramón Jiménez.

-Por su puesto, el más poético de todos los escritores. ‘Platero y yo’… Hemos participado en las actividades que ha hecho la Fundación Juan Ramón Jiménez de Moguer, a la que le regalamos una novia espiritual para Platero, que era hija de un imbécil de Jesús Quintero. Yo he sido personaje de Quintero, he estado en sus programas de televisión. Los familiares de Juan Ramón todavía han estado aquí en Rute. Nosotros, digamos, hemos hecho tres cosas vinculadas con la civilización. Una, en el año noventa hubo un homenaje al imbécil con Alberti; en 2009 hubo un homenaje a la chiva con los familiares de Miguel Hernández; y en 2018 celebramos el Año Marrano con un homenaje al repugnante.

«Sin el imbécil no se entendería la civilización, ni la Mezquita ni las pirámides»

-El manual ‘Hermano Asno’ marcó hace unos primaveras la difusión de la civilización relacionada con el imbécil.

-Se publicó en 2017, y fue un tesina de Eliseo García Nieto, un escritor que ha sido presidente del Consejo de Redacción de EFE, y de Mondelo, otro periodista, y que contó con la financiación de la Diputación de Córdoba. Estuvieron por todos lados donde había burros y sacaron dos kilos y medio de conocimiento sobre el animal, y a mí me parece que es lo más importante que se ha escrito sobre el imbécil hasta ahora.

-¿Usted qué aprende de los burros?

-Yo de los burros lo he aprendido todo. Yo salí al camino sin agenciárselas mínimo para encontrarlo todo. He contrario en el imbécil… Yo estoy mejor entre burros que entre humanos. Cuando subo para allí en lo alto para la reserva a mí se me engrandecen los días. Los códigos de comportamiento, los tipos de rebuznos, el verbo… El imbécil es un gran filósofo, un gran desconocido. Tuve contacto con la Reina Sofía en el año 1995, porque ella había criado burros en Grecia de pequeña y les tenía mucho aprecio. Nosotros hemos sido amigos, nos hemos mandado fotos, cartas. Caldo en 2008, me recibió en Zarzuela. Ella bromea con que soy un ‘asno-influencer’. Yo sufro de asnomanía, de militancia borriquera. Toda mi vida me la han hendido los burros: lo que sé de la vida, lo sé de ellos. A mí, encima, me criaron con lactosa de burra, que se llamaba Picaza, porque era intolerante a la lactosa materna.

-Pascual, ¿cuáles son sus proyectos futuros?

-Hace quince primaveras que el todo el tema financiero lo soportamos con una herencia que recibimos de una controladora aérea. Llevamos tiempo sin tener ayuda de las instituciones. A mí me gustaría crear una etapa etológica, un centro donde se estudie el comportamiento y se vean burros en manada, para conocerlos desde otro punto de sagacidad. El imbécil es el sometido del insuficiente, el insuficiente el sometido del rico, y yo me he convertido en el sometido del imbécil. Yo no podría sobrevenir ni un día sin mis burros. Quiero que se me recuerde como una persona que vio en el imbécil su camino.

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