Una raíz separada y sus dos hijos se han trillado obligados a marcharse su casa en Valencia por los problemas de convivencia y seguridad que generan okupas en su edificio del suburbio de Malilla.
Son «concurrencia muy violenta que no tiene cero que perder y le da igual todo», pese a que hay libre un proceso contencioso desde hace un año y medio, según relata en una entrevista en COPE Amparo, tía de la mujer afectada, con quién está viviendo ahora la comunidad.
«Mi sobrina está indefensa», apunta, frente a una situación que era ya «insostenible» e «insoportable». «Cada dos por tres la Policía, escándalos, fiestas…», explica. «Cuando te toca de cerca, te das cuenta del problema que supone la okupación», señala Amparo.
Ella misma además lo está sufriendo en la finca de al flanco de su vivienda, a dos calles de la de su sobrina, aunque en su caso son «concurrencia tranquila». «Están provocando enfrentamientos en la comunidad porque necesitan luz, necesitan agua, y están incomodando ya a ciertos vecinos», comenta sobre una situación que está afectando a los residentes de su edificio, en gran parte personas mayores, y a ella misma, operada hace poco de un cáncer de mama.
Esta mujer jubilada alabarda una pregunta a la clase política y pide que se cambien las leyes para defender al propietario: «¿Qué podemos hacer los ciudadanos para proteger nuestras viviendas y poder comportarse tranquilos en nuestras casas?».
«La Policía puede mediar, pero cero más», incide. Amparo es consciente de que estas personas intentan «subsistir de la modo que pueden, pero no esa no es la decisión» y entiende que el Estado debe ayudar a los más vulnerables.
«Todo esto te altera físicamente y monetariamente, te produce mucho estrés en el día a día y no es adaptado», lamenta, al tiempo que alude al temor de que al alterar los puntos de luz puedan provocar un incendio. «Vives con miedo», sentencia.