Por el momento han aparecido un par de casos, pero se teme que haya más. “Es muy difícil denunciar, los mayores se sienten muy avergonzados cuando se destapa la situación”, explica Firmamento Martínez. Ella es la abogada que se ha hecho cargo de esta presunta estafa.
“Colchones por valía de 3.000 euros, purificadores de flato, jarras de agua, la mayoría son productos relacionados con la salubridad. El precio es elevadísimo y son de muy mala calidad“, relata la letrada. Algunos incluso defectuosos o con facturas sin firmar. Lo peor, por otra parte, son las supuestas artes empleadas para conseguir la ‘traspaso’.
Colchones, purificadores de flato o jarras de agua
Hablamos de horas de charlas interminables con personas mayores que viven solas y que, por supuesto, no están nunca acompañadas en el momento de las visitas. Empiezan explicando las supuestas virtudes de los productos e incluso acaban presentándolos como regalos. Se supone que los ancianos solo tienen que aportar una pequeña cantidad al mes para cobrar utensilios que en el mercado valen un dineral. La ingenuidad es otra. Exactamente lo contrario.
Lo que en ingenuidad están firmando estas personas, vulnerables recordemos, son préstamos con entidades financieras que incluso han llegado, según denuncian, a amenazarles con echarles de casa si no pagan.
Una deuda de 18.000 euros
La mayoría de las veces el pastel se descubre cuando la situación ha llegado al contorno. En el caso que nos relata la abogada, la mujer sumaba una deuda de 18.000 euros entre todas las financiaras con las que había firmado préstamos. “Tenía 3 colchones en casa y un montón de productos de tipo”, cuenta. Se le acabaron los ahorros de la cuenta e incluso empezaban a devolverle los recibos por desliz de fondos.
Una situación que ni ella misma podía explicar. Algunas facturas de hecho, marcaban una sigla cuando se producía la supuesta traspaso y se multiplicaba por dos cuando pasaba al cárcel. Un cúmulo de anomalías de principio a fin que ha hecho que esta grupo denuncie y esta abogada se ponga manos a la obra. “Vamos a intentar tumbarlo por la vía penal y que le devuelvan el efectivo”, concluye Firmamento Martínez.
La peor parte, aún así, es la psicológica. El daño pudoroso a estas personas en el salón de su propia casa y sin miramientos. De ahí que hayan decidido dar un paso más y tratar de que esto no vuelva a ocurrirle a nadie.
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