Los últimos del Vacie: así se desmantela en Sevilla el asentamiento chabolista más antiguo de Europa


Las primeras chabolas se instalaron en este enclave al ártico de la ciudad de Sevilla en la término de los 30 del siglo XX. En sólo unos primaveras este arraigo podría cumplir un siglo, pero no hay ningún interés por parte de las autoridades en celebrarlo. De ascender ese día, sería un fracaso colectivo difícilmente achacable a un solo partido político. Por contra, por primera vez resulta plausible el mensaje tantas veces trillado de que el Vacie –el poblado de chabolas más antiguo de Europa– puede tener los días contados.

Quince primaveras posteriormente de que se adoptara un nuevo plan de realojos y, sobre todo, posteriormente de que se incluyera su desmantelamiento en la denominada «Organización de Expansión Urbano Sostenible Integrado (EDUSI)», financiada con fondos europeos, los técnicos que trabajan en la zona empiezan a creerse que, ahora sí, el Vacie podría restar desmantelado este mandato. Los más optimistas hablan incluso de 2025 como aniversario del candado.

El extremo censo realizado por el gobierno municipal apunta a que son 180 personas las que viven aún en este conglomerado caótico de infraviviendas situado unido a la tapia del cementerio de San Fernando. Son 35 familias pendientes de desalojo (y previsiblemente de un realojo) que requieren una intervención social compleja. El Cabildo ha anunciado una nueva dotación para darle continuidad a los equipos que trabajan en la integración de las familias realojadas, que estarán integrados por 12 técnicos y dos coordinadores.

El delegado de Barrios de Atención Preferente y Derechos Sociales, José Luis García, ha explicado que, con esta nueva inversión en personal, se podrá «seguir a las familias en todo el proceso de realojo, tanto en la grado previa como en la posterior», con el objeto de evitar o ceñir los conflictos que puedan surgir entre vecinos y propiciar la adquisición de habilidades domésticas que tienen que ver con la encargo de la heredad hogareño, la vida en comunidad, los hábitos de higiene y cuidado personal o el fomento de la billete social.

El gobierno de José Luis Sanz (PP) quiere ponerle la broche a este pastel y reivindica con fotos su reto, pero no puede ignorar que el trabajo realizado por sus antecesores ha sido fundamental en el cambio de tendencia registrado a partir de 2009.

Al principio los realojos se realizaron a un ritmo desesperantemente premioso y con muchos altibajos. Las claves del éxito de la operación en los últimos primaveras han sido la financiación europea (4,3 millones de euros), la dispersión de los realojos (que ha evitado la reacción de rechazo en los barrios receptores), la tarea de seguimiento de los equipos de trabajadores sociales y el desempeño «callado» de las administraciones, evitando los anuncios triunfalistas del pasado que sólo generaron frustración y ridículo.

Desde que se registraran las primeras chabolas en el Vacie el grosor de su población ha ido oscilando, aunque se sabe por algunos registros que a principios de los 60 llegó a tener más de 4.200 habitantes. Durante las décadas siguientes su población fue decayendo gracias, principalmente, a la construcción de viviendas sociales en su entorno.

En las vísperas de la Expo de 1992, se construyó en el Vacie una serie de viviendas prefabricadas para penetrar a los chabolistas que había que trasladar desde los bajos de Chapina (donde hoy está el puente del Hijuelo), con ocasión de la operación de desaterramiento del tapón de la descargadero del Guadalquivir. Aquellos barracones acabaron formando parte del mismo paisaje de marginalidad y reserva social del entorno.

Con el cambio de siglo el Vacie registró un repunte de habitantes que alertó a las autoridades y los barrios vecinos a raíz de una serie de sucesos violentos que volvieron a colocarlo en el centro de la atención de los medios de comunicación. Si en 2004 se calcularon 735 pobladores, en 2008 eran ya 830 habitantes, hasta rozar el millar poco posteriormente.

Según se detallaba en el referencia que acompaña a la EDUSI presentada a la UE (año 2015) y que permitió la extracción de fondos para el Vacie, en el arraigo existían entonces 150 construcciones de tres tipos: 61 casas prefabricadas, 77 chabolas y otras 12 autoconstrucciones de briqueta. Su superficie media era de 57 metros cuadrados, más del 40% de las viviendas tenían un único dormitorio, sólo la fracción tenían cocina y un 36% no disponían de cuarto de baño independiente o comunitario.

La veterano parte (105 familias) eran matrimonios con hijos y tenían una caducidad media en el arraigo de cerca de 19 primaveras. La época media de la población era de 21 primaveras. De las 618 personas censadas entonces, el 90,5% eran españolas, el 6% portuguesas y el resto provenía de otras nacionalidades como Marruecos o Mozambique. La población activa del Vacie se dedicaba entonces mayormente a la recogida de chatarra y a la saldo ambulante . Un 24,4% no sabía deletrear ni escribir ni había recibido ningún tipo de enseñanza escolar. De media, el tiempo de escuela que habían vivido sus habitantes tan pronto como superaba los 6 primaveras.

Si el gobierno de José Luis Sanz consigue rematar el desalojo del Vacie, llamado a convertirse en un gran parque, podrá colocarse con conciencia esa medalla simbólica aunque el mérito habrá sido compartido.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *