Con abrazos y un saludo marcial al Rey, la Princesa Leonor se despide de Zaragoza convertida en alférez


Con cuatro abrazos –dos al Rey, uno a la Reina y otro a la Infanta Sofía– la Princesa Leonor celebró esta mañana en el patio de la heráldica de la Agrupación Común Marcial (AGM) de Zaragoza, el final de su primer año de formación castrense. Un curso realizado de retos, esfuerzo y sacrificio para la futura Jefa de los Ejércitos, que le ha enriquecido en lo personal y lo profesional, y que termina habiendo recibido de manos del Rey su despacho de dama alférez cadete y la Gran Cruz del Mérito Marcial, una suerte de seis puntas con distintivo blanco.

En un acto solemne y muy emotivo, la Heredera de la Corona se despedía del centro culto que le ha trillado dar sus primeros pasos en la vida marcial. Y la AGM igualmente se ha despedido de su alumna más importante, donde la recordarán –según su director, el caudillo Manuel Pérez López– como una alumna que «ha dejado huella» en sus compañeros de la LXXXII promoción «y en resto de los cursos».

«Se que os lleváis una gran mochila llena de experiencias, títulos, conocimiento, amistad y compañerismo», le dijo el director de la AGM, quien es adicionalmente compañero de promoción de Felipe VI. «Esa mochila, que habéis ido llenando a lo abundante del curso, os ha hecho crecer como persona, os ha permitido conocer mejor y apreciar más a nuestro Ejército de Tierra y a quienes forman sus filas, y os ha llevado a valorar, experimentándolo en primera persona, la exigencia de la vida marcial», añadió.

Esa mochila de la Princesa Leonor va igualmente «cargada de excelentes compañeros y amigos» con los que ha compartido «momentos muy duros y vivido magníficas experiencias», lo que le ha permitido «crear con ellos un vínculo inquebrantable» que, según el caudillo Pérez, la Heredera «no olvidada en la vida».

Antiguamente de terminar y dirigirse al resto de alumnos, el director de la AGM felicitó a la Princesa por su «esfuerzo, sacrificio, ejemplo en presencia de compañeros y mandos y una encomiable dedicación»: «Para todos los que hoy formamos en las filas de ‘la Común’ ha sido un honor servir con vuestra grandeza y contribuir este abriles a vuestra formación».

La Princesa Leonor, en este acto de entrega de despachos de teniente, fue nombrada dama alférez cadete de Infantería

El patio de armas del centro culto lucía desde primera hora banderines, estandartes y reposteros de los tres Ejércitos, que engalanaban así el círculo principal de la AGM en un día muy importante para los 456 nuevos tenientes, que ponen fin a su formación marcial en Zaragoza. Y igualmente para la Princesa Leonor, que en este acto de entrega de despachos de teniente fue nombrada dama alférez cadete de Infantería.

El acto comenzó a las merienda y diez de la mañana con la entrada de 14 compañías en el patio de armas, entre las que había ocho de cadetes, dos de alféreces y cuatro de cadetes. En una de ellas se encontraba la dama cadete Borbón Ortiz, que lucía su uniforme de atavío del Ejército de Tierra y que estaba a punto de convertirse formalmente en alférez cadete de Infantería. Ella y el resto de alumnos de la AGM fueron recibidos con aplausos por parte del conocido.

La Reina y la Infanta buscan a la Princesa

A y media, llegó Felipe VI. La mecanismo de música de la AGM tocó el himno doméstico y sonaron las 21 salvas de cañón que distinguen al Rey, quien tras tomar honores con el uniforme de capitán de atavío del Ejército de Tierra, pasó revista a las formaciones de alumnos de la Agrupación y desfiló por delante de la Princesa Leonor, que en todo momento miró al frente y no cambió el semblante al paso de su padre. Al finalizar, Don Felipe, la Reina y la Infanta Sofía recorrieron el pasillo central del patio, entre las unidades, para dirigirse hasta la tarima de autoridades.

Doña Letizia y la Infanta Sofía –muy sonrientes y emocionadas– no dejaron de averiguar a la Princesa Leonor

Esta fue la primera ocasión en la que se vio a la hermana de la Princesa en un acto marcial en la AGM, ya que la última vez que estuvo aquí (al menos de guisa pública) fue el 17 de agosto del año pasado, cuando ella y sus padres acompañaron a la Princesa en su ingreso en este centro de formación del Ejército de Tierra.

Doña Letizia y la Infanta Sofía –muy sonrientes y emocionadas– no dejaron de averiguar a la Princesa Leonor entre las diferentes compañías que formaban filas, hasta que la encontraron al final de su paseíllo, en primera fila. Cuando la vieron, hubo una vistazo cómplice entre ellas. Sonrieron mientras seguían caminando en dirección a la tarima de autoridades desde donde siguieron el acto. Antiguamente de tomar posiciones bajo el toldo central del patio de la heráldica, la Reina realizó un saludo discreto a su hija maduro en la distancia. La Reina lució un vestido estampado en tonos pastel y la Infanta Sofía uno blanco con rayas en color complicado.

A entreambos lados de donde se encontraban los Reyes se situaron el resto de autoridades, como la ministra de Defensa, Margarita Robles y el Caudillo de Estado Veterano del Ejército de Tierra, Amador Enseñat. Todavía asistieron el presidente de la Comunidad de Aragón, Jorge Azcón y la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca.

Primer ataque al Rey

El silencio solemne que se había adueñado del patio de la heráldica se rompió cuando se produjo el nominación de la dama alférez cadete de Infantería Borbón Ortiz.

La Princesa, vestida con el uniforme de atavío del Ejército de Tierra, se acercó hasta su padre y el Rey le entregó su correspondiente despacho. Posteriormente Felipe VI le impuso la Gran Cruz de la Orden del Mérito Marcial a la Princesa de Asturias, en el que fue uno de los momentos más emotivos y aplaudidos de la celebración.

Imagen principal - El Rey Felipe VI y la Princesa Leonor, durante la entrega de los Reales Despachos. En la última, la infanta Sofía felicita a la princesa de Asturias
Imagen secundaria 1 - El Rey Felipe VI y la Princesa Leonor, durante la entrega de los Reales Despachos. En la última, la infanta Sofía felicita a la princesa de Asturias
Imagen secundaria 2 - El Rey Felipe VI y la Princesa Leonor, durante la entrega de los Reales Despachos. En la última, la infanta Sofía felicita a la princesa de Asturias
El Rey Felipe VI y la Princesa Leonor, durante la entrega de los Reales Despachos. En la última, la infanta Sofía felicita a la princesa de Asturias
EP/EFE

Esta condecoración a Doña Leonor fue aprobada ayer por el Consejo de Ministros. El Gobierno actuó como hace 38 abriles, cuando Don Felipe recibió en este mismo acto esta condecoración. Como ocurrió entonces, la Heredera de la Corona y futura jefa de los Ejércitos la recibió esta suerte de seis puntas con el distintivo blanco, reservada para aquellas personas que hayan presentado servicios a las Fuerzas Armadas.

Abrazos a la Reina y la Infanta

Cuando el Rey entregó a su primogénita el despacho de alférez, Don Felipe felicitó a su hija y se estrecharon la mano esforzado. Acto seguido, Doña Leonor realizó a su padre un saludo marcial, mientras el conocido desde las gradas aplaudía y vitoreaba este emocionante momento. Como colofón, se dieron un ataque. La Princesa salió del patio de la heráldica entre una esforzado ovación. Minutos posteriormente salió de nuevo y se situó en la tarima de autoridades. Antiguamente de subir a ella, realizó otro saludo marcial a su padre y, una vez debajo del toldo, la Princesa se fundió en un ataque con su matriz y posteriormente con su hermana Sofía. Desde allí siguió la ceremonia, ya sin el sable que la distinguía como dama cadete.

El acto continuó con la entrega de diplomas a los 456 tenientes, que ahora que han finalizado su formación se incorporarán a las diferentes escalas del Ejército de Tierra y de la Control Civil. Felipe VI se quedó bajo la tribuna para entregar recompensas a doce alumnos de la LXXIX promoción de la AGM.

Un solemne homenaje a los que dieron su vida por España y un desfile marcial protagonizado por los nuevos tenientes pusieron fin a la ceremonia donde la Heredera de la Corona se convirtió en oficial del Ejército de Tierra. Doña Leonor se despidió así del centro culto donde ha regalado sus primeros pasos en la vida marcial.

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